Las imágenes iniciales establecen perfectamente los temas que se van a abordar a lo largo de la película. Por un lado, tenemos a Sally Alexander (Keira Knightley) intentando entrar en la universidad para estudiar historia, a pesar de las dificultades y obligaciones maternas que le recuerda el jurado; y por otro, la aparición de Bob Hope (Greg Kinnear) frente a las tropas de Vietnam presentando a Miss Mundo 1969 como si fuera ganado. De esta forma, y a pesar del carácter de Sally, la película no cae en el feminismo exacerbado al mostrar lo normalizado que está el machismo en esa sociedad y cómo las propias mujeres de la época lo aceptan e incluso ven una gran oportunidad en un espectáculo mediático tan degradante como Miss Mundo. Es interesante que la historia muestre lo difícil que es cambiar el pensamiento de los mayores a través de las conversaciones de Sally con su madre tras entrar en el grupo feminista, pues el patriarcado es la única forma de vida que conocen; pero la verdadera razón de ser de la misma es el certamen de belleza y el triunfo, por primera vez, de una mujer de raza negra, Jennifer Hosten (Gugu Mbatha-Raw). La victoria de Miss Grenada lo cambió todo y supuso una oportunidad para Hosten y otras muchas mujeres de color de poder destacar. Por ello, la película funciona mejor cuando las dos tramas que transcurren en paralelo colisionan y se exponen las luces y sombras que otras mujeres de la época veían en el discurso feminista. Es entonces cuando lo que nació como una comedia, especialmente por el circo mediático, alcanza su mejor nivel en el territorio dramático con dos escenas de Miss Grenada: la que comparte con otra concursante, en la que expone lo que supone ganar el certamen, y la conversación con Sally en el cuarto de baño.
Afortunadamente, este movimiento feminista ha permitido que con el tiempo las mujeres hayan podido labrarse su propio camino de otras formas, pero la película acierta en mostrar cómo aquellas que habían gozado de menos oportunidades por cuestiones raciales o sociales se mostraban recelosas a posicionarse en contra del patriarcado por miedo a perderlo todo. Son dos temas, el feminismo y el racismo, muy complejos y que Rompiendo las normas no llega a explorar del todo, a pesar de que estos siempre están por encima de los propios personajes.
Alejandro Gómez
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