Excelente propuesta de animación para adultos. No suele ser habitual, pero a veces alguien propone una muestra de cine de animación para el público adulto. No para toda la familia con tintes adultos, no. Directamente una historia enfocada para adultos, desde su concepción, guión y personajes. Por su lenguaje, por su desarrollo… Anomalisa es una película como cualquier otra (entiéndase esto, es diferente, pero su diferencia no reside sólo en la animación) pero animada. Pero siendo una película de Charlie Kauffman no podía ser como las demás. Es un profundo análisis de la soledad, de la búsqueda de identidad y del miedo, a través de un personaje que está demasiado alejado de la realidad, demasiado inmerso en sus propias miserias como para darse cuenta del mundo que le rodea.
Un hombre que viaja a una ciudad para dar una conferencia. Respetado y de éxito, para él en cambio su vida carece realmente de sentido. Todo el mundo le parece igual, todas las caras, todas las voces. Ni siquiera el reencuentro con su pasado arregla eso. Pero una voz en mitad de su hotel le hace pensar que puede haber encontrado a alguien distinto, alguien real. Alguien que le devuelva al mundo. Esa es la peculiar trama de Anomalisa (un juego de palabras que entenderán cuando la vean), lo que nos muestra una historia tan inquietante como profunda y poética en muchos sentidos. Con unos personajes que nunca son muñecos animados, sino personas reales, con sus problemas, sus miserias y su historia.
Basándose en su propia obra en audio, Kauffman une fuerzas con Duke Johnson para contarnos esta historia llena de tristeza y desesperación, con un trabajo de voz por parte del reparto, David Thewlis, Jennifer Jason Leigh y, sobre todo, Tom Noonan (hace el resto de voces de la película, sin importar sexo, raza o edad), que es digno de ser recordado. Con dosis de humor, pero sobre todo de ese universo peculiar de Kauffman donde todo es posible o imposible. Donde realidad y ficción se entremezclan y los personajes no pueden separarlas. Ni el espectador. Y apoyándose en un raro síndrome, Fregoli (como el hotel de la película, claro) que hace que quien lo sufre vea todos los rostros y voces como si fuesen idénticos.
El único problema con la película es que no necesitaba ser animada para contar esa historia. Es como si Kauffman necesitase destacar que es director, uno especial, y por eso utiliza la stop motion para su historia. No era necesario. La historia tiene la suficiente fuerza e interés como para ser independiente por sí misma sin necesidad de aderezos. Funciona no por la animación, sino por el guión, la dirección y los personajes, lo que la convierte en una película extremadamente interesante, brillante en algunos momentos, pero quizá demasiado ensimismada con su propia brillantez, lo que hará que parte de la audiencia, sobre todo si no son fans de Kauffman, desconecte de la película y no sea capaz de entrar en la historia. Y es una pena, porque merece mucho la pena hacerlo…
Jesús Usero
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