Relato bien contado de una de las cumbres del tenis mundial. Hablamos de la final de Wimbledon entre Bjorn Borg y John McEnroe que supuso el quinto título consecutivo para el tenista sueco y un paso de gigante en la carrera del estadounidense camino de convertirse en el número uno del mundo. Cualquiera que me haya leído o escuchado durante todo este tiempo sabe que me encanta el cine deportivo, así que ya sólo por temática la película me tenía medio ganado. Quedaba comprobar si hacía justicia a la historia que pretendía contar, a sus icónicos personajes y a un deporte al que la gran pantalla no siempre ha tratado bien. O casi nunca ha tratado bien. Y es cierto que se convierte en una de las mejores películas sobre tenis de la historia…
Para ello se aprovecha de los dos actores protagonistas. Sverrir Gudnason es el nuevo Mikael Blomkvist en la saga Millenium, pero además de eso tiene un considerable parecido con el tenista sueco en la época que narra la película. Elegante, contenido, Gudnason encarla lo que era Borg, del mismo modo en que LaBeouf, en uno de sus mejores papeles, se convierte en la viva imagen del carácter de McEnroe. Quizá físicamente no es tan parecido, pero cada gesto, cada enfado en pista, cada vez que la ira parece desbordarle (o la decepción, o la impotencia…) es un perfecto reflejo de lo que era McEnroe en las pistas de tenis y fuera de ellas.
No están solos y la escolta del reparto de secundarios es brillante, aunque destaca ante todo el nombre del siempre maravilloso Stellan Skarsgard, ya que su relación con Borg desde la infancia es una de las piezas imprescindibles de la historia. El hombre que ayudo al tenista a convertirse en el número uno, a dejar las emociones de lado y ser una máquina de hacer tenis… Y pese al enorme trabajo de ambos y la historia, ahí es donde la película flaquea levemente. Es una película sueca, creada para mostrar la figura de Borg en uno de sus momentos álgidos, la épica de su victoria… Y sin embargo el personaje que interesa es McEnroe. La historia que tiene miga real es la del tenista americano.
Desde el inicio con la escena en la entrevista de televisión, vemos la frustración del personaje americano, cómo lucha contra sus propios demonios que se llevan lo mejor de sí mismo en la pista, ese continuo tira y afloja dentro de sí, y su relación con su padre. Sin embargo Borg resulta un personaje más plano, sin emociones, que por momentos se comporta como un engreído niño que aleja de su lado a los que más le protegen… Eso hace que al final en el momento cumbre, tenga más épica McEnroe que Borg, pero no le resta méritos a un buen drama deportivo con dos fantásticos actores protagonistas que, por fin, da algo de presencia de peso al tenis en el cine. A la altura de la Batalla de los Sexos, por ejemplo.
Jesús Usero
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