Crítica de la película Los dos Papas
Fascinante reflexión sobre la fe que se apoya en dos genios de la interpretación.
La nueva película de Netflix, Los Dos Papas, hace un viaje al pasado reciente para mostrarnos una charla entre el Papa Benedicto XVI y el Papa Francisco, cuando este último todavía era cardenal. Una charla sobre la fe, la Iglesia y el futuro de ambas, representado en la figura de dos actores simplemente brillantes y con un director, Fernando Meirelles, que no podría estar más alejado aquí temática o visualmente de sus trabajos más conocidos como El Jardinero Fiel o Ciudad de Dios. Salvo en el hecho de saber obtener de sus actores la mejor interpretación posible, algo que sin duda ha logrado en su nueva película. Una historia, eso sí, que muchos no aceptarán porque va dirigida, principalmente, a la gente creyente y católica.
La historia es sencilla en apariencia. El nuevo Papa, Benedicto XVI, es elegido y Bergoglio, el cardenal argentino que podía haber sido Papa vuelve, decepcionado, a su tierra, donde retoma sus labores como cura. Algunos años después, es llamado al Vaticano para reunirse con el Santo Padre. Algo que el cardenal lleva tiempo intentando sin éxito. Su idea es retirarse, dejar de ser cardenal y concentrarse sólo en el sacerdocio. Pero Benedicto tiene una idea muy distinta. Una idea que en unos días de reuniones y charlas privadas irá tomando forma y que cambiará a la Iglesia con un nuevo Papa, sin que el otro deje de serlo. Por primera vez en 700 años un Papa deja su puesto…
Parece sencillo pero no lo es. Mantener la atención de la audiencia durante dos horas con esa premisa es complicado. Habrá quien no tenga el más mínimo interés en la religión o en el cristianismo hoy día. Y habrá quien piense que una trama centrada en una discusión, a todos los niveles, entre dos personajes, es sinónimo de aburrimiento. Y ambos se equivocarían. Porque si bien es cierto, y es uno de sus mayores pecados, que la película a veces parece un anuncio de propaganda de la Iglesia, también lo es que no duda en meter el dedo en la llaga (los escándalos de abusos a menores, los económicos, lo arcaico de sus ideas… todo se pone sobre la mesa), y que además tiene humor, profundidad y dinamismo suficiente como para jamás hacerse pesada o aburrida…
Se trata de una partida de ajedrez liderada por Anthony Hopkins como Benedicto, y Jonathan Pryce como Bergoglio, que además nos lleva de camino al pasado a unos flashbacks sobre la juventud del Papa Francisco que comienzan titubeantes, pero consiguen tener una fuerza brutal cuando habla de la dictadura en Argentina. Los dos actores brillan maravillosamente entre un guión perfectamente diseñado, y aunque a veces se note mucho el doblaje al español que le dan a Pryce, el resto de la película es tan fascinante como única. Un contenido viaje al corazón de la fe y la Iglesia Católica. Una promesa de cambio. Y un fascinante choque entre dos actores simplemente únicos.
Jesús Usero
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