Felices 140 ***
Hasta ahí casi todo bien, pero a veces cuesta identificarse con los personajes, o con algunos de ellos, porque no son gente de a pie, ninguno de ellos. Un abogado, una veterinaria, un millonario, unos dueños de un restaurante de moda, una actriz, un músico de enorme talento pero fracasado… vamos, una panda de pijillos (ojo, los personajes), en los que destaca el ama de casa con la que todos podemos identificarnos (y cuya trama es la más interesante, aunque no la desarrollen tanto como deberían)… La gran sorpresa de la película no es el momento en el que se revela el premio de la lotería, sino un hecho que lo cambia todo y que convierte la casa en una mezcla entre El Discreto encanto de la Burguesía y El Ángel Exterminador… pero sin la fuerza de Buñuel.
Porque lo que la película exige en ese momento es más bien humor negro, ácido, del nuestro. Un Berlanga en plena forma que hurgue en las miserias de un grupo de personajes, valga la redundancia, realmente miserables. De lo que supone el dinero y si da la felicidad o no, si elimina problemas y maldades a través de maldades mayores. De lo que significa la amistad, la decencia incluso. Para eso, Berlanga. Humor. Del que duele. Y no termina de lanzarse a ese camino, de dejarse llevar por los recovecos negros de su historia.
Siempre interesante, con detalles de gran humor y de drama potente, con relaciones a veces complejas y desconcertantes (como la de la protagonista y su sobrino), el reparto está brillante, como siempre, con nombres como Maribel Verdú, Antonio de la Torre, Eduard Fernández, Nora Navas, Ginés García Millán o Alex O’Dogherty. Pero quien se lleva realmente el gato al agua es Marián Álvarez, con un personaje tan complejo como… bueno, mejor lo ven. El problema es, al final, que no alcanza el potencial que tenía. La necesidad de que sea algo más con una historia de inicio tan potente. La fuerza y mala leche que podría haber tenido y que no termina de tener. Con esos actores y esa premisa. Había sitio para mucho más. Sin quitarle mérito al resultado final, que lo tiene. Y mucho
Jesús Usero
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