Crítica 30 Monedas ★★★★
Crítica de la serie de HBO 30 Monedas
El paso a la televisión de Álex de la Iglesia sigue siendo tan bueno como su cine.
Aquí, por la premisa inicial, parecía que íbamos a regresar a la época de El día de la bestia, y algo de eso tiene sin duda la serie. Pero también tiene mucho más. Si Patria era el primer puñetazo en la mesa de HBO España en lo que respecta a series españolas, 30 Monedas es la confirmación de que están aquí para quedarse y que aquello no fue ninguna casualidad. Ni los proyectos previos, que no los olvidamos, claro. Pero hay que reconocer que Patria y 30 Monedas eran los pesos pesados de la empresa. 30 Monedas supone un salto en una nueva dirección para HBO en nuestro país, pero sigue la línea habitual de su responsable y su colaborador en los guiones, Jorge Guerricaechevarría.
El hombre de las mil caras ★★★★★
Crítica de la película El hombre de las mil caras
Alberto Rodríguez se supera a sí mismo con una película brillante, gran reparto y mucho arte.
Puro vértigo. Tal como suele hacer en todas sus películas, nos engancha a base de música e imagen desde el primer momento, en este caso con la imagen de vértigo de un aterrizaje que en realidad es un despegue triple: el despegue de la historia que nos va a contar, el despegue del propio protagonista, Paesa, y el despegue del narrador que nos conduce de manera eficaz por el laberinto de corruptelas, trucos y trampas que constituye el camino de la historia. En total coherencia con esa primera imagen, el narrador es el piloto, testigo-compinche-esclavo del protagonista. En una película donde es esencial esa relación de desdoblamiento y sombra que viven el fugado Luis Roldán y el propio Paesa, Alberto Rodríguez hace una declaración de principios en toda regla y asienta el tono desde el primer momento, controlando absolutamente a partir de ese momento todos los elementos, personajes, situaciones, embrollos, intrigas y detalles varios que constituyen esa historia que despega con ese aterrizaje.
Felices 140 ***
Hasta ahí casi todo bien, pero a veces cuesta identificarse con los personajes, o con algunos de ellos, porque no son gente de a pie, ninguno de ellos. Un abogado, una veterinaria, un millonario, unos dueños de un restaurante de moda, una actriz, un músico de enorme talento pero fracasado… vamos, una panda de pijillos (ojo, los personajes), en los que destaca el ama de casa con la que todos podemos identificarnos (y cuya trama es la más interesante, aunque no la desarrollen tanto como deberían)… La gran sorpresa de la película no es el momento en el que se revela el premio de la lotería, sino un hecho que lo cambia todo y que convierte la casa en una mezcla entre El Discreto encanto de la Burguesía y El Ángel Exterminador… pero sin la fuerza de Buñuel.
Porque lo que la película exige en ese momento es más bien humor negro, ácido, del nuestro. Un Berlanga en plena forma que hurgue en las miserias de un grupo de personajes, valga la redundancia, realmente miserables. De lo que supone el dinero y si da la felicidad o no, si elimina problemas y maldades a través de maldades mayores. De lo que significa la amistad, la decencia incluso. Para eso, Berlanga. Humor. Del que duele. Y no termina de lanzarse a ese camino, de dejarse llevar por los recovecos negros de su historia.
Siempre interesante, con detalles de gran humor y de drama potente, con relaciones a veces complejas y desconcertantes (como la de la protagonista y su sobrino), el reparto está brillante, como siempre, con nombres como Maribel Verdú, Antonio de la Torre, Eduard Fernández, Nora Navas, Ginés García Millán o Alex O’Dogherty. Pero quien se lleva realmente el gato al agua es Marián Álvarez, con un personaje tan complejo como… bueno, mejor lo ven. El problema es, al final, que no alcanza el potencial que tenía. La necesidad de que sea algo más con una historia de inicio tan potente. La fuerza y mala leche que podría haber tenido y que no termina de tener. Con esos actores y esa premisa. Había sitio para mucho más. Sin quitarle mérito al resultado final, que lo tiene. Y mucho
Jesús Usero
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