Crítica Bodegón con fantasmas película dirigida por Enrique Buleo con Jordi Aguilar, Eduardo Antuña, Enric Benavent
Una película ingeniosa y humana sobre la vida, la muerte y el más allá, en La Mancha profunda.
De qué va Bodegón con fantasmas
En un pequeño pueblo de La Mancha, los vivos y los muertos conviven de una particular forma, y unos y otros se enfrentan a los distintos problemas que conlleva su condición, unos porque la vida es muy compleja, otros porque la muerte tampoco es sencilla. Todo ello narrado a través de cinco historias distintas.
Una ópera prima ejemplar
Conseguir realizar una ópera prima en nuestro país no es nada sencillo. Que la misma sea, además, una excelente película, es un triple salto mortal con tirabuzón que muy pocos consiguen. Por eso el trabajo de Enrique Buleo en Bodegón con fantasmas, su debut en el largometraje, es tan encomiable. No sólo porque tiene muy claro la historia que quiere contar, sino porque sabe ponerla en pantalla con una narrativa eficaz, un guión sensacional, unos personajes maravillosos y cercanos, y un mensaje, que nunca pretende dar un sermón al espectador, efectivo y realmente divertido, que nos hace pensar. Una obra cercana al costumbrismo de Berlanga y Azcona que merece no pasar desapercibida.
Y sorprende, por el tipo de historia que nos está contando, por el tipo de personajes que pone en pantalla, por la madurez narrativa que presenta y por el buen uso de los tópicos sobre la España (o La Mancha) más profunda. Todo lo que presenta el cineasta en su película se ve y suena a verdad. Ese pequeño pueblo es perfectamente reconocible, desde las fachadas de las casas a sus calles, pasando, cómo no, por sus peculiares personajes. Un tipo de personaje habitualmente olvidado por el cine, que aquí es recuperado para ser los protagonistas de estas cinco historias tan interesantes como, por momentos, hilarantes.
Bodegón con fantasmas realmente hace honor a su título. Nos encontramos ante un fresco de la vida en un pueblo en el que hay, o no, fantasmas. Los que habitan o creemos que habitan el lugar, y los que llevamos todos dentro. Desde esa mujer que vive encerrada por la vergüenza de un hecho del pasado, a ese cura que no sabe qué creer, pasando por una pareja que se prepara para la tragedia, una mujer que busca el amor en el más allá, o dos hermanos que intentan engañar a una familia con la excusa de contactar con un familiar perdido…
Un reparto no muy conocido pero que aporta veracidad
Aunque hay nombres y rostros reconocibles dentro de la película, no hay grandes estrellas (en el sentido de nombres conocidos por todos) en la misma, y eso juega a su favor. Quienes están aportan un punto de realismo y veracidad a la historia que nos están contando. Se respira un aire de naturalidad en la forma en que se enfrentan a los personajes nombres como Nuria Mencía, José Carabías, Fernado Sansegundo, Pilar Matas, Eduardo Antuña o Consuelo Trujillo, por mencionar sólo algunos de este reparto coral, que desarma al espectador. Y los diálogos ayudan muchísimo con la historia.
Unos diálogos frescos, creíbles, sinceros… Honestos. Así la película, con su naturalismo, nos habla no sólo de la vida y la muerte, y cómo la encajamos, sino de la fe, la familia, las relaciones personales, nuestra forma de enfrentarnos al mundo… Sin discursos, como decíamos, simplemente dejando que las cosas sucedan ante nuestros ojos. Y con el arrollador sentido del humor que tiene la película. Es cierto que alguna de las historias tiene menos interés que el resto, pero, en conjunto, Bodegón con fantasmas es una magnífica película que habla mucho y muy bien de quiénes somos en nuestro país.
Jesús Usero
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Crítica Bodegón con fantasmas
