Crítica de la película Frozen 2
Mejor que la primera en casi todos los aspectos.
Evidentemente no soy el público al que va dirigida esta película o su primera entrega. Una historia familiar siempre, que además cautivó por otros motivos a otra parte de la audiencia que vio en Elsa el reflejo de una sociedad que no acepta a lo diferente, ni siquiera ella misma era capaz de aceptarse, algo que sigue explorándose en la secuela y que se ha convertido no sólo en referencia y referente, sino en algo más. Como la canción Let it go, un himno y una de las canciones icónicas de Disney. La más icónica de los últimos años, sin duda, y capaz de competir con los clásicos musicales de la compañía. Frozen consiguió lo que por ejemplo Enredados no fue capaz. Trascender la pantalla y convertirse en un fenómeno de masas gracias a esos aspectos. Pese a que Enredados era mejor película…
Frozen II parece tener claro de dónde viene y está dispuesta a tomar algunos riesgos más. La primera película tenía una trama demasiado previsible, algunos personajes demasiado planos y otros literalmente extraídos de Enredados y plantados con pequeños cambios en la película (el reno, por ejemplo). Tenía poderío visual, personajes preparados para encandilar a los más jóvenes (Olaf) y el tema de la nieve perfecto para las navidades, además de la historia entre hermanas. Y unas gotas de romance. La secuela no quiere apartarse de nada de aquello, pero da un paso al frente y se plantea dudas sobre los personajes, sobre su origen y su destino. No quiere que Elsa se conforme con ser aceptada, quiere que busque quién es realmente. Y quién es Anna.
Un nuevo viaje iniciado por un cuento que les narraron de niñas y por un canto de sirena que acaba poniendo al reino de nuevo en peligro y llevando a los protagonistas a un bosque encantado, anclado en el tiempo desde hace décadas. Ahí es cuando Frozen II empieza a derrotar claramente a la primera entrega. Visualmente es portentosa. El éxito permitió un mayor despliegue todavía, más viajes de investigación, más riqueza en el mundo que presenta. Un mundo no siempre nevado, no siempre bello y a veces mucho, mucho más aterrador que el de la anterior película. La escena frente al mar, el bosque, el relato del pasado… Todo es aún más rico y vivo. Y aunque no hay una canción que se vaya a convertir en un himno como Let it Go, Show Yourself me parece mejor canción, más emotiva, al igual que la nana o la más popular, Into the unknown.
Hay menos humor porque Olaf aparece menos, y el público adulto lo agradece. La historia es más compleja, más interesante y rica, pero eso supone un problema para los más jóvenes. Es demasiado complicada para ellos. Tiene demasiados giros, recovecos, cambios y engranajes que encajan cuando recuerdas lo que te contaron al minuto dos. Y muchos niños se perderán en ese camino más pensado para el público adulto. Para los millones de fans que conectaron con la película y su mensaje. Un mensaje que cala más hondo aquí. Pero a los niños les importará menos y, quizá, les gustará menos. Además hay dos números musicales que sobran y uno es, directamente, terrible, lo que provoca que el ritmo se resienta mucho. Cuando más interesante se ponen las cosas, nos paran con dos canciones que no aportan más que cumplir la cuota de que todos los protagonistas tengan su número musical. Además toma riesgos sí, pero calculados. Muy, muy medidos. Sabiendo que no arriesga nada y recogiendo cable cuando lo hace (ya lo entenderán). Así queda por encima de la anterior, pero por debajo de otras películas del género, como Cómo Entrenar a tu Dragón, quizá a la que más recuerda.
Jesús Usero
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