Crítica de la película Tenet
Nunca habéis visto algo igual. .
Es difícil explicar las cinco estrellas de Tenet sin reventar algún momento importante de la película, pero tengo claro que es una película tan revolucionaria a nivel visual, que es de recibo ese calificativo, aunque tenga muchos matices. Por ejemplo, no es la mejor película de Nolan. Ni la más accesible. De hecho seguramente sea la menos accesible de todas las películas del cineasta, no sólo por la complejidad de su trama, aunque realmente eso sea lo de menos, sino por la complejidad y exigencia que supone para el público el tema de la inversión del tiempo, con todas sus paradojas, con sus complejos cambios y cómo afectan al mundo de la propia película. Tenet requiere de toda la concentración del espectador para no perderse por sus vericuetos y, pese a todo, descubrir que no ha entendido nada de la ciencia detrás de la película, que tiene que ver con física cuántica. Decir que su estela es más difícil de seguir que en trabajos anteriores es cierto, y además es un acierto y un pecado. Acierto porque la película nunca considera estúpido al espectador. Siempre supone lo mejor de él. Pero es un error, un pecado, porque se excede y hace que sea virtualmente imposible comprender la película al 100%. Una cosa es ser exigente y otra es que necesites un doctorado en física para comprender Tenet. Repito, no su trama, sino la esencia del viaje.
Por eso hay que elegir quedarse con una frase promocional que dice un personaje pronto en la película “No trates de entenderlo, siéntelo”. Tenet es más un viaje emocional y visceral que comprensivo. Sí, eso es un delito. Debería poder entenderse del todo la película (Quizá tras su cuarto o quinto visionado, no lo sé), pero permite que nos sentemos y disfrutemos de un viaje. Un viaje muy bien arbolado visualmente y en el que estaremos perfectamente escoltados por su reparto. John David Washington se muestra como un gran líder, un actor con más recursos de los que podemos imaginar y sobre todo con una presencia física imponente que le hace sobreponer su estatura de apenas 1,75m. a gente mucho más alta que él como sus compañeros de reparto. Como un Robert Pattinson que nos ofrece una de sus interpretaciones más versátiles, más divertidas (en el sentido de entretenimiento, aunque aporta un sentido del humor muy particular) y que más pueden explicarnos cómo va a ser su Batman. Elizabeth Debicki está maravillosa. Es todo elegancia, languidez y saber estar. Su personaje tiene el arco dramático más pronunciado, así que la actriz disfruta y es una gozada verla en pantalla. Aunque el rey sin duda es Kenneth Branagh y su personaje. Alguien muy alejado de lo que esperaba del actor y que nos ofrece algo distinto. Complejo, brillante y cercano a ciertos personajes aparecidos en la saga Bond.
Cuando dicen que Nolan podría rodar una película de James Bond siempre pienso que no le hace falta. Ya rodó Origen, así que… Pero tras ver Tenet, esa sensación aumenta. Esta película todavía es más cercana a Bond que Origen. Es un thriller de espionaje internacional con unos arquetipos muy marcados en los personajes y con una historia que nos lleva tras un macguffin intentando salvar el mundo. Pero añade ese punto de ciencia ficción, o de ficción científica, que es imposible de descifrar. Sí, su guión es imperfecto, en este caso de forma más obvia que en otras películas. No, no es fallido. Es sorprendente, es fresco y es exhilarante. No da respiro. Pero se notan las costuras. No es cuestión sólo de que sea de difícil acceso, es que se nota que ha habido un duro proceso de edición en el que se ha reducido el metraje considerablemente. Eso ayuda con el ritmo de la película que no da descanso al espectador, pero también deja muchos cables sueltos. No se trata de que deje cosas pendientes para una secuela o no. Se trata de elementos disonantes, de relaciones personales a medio cocinar. Porque la sensación de que esto puede ser el inicio de una saga me queda muy clara. Más que en cualquier otra película de Christopher Nolan, exceptuando su trilogía de Batman. Es una sensación, sí. La sensación de que éste es el inicio de un viaje mucho más grande que, si le dejan realizarlo, puede convertirse en una obra gigantesca. Del tamaño del ego del director, que no parece ser precisamente pequeño, la verdad.
Porque si algo se puede decir de Tenet es que, más allá de todo eso, es visualmente apabullante. Una auténtica apisonadora de emociones y sensaciones que entran por los ojos y los oídos. Tenet nos da imágenes que nunca han sido vistas en una pantalla de cine o televisión previamente, y que sólo en algunos fragmentos de literatura de ciencia ficción podíamos encontrar. Tenet es una visión continua, un viaje entre sueños y realidad que proporciona imágenes que no se van de la retina. No requiere de excesivo CGI para hacerlo, sino de un enorme trabajo de coordinación, especialistas y efectos tradicionales, aderezado con CGI, por supuesto. Pero hay momentos, desde el arranque, que son simplemente fascinantes y nos hacen pensar una y otra vez cómo lo han conseguido. Tenet es un prodigio a nivel visual que muestra que Nolan, en ese departamento, tiene pocos rivales. La película polarizará a la audiencia, enfrentará a defensores y detractores del cineasta incluso más que sus trabajos previos. Pero negar el talento visual del director es negar la realidad. Las persecuciones en coche, el aeropuerto o, simplemente, todo el final, son un prodigio. Puro ilusionismo. Pura magia del cine. Apoyándose en la brillante fotografía de Hoyte Van Hoytema. Por eso se merece las cinco estrellas, pese a sus defectos. Porque pase lo que pase siempre recordaremos Tenet y lo que pueda estar por venir. Tenet es un viaje a un lugar desconocido, y como tal hay que entenderlo, o no entenderlo en absoluto y simplemente dejarse llevar por la marea.
Jesús Usero
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