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lunes, diciembre 9, 2024
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Bad teacher **

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No hace mucho tiempo, como recordarán algunos, mi colega Miguel Juan Payán y yo repasábamos la comedia gamberra americana en uno de nuestros debates y acabábamos concluyendo que gran parte del espíritu de comedia salvaje se había trasladado de la gran a la pequeña pantalla, con series como The Big Bang Theory a la cabeza, tanto por sus actores como por sus excelentes guiones. Y algo así deben tener en mente los productores de Hollywood, que el verdadero talento para la comedia se encuentra en televisión, porque cada vez son más las películas que pueblan sus repartos con actores de telecomedias con dos claras intenciones, ampliar la taquilla al contar con los seguidores de cualquiera de ellos en la tele, y aumentar la calidad con gente dotada para la comedia. Y mucho.

Las estrellas cada vez más empiezan a forjarse en televisión y eso se nota, porque, sobre todo en el campo de la comedia, se facilita mucho ese acceso, ese salto entre medios. Hollywood cada vez más busca en la pequeña pantalla a sus cómicos. Es algo que hemos visto en Resacón 1 y 2. Y es algo que puede observarse en Bad Teacher, que es el perfecto paradigma de a qué me refiero. Porque hasta los guionistas vienen de televisión. Y cuando dentro de un tiempo llegue a nosotros la excelente Bridesmaids, volveremos a recalcar lo imprescindible que se está convirtiendo la televisión para la comedia. O al menos para la comedia de éxito. Y la de estrellas que están surgiendo de allí.

 

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En Bad Teacher es cierto que dos de sus protagonistas, Cameron Diaz y Justin Timberlake, vienen de otros medios. Ella siempre ligada al cine desde La Máscara, y él cantante y miembro de NSYNC antes que actor, aunque con todo sus apariciones en SNL son impagables. Pero lo realmente memorable de la película, su peculiarísimo grupo de secundarios e incluso algún protagonista, son 100% televisivos. Empezando por Jason Segel (Como Conocí a Vuestra Madre) y siguiendo con nombres como Phyllis Smith (The Office), Eric Stonestreet (Modern Family) o Thomas Lennon (Reno, 911), son sólo unos ejemplos. Incluso los dos guionistas son dos de los pesos pesados detrás de The Office. Así que el peso televisivo se nota y los mejores momentos de comedia de la película pertenecen a ellos.

Luego, sin duda, los ejecutivos de las grandes productoras, los estudios y las estrellas se meterán y harán que una película que podía ofrecer mucho más se quede a medio gas. O no, a veces los buenos se salen con la suya y las películas resultantes son simplemente geniales o muy buenas. Pero en el caso de Bad Teacher se nota que o bien el guión no ha sido todo lo pulido que debería o bien ha habido más de un cambio que ha acabado perjudicando a la película, haciendo que el resultado no sea ni la sombra de lo que podía haber sido. Porque reírte, lo que es reírte, te ríes bastante. Ahora bien, también nos reímos con SNL y eso no da para una película (o sí, si lo pilla Aaron Sorkin y lo convierte en una maravillosa serie de televisión, como fue Sunset Strip).

 

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El problema de Bad Teacher reside en que está poblada por personajes bizarros, fascinantes, locos, salvajes, irreverentes y bastante golfos en su mayoría. Pero el guión no tiene ni la más remota idea de qué hacer con ellos. La trama parece un mero apunte, una excusa para llevarnos de un sketch cómico a otro, sin importar lo que pase o lo que les suceda a los personajes, lo que provoca que nunca lleguemos a implicarnos del todo con los mismos. Que no nos importen por mucho que su concepción sea brillante. Si contamos que tarda un siglo en arrancar, que el personaje central es completamente insoportable (no Cameron Díaz, su personaje) y que no hay mucha evolución, pues no podemos tomarnos en serio nada. Si la comparamos con las antes mencionadas Resacón y Bridesmaids, ni es tan salvaje como la primera (aunque se lo crea) ni tan humana y cercana como la segunda. Es divertida y entretenida, sin más. Puro trámite para cumplir el expediente.

Y, repito, se lo debe casi todo a los actores televisivos. Jason Segel está magnífico e irreconocible para los que le conocen como el Marshall de Como Conocí a Vuestra Madre. De hecho, cuando no está en pantalla echamos de menos su presencia golfa, malhablada, políticamente incorrecta y con una mala leche brutal. El chiste del gimnasio con el alumno y su pelo, la discusión con otro alumno en el baile, sus continuas proposiciones indecentes, su forma sutil y sarcástica de mostrar la estupidez de otro personaje… Está magnífico y se convierte en el alma de la película, que gana mucho con él en pantalla.

Cameron Díaz y Justin Timberlake están muy bien también. Ella domina la comedia como pocas, y no ha tenido que enfrentarse a un guión tan vergonzoso como el de La Cosa Más Dulce. Él demuestra que puede ser actor, algo que los que vimos La Red Social, ya sabíamos perfectamente. Sus personajes, polos opuestos, son, como el resto de los que aparecen en la película, una suerte de frikis desatados. Pero entre Segel y la excelente Lucy Punch, o Phyllis Smith, pues no hay color.

También hay un abuso de chistes escatológicos que no vienen a cuento y que es confundir churras con merinas. Salvaje es ver a la profe enseñar a balonazos, no oír gases intestinales. Lo que queda al final es una comedia correcta y bastante divertida, menos boba de lo que podría parecer, pero que carece de los mínimos mimbres argumentales para ser una buena película. O una película. Es una sucesión de chistes (unos funcionan más que otros, pero los dardos dialécticos son muy buenos) que hará reír a los grupos de amigos, pero no les haría repetir la experiencia.

Con todo, dudo mucho que nadie vaya a pedir que le devuelvan el dinero de la entrada.

Jesús Usero

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