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martes, abril 30, 2024
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Conan, el Bárbaro ★★★★

Conan, el Bárbaro ★★★★

Crítica de la película Conan, el bárbaro

El secreto del acero te será desvelado

En el año 1932, el escritor estadounidense Robert Ervin Howard creó al personaje de Conan el Bárbaro en una serie de relatos que se publicaron en la revista Pulp Weird Tales. Tras el suicidio del escritor en 1936, la obra de Conan cayó prácticamente en el olvido hasta que en la década de 1970 fue recuperada en los cómics gracias a las editoriales Dark Horse y Marvel, siendo Roy Thomas (Marvel) el guionista que mejor supo explotar las cualidades de cimerio más famoso de la historia.

De esta manera en 1975, Thomas y el productor Edward Summer escribieron un borrador que pretendía llevar al cine la historia de Conan pero este nunca vio la luz. A pesar de este traspiés, el avión ya estaba en pista para despegar…

Y es así como llegamos a 1982 cuando por fin se estrenó esta fantástica película del género de espada y brujería, con un guión de Oliver Stone y John Milius que, por suerte, no se pareció en nada a la idea original de Stone, quien quería hacer un Conan futurista enfrentándose nada menos que a zombies radiactivos…

Dirigida por uno de los guionistas, John Milius, la película nos ofrece una historia épica llena de escenas violentas con mutilaciones, desnudos, con alguna serpiente gigante y, sobre todo, con el gran enigma del acero, que es el monólogo con el que empieza la película en una escena entre Conan y su (William Smith) tras ver como este forja la que posteriormente sería la espada de Conan:

El fuego y el viento vienen del cielo; de los dioses del cielo. Pero Dios es Crom, Crom que vive en la tierra. Antes, los gigantes vivían en la tierra y, en la oscuridad del caos, engañaron a Crom y le arrebataron el enigma del acero. Crom se irritó y la tierra tembló. El fuego y el viento derribaron a aquellos gigantes y arrojaron sus cuerpos a las aguas. Pero en su ira, los dioses olvidaron el secreto del acero y lo dejaron en el campo de batalla. Nosotros lo encontramos. Sólo somos hombres. Ni dioses ni gigantes, solo hombres. Y el secreto del acero siempre ha llevado consigo un misterio. Tienes que comprender su valía, tienes que aprender su disciplina. Porque en nadie, en nadie de este mundo puedes confiar. Ni en un hombre, ni en una mujer, ni en un animal. En esto (alza su espada) sí puedes confiar”.

Poco después, el pequeño Conan (Jorge Sanz) presencia la masacre de su aldea en Cimeria a manos de un ejército de guerreros liderados por Thulsa Doom (James Earl Jones), que termina con el asesinato de todos los habitantes de la aldea.

Conan, el Bárbaro ★★★★

Los padres de Conan son brutalmente asesinados (su padre  devorado por unos perros y su madre decapitada) y uno de los secuaces de Doom, Rexor (Ben Davidson), roba la espada de su padre. El pequeño Conan es vendido junto a otros niños a unos mercaderes de esclavos, quedando grabado en su cabeza el estandarte de Doom: dos serpientes enfrentadas sobre una luna y un sol naciente.

Vemos como los niños llegan a un campo de trabajos forzados en el que el joven cimerio irá creciendo hasta convertirse en adulto, convertido en un forzudo. Es entonces cuando Conan (Arnold Schwarzenegger) es vendido de nuevo a un traficante de esclavos que aprovechará su portentoso físico en combates a vida o muerte para ganar dinero.

Su amo le ofrece entonces adiestramiento con la espada a la vez pone al alcance de su mano el lenguaje, la escritura y, cómo no, las mujeres. Con el tiempo, las victorias de Conan se vuelven incontables al mismo tiempo que su fama va en aumento, convirtiéndose en un temible y despiadado guerrero, como muestran sus primeras palabras en la película: “Lo mejor de la vida es aplastar enemigos, verles destrozados y oír el lamento de sus mujeres”.

Una noche, su amo decide liberarlo y Conan huye perseguido por una manada de perros hasta que consigue esconderse en una gruta en la que el esqueleto de un antiguo rey descansa en su trono mientras sostiene una magnífica espada. Conan la toma como suya, liberándose de sus cadenas e iniciando así un viaje en busca de venganza por la muerte de sus padres y su pueblo.

Lo primero que hay que destacar en esta película es su inicio, esos formidables quince primeros minutos de metraje que son simplemente espectaculares, épicos… Con esa maravillosa y mítica banda sonora de Basel Poledouris (Robocop, La caza del Octubre Rojo, Starship Troopers…) que suena a la vez que el padre de Conan forja esa increíble espada en la que escribe con runas nórdicas el siguiente mensaje: Empuña esta espada en nombre de Crom, melodía que a los pocos minutos vuelve a sonar mientras vemos el ataque a la aldea por los secuaces de Doom. Un inicio trepidante con una música poderosamente épica que no sé por qué, me recuerda a la mítica Carmina Burana, aunque creo que la de Poledouris es muy superior.

Conan, el Bárbaro ★★★★

A día de hoy es muy difícil imaginar el personaje de Conan interpretado por otro actor que no fuera Arnold Schwarzenegger pero la realidad es que Sylvester Stallone (Sly) y Charles Bronson fueron considerados para el papel protagonista pero Sly estaba muy ocupado (estrenaba ese mismo año Rocky 3) y Bronson ya era mayor, aunque físicamente años atrás había sido un portento físico (y como actor), prueba de ello son películas como Los siete magníficos, La gran Evasión o Chato el Apache.

Con Schwarzenegger ya como protagonista, uno de los principales problemas que hubo durante el rodaje, era el marcado acento austríaco del culturista, por lo que el propio director y guionista, Millius, decidió darle clases de inglés para suavizar su acento. Además, el austríaco tuvo que reducir su rutina de ejercicios diarios porque, aunque era imprescindible su corpulencia para el papel, los pectorales del culturista tenían tal volumen de musculatura que le hacían imposible alzar la gigantesca espada, es decir, que no le daban los brazos… Por ese motivo, los que hayan visto Hércules en Nueva York o Pumping Iron notarán que en esta película Arnold tiene menos volumen de pecho precisamente para facilitar el manejo de la espada con ambas manos.

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Aunque finalmente el rodaje tuvo lugar en España (bosque de Segovia, Almería y la Ciudad Encantada de Cuenca), por un momento se pensó en rodar en Yugoslavia (país cercano a la Italia natal del productor De Laurentis) pero como en 1980 murió el dictador Josip Broz “Tito”, se temía una posible guerra, decidiendo finalmente rodar en España, un país que en aquel momento se consideraba “barato” para rodar películas, dando lugar a que la cinta esté repleta de técnicos españoles y algún actor, como por ejemplo, un jovencísimo Jorge Sanz.

Otro dato curioso es que la espada de Conan pesaba más de 20 kilos y esto era porque el director quería que cuando Arnold blandiera la espada, se le marcasen los músculos y de esa manera mostrar al cimerio mucho más poderoso. Y claro, cuando Schwarzenegger fue elegido Gobernador de California en el 2003, no se le ocurrió mejor sitio para exponer la espada que en su propio despacho… A ver quién es el valiente que le lleva la contraria en su despacho…

La película fue muy criticada en su tiempo a pesar de haber sido un éxito en taquilla, recaudando más de 100 millones de dólares respecto a un presupuesto en torno a los 20 millones. Sin embargo, hoy está considerada como una obra maestra dentro del género de Espada y Brujería.

A pesar de los palos dados a esta cinta durante muchos años en los que mucha gente la ha tratado casi con desdén, debemos ser justos y reconocer sus virtudes: estamos ante una magnífica película del género de aventura y fantasía, con una banda sonora de las que hacen historia y un protagonista que parece haber nacido para interpretar al famoso cimerio. Además, la película sirvió para catapultar a Arnold Schwarzenegger al estrellato como actor que, digo yo, algo bien tendría que hacerlo en esta cinta para que a día de hoy, más de treinta y cinco años después, nadie haya conseguido superarle.

Rubén Arenal

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Rubén Arenal
Nací en Cantabria en 1987 y uno de los primeros recuerdos de mi infancia es estar con cuatro años en la sala de cine viendo La bella y la Bestia (1991) con mi padre. Pasaron los años hasta que una noche vi en televisión Lawrence de Arabia y recuerdo que tras ver la película quedé extasiado. Desde entonces, el cine dejó de ser un entretenimiento y se convirtió en una herramienta con la que aprender y crecer como persona, ya que considero que una película tiene la capacidad de arañarte por dentro y dejarte cicatrices: algunas son superficiales y se curan con facilidad y, otras, te acompañan de por vida. Después de tantas “cicatrices”, decidí escribir sobre cine para contar mis experiencias tras ver una película y mostrar las “cicatrices” que me han dejado las mismas.

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