¿Cuáles son las posibles causas de las irrisorias cifras en taquilla y la fría acogida de la crítica a la que se ha visto sometida nuestra más cara producción? Con este reportaje pretendo esclarecer en mayor o menor medida los lodos del nuevo fracaso (y van…) de Roland Joffé.
Un film resulta todavía más decepcionante cuando el sinsabor viene producido por elementos que no se perfilaban en primer término como provocadores del disgusto. El hecho de que esta cinta suponga un fiasco absoluto no tanto por su marcado y poco escondido carácter de film panfletario, sino por una concatenación de errores colosales, es cuanto menos digno de estudio.
Sería recomendable eso sí, que el público se enfrentara al visionado de Encontrarás Dragones ataviado con la armadura del juicio objetivo. Dilapidar sin miramientos a un film que versa sobre el fundador del Opus-Dei resultaría lo más cómodo, fácil y hasta divertido. Sin embargo, poniéndonos serios e imparciales, Encontrarás Dragones no llega a alcanzar las cotas de subjetividad (bajo el modelo de nosotros somos buenos, y ellos muy malos) que se puede observar en Los Girasoles Ciegos, y de forma ya desmesurada y hasta irritante (por subjetiva, no por carente o llena de razón, eso a gusto del consumidor y de su ideología) en Camino.
Sí es cierto que hay un tufillo a encumbrar la vida y obra de Escrivá, y un par de escenas desmontan de cuajo la posibilidad de salir victorioso del dictamen de la neutralidad – véase la secuencia en la que los compañeros de Escrivá gritan con desasosiego que las milicias republicanas habían comenzado a matar sacerdotes, como si poco importara que estuvieran matando a panaderos o lecheros sólo porque ellos no llevaban colgando un rosario-, pero lo cierto es que el verdadero cáncer del film no es éste, algo que resulta realmente alarmante tratándose de una película realizada por el otrora muy respetado y respetable Roland Joffé.
Los handycaps de Encontrarás Dragones se cuentan por docenas:
1) Existe un verdadero caos en la dirección de actores: hay personajes que literalmente sobran (la mujer-novia-lío-qué sé yo del hijo revuelve pasados- aunque realmente, él también- el muchacho que lucha por el amor de la húngara republicana y un sinfín de personajes que aparecen en escena, dicen cuatro cosas que semejan serán importantes en el posterior desarrollo para después caer en la cuenta de que eran elementos insustanciales).
El problema no acaba aquí, pues más grave aún resulta el hecho de que los mejores actores son los más desaprovechados: Ana Torrent apenas sale en escena, y cuando lo hace nos regala unas caras de estreñida realmente perturbadoras. Jordi Mollá debió terminar el rodaje sin saber muy bien si tenía que aportar algo al film o simplemente fue a firmar el cheque. Unax Ugalde sale más, pero eso no es sinónimo de que sea favorable, pues su rol es lo más parecido a las posibilidades dramáticas que te ofrece un perchero. Geraldine Chaplin únicamente sale en una escena en la que por poco se estrella encima de un carromato y poniéndose mística (por decimocuarta vez tras el Orfanato, Imago Mortis…) para relatar a los protagonistas en versión infantes una fábula sobre dragones que parece más bien salida de la mente de Lewis Caroll.
Con este desaguisado, Joffé prefiere que carguen con el peso del film dos actores, que si bien no lo hacen del todo mal, carecen del carisma y las tablas suficientes como para encabezar el cartel de una producción que para lo que se hace en este país, es realmente ambiciosa. Vale que Wes Bentley nos regale una interpretación por encima de su propia media, pero esto no es sinónimo de redención teniendo en cuenta la escasa calidad de sus papeles para filmes del calibre de Johan Hex, Las Cuatro Plumas, Parking 2 o El Motorista Fantasma. El caso de Charlie Cox es todavía más sangrante, pues aparte de contar con una menor experiencia que la de su partenaire, su grueso de actuaciones se llena con filmes como Tirante el Blanco, El Punto sobre la I, Casanova o Stardust. Una vez se coloca semejante plantilla ante los ojos de la platea, las previsiones favorables comienzan a disiparse.
2) Serios problemas de guión y montaje de la película: pasan los minutos y el espectador se desespera porque las resoluciones de los múltiples conflictos no llegan. Por otro lado, ya no es que la película sea lenta y tediosa, que lo es, sino que aún por encima finaliza sin haber un mísero climax. Este fallo está relacionado estrechamente con el punto anterior, pues el hecho de que Joffé decida disponer de tal cantidad de personajes, de situaciones y de conflictos paralelos al más puro estilo de un serial televisivo provoca que al final se cumpla la suma de que “el que mucho aprieta poco abarca” pues el espectador acaba por no interesarse por absolutamente ninguno de los giros del guión, y acaba pidiendo a gritos que semejante ejercicio de masoquismo a la paciencia del espectador finalice cuanto antes.
Por otro lado, en incógnita queda quien fue el responsable de semejante escabechina en la sala de montaje. Recalco la idea de la estructura a modo de serial televisivo, con saltos de situaciones cada poco tiempo, lo que provoca que en cuanto ya estás asentado en ese conflicto te tiren de golpe hacia otro, al más puro estilo coitus interruptus. Para colmo, las constantes alternancias no son sólo de situaciones, sino también temporales, por lo que al final si no estás realmente compenetrado con el tema o no eres especialmente avispado, se te pase el barco.
3) Preocupante aroma a cutrerío: digo preocupante pues se supone que esta es la cinta española más cara de la historia. Conectado con el punto número uno, el hecho de que la película no cuente con una gran estrella internacional viene a dejarnos la primera pista. Si Alatriste contaba con Vigo Morttensen , Encontrarás Dragones se tiene que conformar con dos jóvenes y eternos secundarios.
Aún así, este hecho se podría pasar de largo y omitirlo a la hora de justificar la supuesta carencia de medios. Lo que sí que resulta destacable es el apartado de escenarios y/o localizaciones: La villa natal de los protagonistas cuenta con sólo la plaza del pueblo (con sus dos tienduchas) y una calle que se utiliza para la escena ya señalada de la carrera de los autos locos de Geraldine Chaplin y para el particular episodio de la Anunciación que vive Balaguer.
Una escena de guerra con una catedral de telón de fondo es lo más próximo a un escenario de carton piedra tampoco ayuda nada a desestimar esta idea. Y así, un largo etc.
El tema de los efectos especiales merecería una tesis y estudio aparte, pero se podría poner de ejemplo palmario una única secuencia: copos de nieve digitales 2.0 cayendo sobre las camas de un hospital. Nunca el Píxel lloró tanto…
4) La película paga o la inexperiencia o las ínfulas de experimentación de su equipo técnico: movimientos de cámara enrevesados sin ton ni son, abuso del primer plano hasta la extenuación, secuencias inverosímiles y sin explicación posible (la que da comienzo con la muerte de José María con el escenario en stop no tiene ningún tipo de razón y su posible simbolismo no lo justifica en absoluto) y algún que otro momento estrella: el paseo en descapotable por las calles de Madrid del hijo de Manolo y su rollito o lo que quiera Dios que sea esa fémina y esa cámara presumiblemente en mano con una fotografía que parece de película amateur (por no decir película de amiguetes) es merecedor de la mayor de las desaprobaciones. Está muy bien que algunos profesionales quieran experimentar, pero se supone evidente que ponerse con algarabías insulsas nunca lleva a nada.
Por esto y por mucho más Encontrarás Dragones se presenta como un producto de calidad, pero su resultado resulta todavía más engañoso que su propio título (quizá sea preocupante, pero un servidor no encontró tampoco justificación para este epíteto más próximo a una película de la Walden Media, pues aunque se explica al comienzo y al final de la misma, una vez más la exculpación de su simbolismo queda en interrogantes). Quizá lo que me falte sea fe y podría ser que ese sea en verdad la única razón por la que Encontrarás Dragones me pareció la escenificación del mayor de los pecados: el del bodrio vestido de supuesta calidad. Y es que ya se sabe: aunque la mona se vista de seda, mona queda. El caso es que a mí no me apetece rezar ni tan siquiera por Joffé, así que sólo me resta decir: Ite missa est….aunque yo no me voy nada contento la verdad. Amén.