Crítica de la película Los Nuevos Mutantes
Simpática y entretenida, pero pudo ser mucho más.
En las tripas de la película de Josh Boone hay encerrada una nueva forma de entender el género de superhéroes que no termina de salir a la luz porque, tras dos años de retrasos por uno u otro motivo, la película está evidentemente recortada para que dure poco más de 90 minutos y todas sus piezas encajen. Para mojar los pies en la orilla, pero nunca zambullirse en las aguas que plantea. ¿Es una película de terror? No, sigue siendo cine de aventuras y sus elementos de terror acaban diluyéndose debido a ese montaje. ¿Es mala película? Ni por asomo, pero siempre queda la sensación extraña de lo que pudo ser. De imaginar qué escondía realmente Los Nuevos Mutantes en su interior.
Una joven mutante que desconoce cuál es su poder, es acogida en un centro, un viejo hospital, donde residen otros cuatro jóvenes mutantes con pasados tormentosos y violentos. La instalación casi parece una cárcel de la que no pueden escapar, con una celadora que controla todos sus movimientos y que no saben realmente para quién trabaja aunque lo intuyen. Con la llegada de la joven unas terribles pesadillas ligadas a su propio pasado, empiezan a acechar a los jóvenes, convirtiéndose en un peligroso elemento dentro del lugar, porque no hay a dónde huir. Y en todo ello encontramos elementos de Jóvenes Ocultos, Stranger Things, el cine de los 80 y, sobre todo, Buffy Cazavampiros, serie de la que toma muchos elementos tonales e incluso visuales. Como aquella también tomó de los cómics de X-Men y Los Nuevos Mutantes, aunque ciertos personajes diesen más miedo en la serie de tv.
El hecho de que la película tenga un presupuesto discreto no supone un problema. Podría parecer el piloto de una serie de tv, pero tiene empaque suficiente y Boone aprovecha sus recursos bastante bien. Uno de esos recursos es su reparto, donde especialmente brillan tres nombres. Por supuesto Charlie Heaton y Maisie Williams son clave en la película y perfectos para sus torturados papeles, pero la reina sigue siendo Anya Taylor-Joy y su personaje. Que pese a no ser el centro de la historia, roba el protagonismo en cada plano. Son personajes muy arquetípicos, pero Boone sabe hacerlos crecer y los actores jugar con ellos para que sean interesantes para la audiencia.
Aunque con las escenas de acción no se desenvuelve tan bien el director de Bajo la misma Estrella. Algunas son confusas y demasiado oscuras. El ritmo funciona, pero el final es algo anticlimático. Pero su verdadero problema, lo que hace que baje de golpe en su calidad es aquello que promete (las pesadillas, los pasados de los jóvenes) y que nunca termina de explotar. Lo presenta, da un par de pinceladas (la mina, el baño, la piscina) pero sólo son retazos de lo verdaderamente importante. De la miga a la que nunca llega. Se queda en un mero intento sin lanzarse al agua finalmente. Eso elimina el componente de terror y nos deja una aventura con ritmo, simpática, pero que encerraba mucho, mucho más. Y nunca llegó a darlo.
Jesús Usero
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