Crítica de la película Animales sin collar
Directa a la boca del estómago, una contundente película. Con una trama que comienza como un drama, se convierte en un thriller y acaba como análisis político de una sociedad, la nuestra, que está llena de secretos y mentiras. La película lo hace con sencillez, sabiendo por quién y por qué apuesta, sin forzar las cosas y sin hacer que su esfuerzo nos resulte excesivo o recargado. Una historia de secretos y mentiras que muchos esconden debajo de la alfombra, y que tiene como telón de fondo el mundo de la política en Andalucía, con partidos ficticios, sí, pero personas de carne y hueso, muy reales, con dilemas que plantean situaciones que conocemos del mundo real hoy en día. O quizá no imaginamos, pero suponemos que suceden…
Animales sin Collar es la primera película de Jota Linares, director y guionista de esta historia sobre personas rotas, animales sin dueño, o que quieren serlo, que quieren ser libres pero la vida no les deja, no se lo permite. Algunos por las circunstancias de la misma intentan escapar con todas sus fuerzas, otros ni siquiera son conscientes de esa prisión en la que viven. Un político joven (Daniel Grao) acaba de llegar al poder en Andalucía. Su aparición ha sido una sorpresa para todos, y prepara enormes cambios en el poder y en la región. Quiere hacer las cosas bien, limpiarlo todo. Su esposa (Natalia de Molina) es el pilar en el que se apoya, y sin que él lo sepa, la guardiana de secretos que podría acabar con todo.
Natalia de Molina da vida a la auténtica protagonista de una historia en la que muestra ese portentoso talento que la ha convertido en una de las actrices jóvenes más solicitadas de nuestro país, y ganadora ya de dos Goyas antes de llegar a los treinta. La actriz se pone en el rol de abnegada esposa, de una mujer que ha dejado mucho por acompañar al amor de su vida a donde está ahora. Pero hay mucho más en ella, un poso de dolor y de ansias de libertas, que se siente desde los primeros minutos y se va revelando poco a poco. Grao está magnífico, y hace un esfuerzo enorme con el acento, pero hay que destacar el papel de Ignacio Mateos, motor de mucho de lo que pasa en la película.
Hay que destacar de Jota Linares su magnífico guión, su buena mano con el reparto y, visualmente, ese tono de western casi crepuscular que da a muchas de sus imágenes, ya sea en campo abierto o en mitad de una casa. Acelera la tensión entre los personajes de este peculiar thriller, en el que no sabemos cómo acabará la partida. Disfrazada de drama, vestida de western, con alma de suspense, Linares maneja esos elementos a la perfección para darnos una película en la que podemos vernos reflejados, y en la que podemos ver reflejado el mundo actual. Una excelente muestra de lo que puede dar el cine español, con mucha inventiva y una historia que contar.
Jesús Usero
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