Crítica Twisters película dirigida por Lee Isaac Chung con Daisy Edgar-Jones, Glen Powell, Anthony Ramos
Mecánica e innecesaria, entretenida, pero sin fuerza.
Dos grupos investigadores y al mismo tiempo explotadores del fenómeno de los tornados compiten por sacar información de esa fuerza de la naturaleza en una trama de redención de la protagonista.
Un prólogo con protagonistas juveniles que recuerda más las películas de terror prestos a ser masacrados sirve de prólogo a este segundo viaje al mundo de los tornados totalmente prescindible frente al primero porque no aporta nada nuevo a la película anterior e incluso es más floja que la misma.
Antagonista despersonalizado y personajes sin garra
Para empezar, Twisters prescinde de la pincelada de antagonismo humano de Twister en la competición entre los grupos, en general tan argumentalmente bidimensionales como la propia fuerza de la naturaleza a la que se enfrentan.
El tornado F5 es un antagonista despersonalizado e inevitable al cual en ningún momento el guion consigue tratar desde la estrategia del antropomorfismo para llevarlo desde su papel destructor a una personalización como la que lucen otros antagonista del cine clásico de catástrofe y de rebelión de la naturaleza, como el trasatlántico vuelto del revés empeñado en matar a lo supervivientes de La aventura del Poseidón (Ronald Neame, 1972), el fuego empeñado en hacer arder en una metáfora de infierno a las víctimas de El coloso en llamas (John Guillermin, Irwin Allen, 1974) o el escualo convertido en asesino en serie en Tiburón (Steven Spielberg, 1975).
En cuanto al viaje de la protagonista con su trauma y con los dos co-protagonistas/galanes de nivel secundario que la acompañan, es tan esquemático, previsible y en general anodino que parece agotado antes de comenzar su paseo por todos los tópicos, metáforas y diálogos reflexivos de puerta de retrete que podemos imaginar en un tipo de película concebida desde la reiteración de todos los lugares comunes recomendados en un mal manual de guion.
Mecánica, tópica, previsible
Carente de la chispa o el punto de humor gamberro de lo supervivientes empeñados en no tirar la toalla, Twisters es desde su primera imagen un ejercicio de postureo visual con aspiraciones bucólicas al que le falta todo atisbo de verdadero conflicto o tensión entre sus personajes. Su subtrama de carácter romántico está tan descafeinada y tiene tan poca química entre los personajes que deja a los actores conviviendo con una nada de momentos de tensión sexual para convertirlos en recortables congelados en la pose de foto para carpeta.
Le falta a la película el punto de desafiante gamberrismo del grupo de profesionales o expertos en alguna actividad de riesgo forjando lazos precisamente por encontrarse continuamente en peligro, un recurso clásico del cine de aventuras de Howard Hawks que estaba en Twister siquiera como apunte o pincelada para reforzar a los personajes de acompañamiento de los principales, pero que en Twisters los deja convertidos en meros recortables, simples muebles tuneados en lo visual pero no desarrollados en lo narrativo. Lo cual que es imposible que nos interese lo que pueda ocurrirles, porque en definitiva no tenemos opción alguna de llegar a desarrollar líneas de empatía con ellos. Son solo gente que posa al principio y luego corretea a un lado y otro.
En cuanto al viaje o arco de desarrollo de la heroína salvadora y de sus dos galanes, en ella es totalmente tópico y previsible y en ellos simplemente no hay arco que se pueda llamar tal.
Eso sí, hay una serie de mensajes en modo filosofía de puerta de retrete, más básicos que el mecanismo de un chupete, del tipo: “No hay que afrontar los miedos. Hay que montarlos”, adornado con unas secuencias de rodeo.
Tristes twisters
A pesar de todo ello, la película tiene la ventaja de saber encadenar sus momentos de acción para que no se produzcan caídas de ritmo, y desde su mecánica de manual de guion mal aprendido, consigue levantar un espectáculo entretenido que gana cuando los efectos visuales de catástrofe propiamente dicha cobran todo el protagonismo en su tercer acto, echando a un lado a sus bidimensionales personajes.
Falta sentido del humor y un puntito más descarado y gamberro que sí tenía la película original y aquí se queda en Tristes Twisters.
Y para quienes se pregunten a estas alturas qué quiero decir con mecánica y sin chispa ni nervio y encadenando tópicos sin alma, ahí van algunos ejemplos, por despejar dudas.
1: La telefílmica secuencia de la culpa de la superviviente manifestada en un sueño con reaparición de personaje apiolado en el prólogo… seguida de plano picado sobre ella con el ventilador (=premonición de tornado) sobre su cabeza.
2: El regreso de la protagonista a la casa en la que se crío como metáfora simplona de regreso a los orígenes, con plano detalle de llaves y flashback incluido por si el espectador no ha pillado a la primera la idea del legado de sacrificio de lo ocurrido en la secuencia prólogo.
3: Foto del personaje apiolado en el prólogo con la protagonista, por si los puntos 1 y 2 no han quedado claros como motivación para seguir su camino de redención, sacrificio y heroísmo visionario.
4: Refuerzo musical extradiegético en el momento de “revelación” del mensaje y una banda sonora con mucho country, pero mucho menos protagónica y definitoria en el tono y tema de la película. Aquí no hay un tema como el Humans Being de Van Halen en Twister, que marcaba el compás del camino de los héroes en la primera película.
Ahí dejo enlace al temazo de Van Halen para que despeje dudas, ojos y orejas y aclare a lo que me refiero: https://youtu.be/igNkzZl50RE?si=uc9lugc02uJTfTf9
Miguel Juan Payán
Crítica Twisters
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