Crítica de la película Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald
Mejor película que la anterior, en la línea de las dos últimas de la saga de Harry Potter.
Oscura y siniestra como nos prometieron y con un desarrollo de personajes y conflictos más maduro que la primera entrega de las peripecias de Newt Scamander, entiendo que esta segunda entrega no haya convencido a quienes acuden a la saga a ver más de lo mismo y esperaban otro cuento de hadas como el que muy competentemente nos ofrecieron en la película anterior. Aquella me gustó. Era buena. Ésta me gusta más. Alcanza el nivel de desarrollo y madurez de la trama en mucho menos tiempo de lo que necesitó la saga de Harry Potter para conseguir los mismos resultados. J.K. Rowling demuestra que domina más y mejor este universo que ha creado y tiene una mayor solidez a la hora de construir la historia. Insisto en que ha llegado al tono al que llegaron en las dos últimas películas de Harry Potter en mucho menos tiempo, y precisamente por ello sospecho que a muchos espectadores que quizá esperaban un ritmo más lento del progreso de personajes e historia les ha pillado de improviso esta maduración drástica de la primera a la segunda película de la saga. Vemos aquí un proceso de aceleración de la propuesta que no estaba en la anterior, pero responde a la propia personalidad diferenciada de esta serie de precuelas de las películas de Harry Potter.
Conviene aclarar que estamos ante dos sagas distintas, con pautas distintas de desarrollo de trama y personajes. Aquí ha ocurrido respecto a las expectativas de algunos espectadores lo que ya ocurriera con la película de Cuarón, la tercera de la saga de Harry Potter, la que ingresó menos dinero de todas, y sin embargo una de las mejores, y la que comenzó el camino hacia las propuestas más oscuras y siniestras de la saga.
Obviamente no creo que sea la película de Harry Potter que esperan ver los niños. No hace concesiones a la galería. Mete algún animalillo para justificar el título, apariciones de criaturas bien dosificadas, que están ahí pero no molestan al argumento principal.
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En lo referido a su tema, acierta de lleno centrando su asunto y el de toda la saga, en un ejercicio que completa la presentación de personajes de la primera película y mejora el nivel del nuevo ciclo de precuelas. Rowling se enfrentaba a tener que fijar la identidad de unos personajes nuevos, y astutamente hace de esa búsqueda de identidad el tema central. Credence busca sus orígenes y es el epicentro de este segundo capítulo. Pero esa misma búsqueda es la que se aplica al resto de personajes principales, todos los cuales hacen un viaje en esta entrega. Newt y su hermano, Leta Lestrange, Tina, Queenie, Jacob… Por cierto, quien quiera entender mejor por qué digo que es mejor que la película anterior, lo tiene fácil: que simplemente compruebe cómo maduran ese dúo de Queenie y Jacob, y cómo la principio de la película hay un momento que parece un eco distorsionado y exagerado, vía hechizo, del trajín romántico que se traían en Animales fantásticos y dónde encontrarlos. El viaje de crecimiento como personaje de Queenie es un ejemplo del viaje de maduración como personajes que hacen todos los personajes principales en esta película. Cuestión de arco de desarrollo. Y de recoger lo sembrado. Hasta el personaje del escarbato tiene su función más allá de ser la mascota simpática. Todo se aprovecha. No hay concesiones a la galería de público infantil. Se modera el aspecto “zoológico” del asunto aunque se mantenga como fondo (no olvidemos que el propio Credence es un Obscurus), y la propuesta crece con un Jude Law que borda al joven Dumbledore y un Johnny Depp que está en el centro de la polémica por sus disparates de vida privada pero es muy sólido como antagonista de esta película. La presentación y desarrollo de esos dos personajes está entre lo mejor de la película y resulta prometedora de cara al futuro, aunque lo más prometedor para próximas películas es el desarrollo del personaje de Credence.
Miguel Juan Payán
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