A apenas unos días del estreno en nuestro país de Capitán América: El Soldado de Invierno, su protagonista, Chris Evans, ha hecho unas declaraciones la mar de jugosas a la prestigiosa Variety, en las que anunciaba sus planes para dejar la interpretación y perseguir una carrera como director. El actor, que ha aprovechado sus vacaciones de invierno para dirigir, protagonizar y producir su primer largo, 1:30 Train, ha dicho que más allá de lo que está obligado por contrato a cumplir, que son las tres películas que le quedan con Marvel Studios (imaginamos que dos de Los Vengadores y una del Capi), no se ve persiguiendo una carrera como actor, pese a tener sólo 32 años, y que lo que piensa hacer es dirigir. Al parecer incluso si viniese un papel memorable, lo rechazaría, o al menos eso comenta que le ha dicho a su manager el propio Evans.
No voy a criticar la decisión de Evans ni mucho menos, aunque me parece algo precipitada. No son pocos los actores que han mantenido una carrera como actor y director al mismo tiempo (desde Woody Allen a Antonio Banderas, por poner sólo dos ejemplos) y que con 32 años, cerrar las puertas al mundo de la interpretación quizá sea prematuro, pero es su decisión o al menos eso dice el actor, y lo respeto. Lo que sí empieza a ser algo preocupante es la cantidad de actores metidos en el mundo del cine de cómics, que empiezan a decir que están cansados de repetir un papel o de lo que acarrea participar en largas sagas de cómic. Vamos a ver, si no querías, si no era lo tuyo, ¿para qué meterte a firmar un contrato por seis películas o incluso más? ¿Para qué quejarse luego y casi menospreciar tu trabajo con Marvel o DC? No son pocos los casos (Evans, Downey Jr., Bale…) y algunos deberían mirar el ejemplo de Hugh Jackman con Lobezno, que no sólo no se queja sino que parece encantado como un niño con zapatos nuevos cada vez que aparece en una película de X-Men. Cosas de Hollywood…
Jesús Usero
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