Crítica de la serie Los Favoritos de Midas
Thriller inteligente y bien servido de la mano de Mateo Gil y un fantástico reparto.
Podemos decir que aunque Los Favoritos de Midas está claramente anclada en la realidad y algunos de sus elementos suenan a cosas que vemos en las noticias, su componente de ficción es muy marcada y nos separa al mismo tiempo del Madrid que conocemos. Una curiosa disociación que no evita que pensemos continuamente si lo que estamos viendo es real o podría serlo. Manifestaciones en la calle contra una sociedad secreta poderosa y que lo controla todo. ¿Qué es real y qué es ficción? La serie se basa en el relato corto de Jack London, que no está entre los más conocidos del autor, lo cual ayuda a la hora de tener un elemento sorpresa imprescindible.
En un Madrid plagado de manifestaciones contra el gobierno y la situación actual, con un aire de crispación y de violencia que se nota en las calles, un empresario empieza a ser chantajeado por un grupo de gente que se hace llamar Los Favoritos de Midas. Su intención es que les dé una enorme cantidad de dinero, y si no lo hace, una persona morirá. Una persona aleatoria, elegida al azar, sin relación con el empresario o con Los Favoritos de Midas, así que… ¿por qué debería importarle? ¿Por qué debería importarnos la vida de cualquier desconocido? Todo ello con el periodismo como telón de fondo, con lo que implica para un periódico en realidad ser parte de un gran grupo de comunicación, liderado por este empresario.
Para que Los favoritos de Midas funcione se necesita de un gran reparto. Uno liderado por Luis Tosar, a quien consideramos no sólo uno de nuestros mejores actores en la actualidad, sino uno de los mejores actores internacionales. Su trabajo es magnífico, como siempre, y le da un poso y una credibilidad a cualquier personaje que hace muy sencillo para el espectador participar en el viaje que emprende. Aquí está muy bien acompañado, porque si la calve es el personaje de Tosar, no es menos importante la relación que establece con dos personajes el de Willy Toledo, en un papel magnífico y que no se parece a nada que le hayamos visto hacer antes, y el de Marta Belmonte, una actriz que no hace más que seguir creciendo y que aquí es la parte más idealista de la historia. Sería injusto olvidarnos de Marta Milans, que debería aparecer más en la serie…
Mateo Gil, junto a su guionista Miguel Barros que es quien le presentó la historia hace casi 20 años, consigue atraparnos en este Madrid a punto de explotar con un grupo de personajes que nos plantean muchas dudas sobre la moral, la ética, lo correcto y lo incorrecto, lo que somos y lo que aspiramos a ser, además de nuestros propios límites. Y lo hace con un excelente aire de thriller que, si bien resulta algo tramposo, funciona como un reloj y nos lleva a lo largo de sus seis episodios dejándonos con más, sobre todo con ese final. Una nueva apuesta de Netflix por nuestras series y un proyecto más que interesante.
Jesús Usero
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