La película comienza presentando al matrimonio protagonista. Maduro, elegante, bien posicionado y viviendo en la costa, no pueden ser más distintos. Ella es volátil, efervescente, pasional, inteligente y devota de su fe. Él es callado, estoico, indiferente y a veces hasta frío, pero igual de inteligente. Cuando su hijo que vive en Londres les visita, el padre aprovecha para comunicar que piensa abandonar a su mujer y divorciarse, causando una serie de situaciones con las que será muy difícil lidiar. ¿Por qué ahora tras tanto tiempo este profesor de instituto quiere abandonar a su bella esposa, poetisa reputada? ¿Qué le ha llevado a tomar una decisión así y cuál será el destino de esta familia ahora que todo va a cambiar? ¿Existe alguna forma de volver atrás y reparar lo que se ha roto?
Una historia así, con sus apenas 100 minutos, sólo puede contarse si uno tiene dos actores sensacionales. Y los tiene. Bill Nighy y Annette Bening dan vida al matrimonio protagonista y lo hacen con su saber estar y su brillante talento. Son dos actores que podrían hacer interesante la lectura del listín telefónico y lo demuestran. Especialmente Bening con un personaje que es… muy particular y que por momentos, muchos, es absolutamente odioso. Tiene instantes en los que se convierte en una maltratadora física y psicológica y, desde el arranque de la película, uno se plantea no si Nighy hace lo correcto al dejarla, sino por qué no lo hizo antes.
Su hijo, interpretado por Josh O’Connor, es el otro personaje protagonista de la historia. Es un personaje capital y el actor soporta lo que le echan con mucha cintura pese a la diferencia con los otros dos intérpretes. Pero el guión está muy descompensado. Por un lado un personaje es horrible, por otro la película no ahonda en lo que existe realmente en el fondo de esta pareja. Se queda en la superficie, en la anécdota. Nos deja un resultado algo vacío liderado por sus intérpretes y con momentos de una belleza visual apabullante (esos acantilados y su significado…). No podemos aburrirnos con la película, no da tiempo. Pero sin duda esos dos actores pedían a gritos un guión más sólido con el que trabajar.
Jesús Usero
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