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Crítica Suzume No Tojimari película dirigida por Makoto Shinkai
Makoto Shinkai vuelve a hacer una joya de la animación.
El director japonés de animación tiene un récord casi perfecto de películas maravillosas, muchas de ellas llegadas a nuestro país en preciosas ediciones domésticas, pero tras pequeñas joyas como Viaje a Agartha, El jardín de las palabras o 5 centímetros por segundo, el tremendo éxito internacional de la maravillosa Your Name lanzó su obra de una forma no vista anteriormente, y nos hizo apreciar con más fuerza su trabajo anterior. Tras El tiempo contigo, otra pequeña maravilla, llega Suzume, cine de aventuras y fantasía, pero con el toque especial de Shinkai.
Ese punto de humanismo, de sentimentalismo (siempre sin cruzar una línea que lo haga edulcorado), de emociones reales… Eso que hace su cine tan especial, y que lo acerca al maestro Hayao Miyazaki, mientras lo pone un peldaño por encima de otro genio japonés como es Mamoru Hosoda.
Suzume es una joven que apenas recuerda a su madre a la que perdió con cuatro años, momento en el que pasó a vivir con su tía que la adoptó. Ahora con 17 años, la joven se encuentra con otro joven por casualidad, que la cautiva, y al que sigue hasta unas ruinas. Momento en el que encontrará una puerta y descubrirá lo que se esconde tras ellas, porque el joven es un sellador, una larga estirpe de personas que se dedican a cerrar portales mágicos por todo Japón, impidiendo así que una serie de catástrofes naturales causadas por un ser mágico, arrasen el país.
Comenzará así una aventura en conjunto en la que descubrirán quiénes son realmente y cuál es el motivo de tan peculiar aventura, quizá mucho más compleja de lo que parece a simple vista. El guión corre a cargo de Shinkai, como es habitual.
Un guión que mezcla fantasía y aventuras, de forma ejemplar, y que sabe dar los giros necesarios para mantenernos emocionados, interesados y pegados a la pantalla. Suzume está llena de personajes encantadores y con carisma, misteriosos algunos, elegantes otros, mientras la película nos habla de la solidaridad y la humanidad, de la amistad en los momentos más complicados, de la familia y los recuerdos, y de dejar atrás el pasado, ser capaces de cerrar las puertas que debemos cerrar para aceptar el futuro y lanzarse de cabeza a lo que nos depare la vida. Amor, trabajo, amigos… la película no deja una piedra sin levantar y lo hace con humor y, repito, mucho carisma.
Hasta personajes secundarios como el amigo del protagonista masculino, Serizawa, tiene personalidad y carácter propio. O Chika, o cualquiera de los personajes que Suzume encuentra en su camino. Se nota el cariño y la dedicación con la que se ha creado todo lo que rodea a la protagonista.
Y visualmente la película es una pasada. Shinkai mezcla a las mil maravillas 3D y animación tradicional, abusando muy poco de la primera y mostrando el potencial que tienen cuando se combinan bien juntas. El uso del espacio, la composición de planos, la fotografía y colores… Y los elementos de fantasía, como el temido “Gusano”. Pero la magia de la película no reside en lo visual, sino en lo emocional. Shinkai va guiándonos por el camino paso a paso para hacernos llegar a donde él realmente quiere situarnos, ese punto de vulnerabilidad en el que todo se resuelve y uno termina entre lágrimas, conmovido por lo que rodea a los personajes, que no es tristeza, es emoción real.
El director es un maestro a la hora de pinzar nervio, tocar fibra sensible y hacernos emocionarnos y salir de la sala de cine con una sensación de plenitud única. Lástima que le sobre un poco de metraje. Si no, sería perfecta.
Jesús Usero
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