Sobresaliente final para la Trilogía Cornetto. Posiblemente la mejor de las tres. Hay que reconocer que, aunque adoramos las dos películas anteriores de tan curiosa forma de entender el cine y la vida, Shaun of the Dead y Hot Fuzz, no eran perfectas, aunque tampoco lo pretendían, pero sobre todo llegado un punto en ambas películas, sufrían un parón en el ritmo que las hacía más difíciles de seguir. Un parón no muy justificado que dejaba renqueando el resto de la película. En Hot Fuzz se convertía en un exceso de metraje, por ejemplo, mientras en Shaun of the Dead, una vez llegados al pub a la película le costaba demasiado volver a arrancar… La última entrega no es perfecta tampoco, pero es la más redonda y la mejor de las tres.
Si la observásemos sólo desde sus primeros compases, Bienvenidos al Fin del Mundo podría ser una comedia dramática sobre un grupo de amigos que se reúnen tras años sin verse, con uno de ellos que se niega a madurar pese a los desastres y errores cometidos, una mirada llena de nostalgia, de cariño por los personajes y de humor para recuperar el tiempo perdido en un viaje inolvidable para recorrer la Milla de Oro de los Pubs del pequeño pueblo de Newton Haven. Pero, claro, esto es una película de Edgar Wright protagonizada por Simon Pegg y Nick Frost. Así que a mitad de la misma tenemos robots que han sustituido a las personas del pueblo en una invasión alien. Así que el drama nostálgico se va por el desagüe… ¿o no?
Lo brillante del guión de Wright y Pegg es que sabe mantener en todo momento el tema de su historia, pese a las burradas que vamos viendo en pantalla. Tiene claro que su fondo está en la nostalgia de ese personaje que se niega a crecer o que es incapaz de hacerlo, en los errores del pasado, en el perdón y en la amistad que les unió durante años. La diferencia con la mayoría de películas es que hay robots llenos de pasta azul por el camino, humor, acción y personajes realmente peculiares (como el plan para sobrevivir a la noche… delirante). Y todo por hacer esa llamada Milla de Oro, la meta que parece imposible (además de una estupidez) alcanzar.
Claro, si a Frost y Pegg que ya sabemos que tienen una química brillante juntos, les sumas el talento de Paddy Considine, Martin Freeman, Eddie Marsan y Rosamund Pike, además de un par de cameos muy divertidos, te encuentras con una comedia aparentemente surrealista, pero con mucha miga, en la que es muy fácil identificarse con alguno de los personajes, o con la raza humana en general, ya puestos, en la que es también imposible no reírse, o pasárselo pipa con sus persecuciones, peleas (se nota mucho lo que ha mejorado Wright tras las cámaras) o peculiarísimos diálogos. Broche de oro a la trilogía, la mejor de las tres, aunque sea quizá la que menos sorprende, y todo un ejemplo a seguir. Que no sea la última que nos brinda esta gente aunque sea el final de una trilogía…
Jesús Usero.
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