Si hacemos memoria, son unas cuantas las pelรญculas que se han ganado el favor del pรบblico a travรฉs de propuestas pequeรฑas, reducidas, de pocos personajes y pocos escenarios, como si ese minimalismo atrajese al espectador hasta hacerle sentir partรญcipe de una trama intensa, que lo cede todo a los escasos elementos con los que cuenta.
Hagรกmoslo. Yo, mientras escribo, y vosotros, mientras leรฉis esto que yo escribo. A mi me salen los Nรกufragos de Hitchcock, el duelo trepidante de Laurence Olivier y Michael Caine en La Huella, e incluso una curiosa pelรญcula espaรฑola que pasรณ desapercibida hace unos aรฑos, Palabras encadenadas. Y, por supuesto, Buried (Enterrado), la maravilla de Rodrigo Cortรฉs que guarda con 127 horas un parentesco indudable. Todas ellas, como la nueva pelรญcula de Danny Boyle, ofrecen emociones fuertes, comprimidas en espacios reducidos, protagonizadas por unos personajes superados por unas trรกgicas circunstancias y un peculiar destino, siempre desgraciado.
La pelรญcula de Boyle presenta una particularidad notable, y es el hecho de basarse en una historia real, la de un montaรฑero llamado Aron Ralston que se quedรณ atrapado en una montaรฑa cuando su brazo se vio sujeto por una traicionera piedra. Semejante aspecto implica otra novedad importante: conocemos el desenlace de la historia, y eso no implica que perdamos interรฉs. Lo mismo ocurrรญa con Valkiria, de Bryan Singer, o, remontรกndonos mรกs lejos, con el Titanic de James Cameron. La estructura tรญpica de comienzo, nudo y desenlace, se ve en estos casos alterada desde el preciso instante en el que conocemos quรฉ va a ocurrir al final, y sin embargo disfrutamos de la pelรญcula, porque es una buena pelรญcula.
Una historia como รฉsta podrรญa haber sido recogida en una producciรณn de Hollywood al uso, con un importante componente de รฉpica y tragedia, dirigida, pongamos, por un Edward Zwick. James Franco podrรญa haber sido, como lo es aquรญ, la estrella escogida. Pero, sin embargo, es Danny Boyle quien nos la cuenta, bajo los parรกmetros inconfundibles que siempre han predominado en su cine, si obviamos aquellos 28 dรญas despuรฉs que no pasaban de ser una nueva vuelta de tuerca al tema zombie. Pero las diferencias entre la propuesta de Boyle y lo que podrรญa haber surgido de ese hipotรฉtico proyecto hollywoodiense son evidentes. Estamos ante un cineasta distinto, un outsider al que casi siempre le ha ido bien con un estilo propio, inaugurado con Trainspotting, y que le llevรณ al รscar con Slumdog Millionaire. Esto es cine rudo, directo, sin rodeos formales o argumentales.
TRAILER
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Lo que hace en 127 horas es contarnos la crudeza de esa historia, tal y como sucediรณ. En ese sentido es casi una nueva aportaciรณn al Dogma de Lars Von Trier y sus colegas, y de ello se deriva la satisfacciรณn con la que el propio Aron Ralston acogiรณ el proyecto. El cineasta cuenta lo que ocurriรณ, desde la llegada del protagonista al idรญlico paraje, hasta la radical (y cruel) medida que le permitiรณ liberarse, pasando por todas aquellas horas de agonรญa.
Quince minutos le bastan para presentarnos al personaje. Le sirven, ademรกs, para que entendamos la paradoja que supone que un tipo inquieto, un deportista todo-terreno, se enfrente a un accidente que le supondrรก permanecer inmรณvil y bajo circunstancias dramรกticas. Y aquรญ el trabajo de James Franco se presenta decisivo, para entender la agonรญa, y, antes, para sentir ese vitalismo que le lleva a rodar en su bici por el desierto sin miedo a golpes, o a deslizarse por montaรฑas para dejarse caer en lagos inhรณspitos. Es el aventurero del siglo XXI, perfectamente equipado, con comida, bebida, tecnologรญa y aparejos varios. Pero un pedrusco lo puede cambiar todo.
Los parecidos con Enterrado son evidentes, lo que nos lleva a lamentar la ausencia de la cinta de Rodrigo Cortรฉs en las nominaciones al รscar. Si 127 horas compite en las categorรญas principales, de igual modo podrรญa hacerlo aquรฉlla, otro prodigio narrativo que recoge lo mejor de ese cine minimalista que tanto nos gusta. Y el trabajo de Ryan Reynolds, es, como el de James Franco, sencillamente ejemplar.
Tiene mรฉrito la manera en la que Boyle nos lleva hacia el desenlace conocido. Son muchos los recursos, y todos ellos pertinentes. La cรกmara en mano, la pantalla partida, los flashbacks, la banda sonoraโฆSon aspectos que no hubiesen aparecido si estuviรฉsemos hablando de esa hipotรฉtica superproducciรณn, en favor de otros mรกs tรญpicos, y, por supuesto, de las inevitables modificaciones en la historia.
Tras esos quince minutos de presentaciรณn, asistimos al accidente, a la causa del sufrimiento. Fueron mรกs de cinco dรญas que el director nos muestra con detalle, para que nos hagamos una idea de la dureza de la peripecia. Y llegamos al momento de la liberaciรณn, en la que, a pesar de la propuesta de verosimilitud, el cineasta no se recrea, aunque ello no suponga dulcificar la situaciรณn. Por supuesto que conviene apartar por unos instantes la mirada de la pantalla. Pero fue lo que pasรณ.
Lo que hace por tanto Danny Boyle es un retrato cruel, certero, de un hecho conocido, contado con la rudeza habitual en su cine. No se convierte en una pelรญcula incรณmoda, quizรกs porque sabemos que, dentro de la tragedia, el desenlace fue benรฉvolo. Pero si no lo hubiera sido, el director nos la hubiese contado sin cambios sustanciales. De hecho, las imรกgenes onรญricas, los flashbacks y esas alucinaciones del protagonista, mientras estรก atrapado por su maltrecho brazo, son perfectamente imaginables en la situaciรณn de unย hombre cuyo destino le llevรณ a realizar un acto de difรญcil digestiรณn para cualquiera. Y todo ello, insisto, reforzado por la interpretaciรณn de un James Franco que podrรญa salir vencedor en la batalla por la estatuilla sin que a nadie le importase.
Baja el ritmo en el metraje que se ocupa de las horas previas al fatal recurso liberador, pero quizรกs era inevitable. Los momentos centrales de la historia, la llegada a las montaรฑas de Utah, la descripciรณn del sujeto, el accidenteโฆson demasiado intensos como para que sea harto complicado mantener la tensiรณn. Por no hablar de la manera escogida, probablemente la รบnica posible, para salvar la vida, o del feliz encuentro con quienes despuรฉs le socorren.
127 horas es una estupenda historia real, contada por Danny Boyle sin aditivos ni aรฑadidos, con la que el cineasta demuestra, una vez mรกs, que es uno de los mรกs solventes de la actualidad, poseedor de un estilo รบnico que no le impide llegar al gran pรบblico, gracias a lo interesante de sus argumentos y a su capacidad para meterse de lleno en los gรฉneros mรกs variados. Y es, en definitiva, una golosina para quienes gocen de pocas cosas en pantalla. Como en Enterrado, aquรญ sรณlo tenemos a un hombre, atrapado, con pocas posibilidades de sobrevivir. Pero, cuando hay talento, no se necesitan mรกs cosas para crear una buena pelรญcula.
Santiago Vรกzquez Gรณmez.
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