Crítica Gladiator II película dirigida por Ridley Scott con Paul Mescal, Pedro Pascal, Connie Nielsen, Denzel Washington
Ridley Scott vuelve a la antigua Roma para darnos una de las películas más espectaculares del año.
De qué va Gladiator II
16 años después de los hechos vistos en la primera entrega, Lucio regresa a Roma tras años alejado del Imperio, convertido en otra persona y en gladiador del Coliseo, con dos emperadores al frente de todo, con la idea de consumar su venganza contra aquellos que le quitaron todo lo que tenía, y con la presencia de nuevos y viejos rostros que le acompañarán en su viaje.
Ridley Scott, en plena forma
Si alguien duda de la capacidad de Ridley Scott para seducir al espectador, que vea Gladiator II y disfrute. Simplemente eso, que disfrute. La larga carrera del octogenario director inglés ha estado llena de altibajos, por supuesto. Hay que recordar que sus tres primeras películas fueron Los Duelistas, Alien y Blade Runner. Mantener el ritmo desde ese momento es complicado. Pero por el camino llegaron películas realmente brillantes como Black Hawk Derribado, Los Impostores, American Gangster, Red de Mentiras, Marte o El último duelo, por no nombrar aquellas que son entretenidísimas de ver, aunque quizá no tan brillantes. Y, por supuesto, Gladiator.
Mantener una carrera así no es nada sencillo, y para aquellos que, tras las dudas surgidas con Napoleón, dudasen de su talento o de si le quedaba chispa al director, llega Gladiator II para borrarlas por completo. Una película creada para llevar al espectador en volandas de inicio a fin con una historia atractiva, unos personajes atractivos y algunas de las escenas de acción más espectaculares que hemos visto en años. Un viaje que no pretende revolucionar la vida de nadie, aunque haya una declaración implícita sobre la libertad y la pérdida de derechos muy válida en nuestros días, sino simplemente a entretener. A emocionar visualmente a la audiencia.
Paul Mescal brilla, pero es Denzel Washington quien se lleva el gato al agua
Scott es más que inteligente y sabe que nada ni nadie puede reemplazar la presencia de Russell Crowe en la piel de Máximo. Por eso se apoya en ella y dispone su sombra sobre los personajes de esta secuela. Máximo puede que no esté, pero se siente. Y no se trata de sustituirle, sino de encontrar quien mantenga su legado. En ese sentido, Paul Mescal es una apuesta distinta y brillante. El joven actor ha destacado en cine independiente de enorme calidad como Aftersun, Desconocidos o La hija oscura. Esta es su primera superproducción y cumple de largo, tanto a nivel físico como emocional. El legado de Máximo está a salvo con él.
No está sólo ni muchísimo menos, y el reparto brilla con nombres como Pedro Pascal, Connie Nielsen, Joseph Quinn, Fred Hechinger, Peter Mensah, Derek Jacobi, Rory McCann o Matt Lucas. Todos están magníficos y entienden que sus personajes se deben al espectáculo, a este circo romano dirigido por Scott. Pero quien se lleva el gato al agua, quien brilla y hace que todo sea mejor, es Denzel Washington. Uno de los mejores actores del mundo, nos deleita con un personaje que disfruta en cada escena y que nos hace disfrutar con sus conspiraciones, sus manipulaciones… Es una maravilla verle en un papel como éste. Una auténtica gozada.
Visualmente maravillosa, aunque ya conozcamos la historia
No es que precisamente la historia vaya a sorprendernos en líneas generales. No lo busca, tampoco. Quiere mantener la línea de la primera entrega y ya. El sueño de Roma, un gladiador en busca de venganza, la tiranía del imperio… Si funciona, ¿para qué cambiarlo? Hay sorpresas, de verdad que las hay, algunas muy gratificantes. Pero el guión no es por lo que recordaremos esta película. Es correcto, y ya. ¿Por qué la recordaremos? Por el espectáculo visual. Pan y circo, que dirían los propios romanos.
La película goza de un ritmo sensacional, que no se para durante muchos instantes. No da respiro al espectador y nos transporta durante sus dos horas y media a la Roma del Coliseo Romano. Gladiator II es arrebatadoramente bella, con un despliegue visual magnífico que muestra uno de los aspectos en los que la carrera de Scott siempre ha destacado. Pero además es violenta, sangrienta, entretenidísima y espectacular. Algunas de las batallas en el Coliseo, o fuera de él, son increíbles y nos dejarán sin aliento (lo de los barcos es para estudiarlo, de verdad…). El resultado es simplemente una de las películas que este año merecen ser vistas en una sala de cine, sí o sí. No, no es mejor que la anterior, ni la iguala. Pero se queda cerca…
Jesús Usero
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Crítica Gladiator II