Crítica de la película A todo tren, destino Asturias
Nueva comedia familiar de Santiago Segura, tan efectiva como las anteriores.
Con un conocimiento cada vez mayor, a mi modesto entender, del público a quien va dirigido este tipo de cine, Santiago Segura se embarca en su tercera aventura como director de cine familiar, tras las exitosas dos entregas de Padre no hay más que Uno, lo que lleva además a que sea la tercera película que estrena el cineasta y actor en tres años consecutivos en verano, prueba de su eficacia tras las cámaras y la excelente comunión con el público que tiene, donde la audiencia responde y lo hace llenando las salas para pasar un rato entretenido en familia, ni más ni menos. De hecho, el verano pasado se encargó él solo de salvar la taquilla…
Esta nueva película está también basada en un proyecto internacional, la francesa Attention au départ, que curiosamente todavía no se ha estrenado y llega a los cines franceses un mes después que la película española. Santiago Segura es Ricardo, un padre pusilánime, temeroso y sin carácter, que va a llevar a su hijo en tren a un campamento en Asturias, en un tren nocturno para pasar más tiempo con él. Claro, que la mayoría de amigos de su hijo se suman al viaje y los padres los dejan al cargo de Ricardo y de Felipe (Leo Harlem) el abuelo de dos de los niños, encargado de acompañar a Ricardo a última hora. El desastre comenzará cuando por un despiste, los niños se marchen en el tren y ellos queden en el andén…
A partir de ahí pueden esperarse los equívocos, engaños, errores, confusiones… Todo en un metraje ajustadísimo de apenas 88 minutos en el que hay dos partes de la historia, la que sucede dentro del tren, con los niños y una suerte de obstáculos a los que tienen que enfrentarse, y lo que sucede fuera del tren, que involucra a los adultos y un viaje tan disparatado como increíble, que sólo aumenta en su locura minuto tras minuto. Ese sistema genera un pequeño problema, y es que la historia fuera del tren es más interesante que lo que sucede dentro. Imagino que si fuese un espectador infantil sería al revés, cuando lo mejor hubiese sido encontrar un mayor equilibrio.
Rodada con eficacia, sin excesos innecesarios, con el habitual plantel de rostros populares en cameos o papeles secundarios muy divertidos, la película necesita primero del carisma de su reparto y de que los niños sean capaces de transmitir lo que su aventura produce. El resultado es un cruce entre una película familiar y un tebeo de Ibáñez que funciona durante la proyección, y esa es su intención. No pretende nada más que entretener una tarde de verano. Ser una película divertida para toda la familia, sin complicaciones. Su sencillez es, al mismo tiempo, su mejor y peor baza. Alguno la atacará, sin duda. Pero quien sea, no ha estado muy atento a lo que nos ofrece y propone A Todo Tren. Porque da lo que promete.
Jesús Usero
★
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