Crítica de la película 1917
Sam Mendes nos sumerge en la Primera Guerra Mundial con brillantez.
1917 llega a España en 2020 pero es una de las películas que debería estar muy presente en las listas de premios anuales de 2019. Es brillante, y en nuestra cartelera figura ya en mi lista como una de las mejores películas de 2020.
Mendes acierta a articular visualmente su película de viaje por los paisajes de la Primera Guerra Mundial sobre el plano secuencia, dado que solo así podía mostrar esta fábula antibelicista cubierta con el manto de la metáfora y que en todo momento apuesta por la vida frente a la muerte en una forma absolutamente inmersiva para el espectador.
Además sobresale en la forma en que truca los planos secuencia que se constituyen como su principal herramienta para meternos de cabeza en las trincheras, partiendo de una secuencia inicial bucólica, de paz absoluta, en la que dos soldados que van a ser nuestros guías por el infierno de la Gran Guerra, dormitan. Desde ese primer momento empieza a imponerse el dominio del lenguaje del director. Incluso nos marca cual de los dos es el protagonista de su historia, que es la de un héroe en clave de redentor que “muere” varias veces a lo largo de su viaje y desde esos sacrificios se convierte en un dador de vida, no un repartidor de muerte.
El héroe “despierta”, es reticente a aceptar su misión, como corresponde a los códigos narrativos del viaje del héroe, pero al mismo tiempo queda señalado como protagonista y líder tanto a través del diálogo como de la evolución en el poder dentro del plano que le va otorgando el director a medida que el viaje avanza (el encuentro con los enfermos es clave en ese sentido, porque pasa a primer plano).
Los árboles que representan la vida, cortados en el jardín y posteriormente con las hojas flotando en el río, recordándole la promesa hecha, y dándole fuerzas en el tramo final de su viaje, y la leche, ambos elementos de color blanco, se emparejan con elementos de muerte en esta danza macabra, este poema de vida y esperanza en el infierno de la violencia extrema de la guerra, cuyas consecuencias se nos muestran casi desde el primer momento.
Somos arrancados de ese paisaje bucólico del campo para seguir a los personajes en su zambullida en el horror del laberinto en el que continuamente se nos van a aportar metáforas visuales de vida frente a la muerte, como si se nos obligará a escoger entre una u otra. La mezcla de géneros, del bélico a la aventura y desde la aventura al horror y el drama, cerrando con un tercer acto de desenlace en clave épica construida con un personaje desarmado, es otro de los aspectos que el director domina a la perfección en este trabajo. Dato a tener en cuenta: los personajes avanzan hacia cámara siempre, esto es, entran físicamente en el territorio del horrro y éste está situado al otro lado de la cuarta pared, es decir.
Me parece curioso porque es como si al zambullirse en el horror de la guerra, y hacer que ese horror esté situado en la primera parte del relato en el territorio del espectador, da la sensación de que nosotros somos el enemigo, con toda esa carga de violencia que podemos haber llevado al cine anticipando una película bélica, pero a medida que el viaje progresa empezamos a mirar la guerra de otro modo, nuestra posición como espectadores ante el plano cambia a una mirada lateral, o incluso progresa hasta que contemplamos la batalla en el aire que acaba trascendiendo en tierra de manera dramática en un momento clave de la película en el que pasamos a mirar desde el lado de los dos soldados con los que arrancó la historia.
Mendes trabaja con la profundidad de campo jugando con la imagen del cementerio como advertencia de lo que va a ocurrir, y es significativo el empeño en aplicar travelling circular en dos secuencias que son precisamente la oposición de la muerte y la vida (el herido en las tripas, la niña).
Es interesante ver cómo Mendes trabaja con la luz haciendo un recorrido por distintas propuestas que remiten a distintas influencias pictóricas, dominando el tenebrismo del barroco, iluminando o sumiendo en sombras a los oficiales y los dos soldados al principio, en el momento en que les dan la misión, o en el encuentro con la muchacha.
Hay mucho y muy bueno en esta película. Hay mucho que reflexionar sobre ella. Es un gran trabajo visual que además posee un muy interesante contenido.
Es una de las mejores películas sobre la guerra que he visto.
Miguel Juan Payán
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