Thriller dramático que aprovecha la presencia de una excelente Noomi Rapace. De hecho de no ser por la actriz, es más que probable que esta película nunca hubiese llegado a estrenarse en salas de cine en España, o incluso en DVD. Desde que Rapace diese vida a la protagonista de Millenium y empezase a protagonizar éxitos de taquilla en USA, como Prometheus o Sherlock Holmes 2, su trabajo se ha hecho mundialmente famoso, y la cantidad de cine nórdico que nos llega ha aumentado considerablemente. Quizá no tenga nada que ver, quizá busquen repetir el éxito de Millenium. El caso es que ahora podemos disfrutar de Babycall.
Una película noruega que nos cuenta la historia de una madre y un hijo que se mudan huyendo de un padre abusivo que les ha maltratado a ambos durante años. La madre, paranoica y temerosa hasta del aire, compra un aparato de esos que sirven para escuchar a los bebés mientras duermen en otra habitación, para dormir sabiendo que su hijo está seguro. El problema llega cuando a través del aparato llegan sonidos terribles de otra mujer siendo maltratada. ¿Realidad o ficción? ¿Corre alguien peligro en el edificio o simplemente los demonios de esta madre han terminado con su cordura?
Más que un thriller la película parece un drama social, al menos en la mayor parte de su relato, y eso le resta eficacia al suspense cuando se presenta. Le resta credibilidad y fuerza a los momentos que más peso deberían tener de la película. Porque mientras se desarrolla el drama de esa madre que huye del dolor, del miedo, que apenas deja que nadie se acerque a ella, la película es mucho más interesante que cuando nos enfrentamos al misterio, a lo sobrenatural o no, al suspense en sí. Un drama que está apoyado también en la maravillosa interpretación no sólo de Noomi Rapace, capaz de parecer vulnerable y a punto de saltar como un animal herido en cada momento, sino también de Kritoffer Joner, que da a su personaje una humanidad enorme, haciéndole tan protagonista como el personaje de Rapace, con ese dilema moral sobre la eutanasia al que se enfrenta.
Tiene sorpresa final, pero diluida entre tanto drama, pese a lo efectiva (y efectista, para qué engañarnos) que es. Más que cine nórdico nos recuerda a las producciones japonesas de terror con las que comparte cierta temática, y un gusto por el terror sutil de las cosas comunes. Se nota el referente de películas como Dark Waters o The Ring. Pero a la hora de mostrarlo en pantalla está tan diluido ese terror, tan poco exhibido durante gran parte del metraje, que nos deja algo fríos. Tiene momentos, como Joner hablando con el niño en la casa, la primera noche de sonidos tras el babycall del título o el final, pero los hay más interesantes y mejor dispuestos en su faceta dramática (el viaje en autobús, la presencia de asuntos sociales, el rechazo al contacto con otras personas, el asunto de la madre de Joner o la cena entre ambos). El resultado es una película entretenida, potente por sus interpretaciones, bien construida y desarrollada, pero que necesitaba potenciar algo más algunas facetas para igualarlas al resto de la película.
Muy disfrutable, eso sí. Y hará las delicias de los fans de la actriz… y del cine noruego, que alguno habrá también. Aunque repito que es más japonesa que noruega…
Jesús Usero.
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