Drama cómico que hurga en la herida de la terrible crisis. Y en lugar desde la otra parte del mundo lo hace desde nuestro propio patio, desde casa, donde las heridas son mucho mayores una vez se conocen y donde el paro se come cada día la vida de los españoles. Y viene de la mano de Andreu Buenafuente y José Corbacho, desde El Terrat, quienes han ayudado a hacer realidad esta película ambientada en Galicia pero que podría ser la historia de cualquiera de nosotros en Madrid, Barcelona, Cuenca o Sevilla. La nuestra o la de los que nos rodean, llevando un punto más allá el tema de la historia hasta llevarla al surrealismo por momentos. O al drama más intenso.
La historia nos presenta a dos amigos de mediana edad, Suso y Manuel, padres de familia, uno casado, el otro viudo, uno perdió su negocio (un kiosco de prensa), el otro tienen una constructora en la ruina. Ambos tienen que lidiar día a día con la familia, las deudas, las quejas, la tristeza… Y tienen como remanso de paz ir a pescar juntos, donde un día encuentran un paquete con diez kilos de cocaína. ¿Entregarlos o hacer negocio con ellos? Del disparate al drama en menos de 90 minutos de proyección. Y todo con un aire de naturalidad y credibilidad difícil de igualar.
La película sabe navegar muy bien entre esos dos géneros, aunque se la nota más cómoda en el drama. Es menos divertida, pero no menos honesta. Alejandro Marzoa presenta un fresco honesto con momentos para la sonrisa y la carcajada, pero sobre todo para que se te encoja el corazón con estos pobres hombres, reflejo de tantos otros (y otras, no lo olvidemos) que no encuentran trabajo y tienen que sacar su familia y hogar adelante. Y un golpe de suerte puede convertirse en su mayor desgracia. La tristeza infinita que desprende la película por momentos (la charla entre Paco Tous y su suegro, Unax Ugalde en la comisaría, Miguel de Lira en el squash, Tous y su hijo en el coche camino a clase…), se sustenta ante todo en dos actores sensacionales, magistrales, que en una mirada lo dicen todo. Que entienden a la perfección sus personajes. Paco Tous y Miguel de Lira son Gente Honrada. Y se nota.
Hay momentos de humor, pero a veces resultan… raros, (la venta fallida de coca… o las ventas, el cumpleaños), y, ante todo, el mayor problema de la película es un deambular sin rumbo en su parte central que hace que el espectador divague y por unos momentos deje de interesarse por una historia que no parece saber a dónde va hasta que llega el desenlace y el drama se pone de nuevo a la cabeza. No es problema, o no uno muy grave. La película se disfruta en un suspiro, con rocambolesco final incluido, y nos da mucho en lo que pensar y que masticar. Los responsables de la misma pueden presumir también de ser gente honrada. Ni engañan ni dramatizan innecesariamente. Cuentan la verdad de la calle.
En esa línea, está claro que con Corbacho produciendo y Juan Cruz como uno de los guionistas, la película recuerda a Tapas en muchas cosas, pero ante todo me recuerda a otro pobre hombre con todo perdido, el que interpretó magistralmente Fernando Tejero en Cinco Metros Cuadrados. A parte de eso, tiene un toque Berlanga y Azcona que siempre sienta bien.
Jesús Usero.
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