Crítica La fiebre de los ricos película dirigida por Galder Gaztelu-Urrutia y protagonizada por Mary Elizabeth Winstead, Lorraine Bracco, Timothy Spall y Rafe Spall.
Vertiginosa e inteligente película sobre un virus que ataca a los millonarios.
De qué va La fiebre de los ricos
Laura (Mary Elizabeth Winstead) es una profesional de éxito, que dirige con mano de hierro la política de contenidos audiovisuales de una plataforma internacional. El ascenso de esta ejecutiva no conoce límites, y esto se confirma cuando su jefe la nombra socia de una nueva y rompedora filial de la empresa. Pero todo se tuerce cuando comienzan a enfermar y a ser perseguidas las personas más acaudaladas del planeta.
Laura es poseedora de una fortuna más que importante, por lo que el tiempo corre en su contra. A partir de la constatación de la mencionada y asfixiante pandemia, la protagonista intenta escapar a un lugar seguro, para no acabar siendo confinada en uno de los múltiples campos en los que están hacinados los que aparecen en la lista Forbes.
Crítica La fiebre de los ricos
Galder Gaztelu-Urrutia monta una interesante reflexión sobre la posibilidad de que la riqueza se convierta en un elemento de marginación, como respuesta al capitalismo salvaje que suelen defender los adalides del liberalismo económico que manejan el planeta en la actualidad. El cineasta español diseña una pesadilla desconcertante, donde los multimillonarios se pelean por deshacerse de sus gigantescas fortunas; y lo despliega a través de un juego discursivo vertiginoso, que plantea el ascenso de la pobreza como un valor destinado a la supervivencia de la humanidad.
La falta de escrúpulos y la laxitud de moral que dominan la existencia de la protagonista y de su elitista círculo de colaboradores y jefes sustentan la tesis central del inquietante argumento de La fiebre de los ricos, comportamientos que explican directamente la existencia de un virus que transforma a los multimillonarios en parias sociales, afectados de una extraña enfermedad endémica.
Esta realidad choca frontalmente con el cambio de perspectiva de la emigración, según se entiende en el momento presente; ya que la película muestra el viraje migratorio no autorizado de los “nuevos” ilegales que pretenden huir de las naciones ricas, los cuales que solían apoyar la expulsión de los que venían al primer mundo en pateras, y cerraban los ojos a los sin techo que deambulaban por las calles de las metrópolis en las que ellos se divertían sin límites.
Para desplegar la tensión adecuada, Gaztelu-Urrutia crea un personaje tan sólido y coherente como el de Laura: una alta ejecutiva acostumbrada a pisar a los demás, que tiene que esconder sus éxitos profesionales para ocultar su condición de señora adinerada. Dentro de un rol tan extremo, Mary Elizabeth Winstead realiza una interpretación precisa y escalofriante, plagada de gestos que marcan la psicología de una fémina ambiciosa, acostumbrada a batallar hasta el final para salir airosa de cada una de las situaciones que se le presentan; una mujer obsesionada con triunfar dentro de un mundo de tiburones abonados al nepotismo de los árboles genealógicos.
El director responsable de El hoyo sigue a Laura y a su familia con determinación, para escenificar los cambios que se operan en cada uno de ellos; al ritmo que se transforman las preferencias de la escala social y de su entorno más inmediato.
Te gustará si te gustó…
La fiebre de los ricos, debido a su desconcertante de su propuesta, puede tener una cierta relación temática con el criticismo social de El triángulo de la tristeza, de Ruben Östlund.
Jesús Martín
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