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sábado, abril 20, 2024
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Dom Hemingway ***

Dom Hemingway ***Jude Law es el amo y señor de esta disparatada película sobre criminales. O, mejor dicho, sobre uno en concreto, el que da título a la película y el que es interpretado por el actor británico, que aparece en el 90% de los planos de la película, que ganó 15 kilos para el papel, y que consigue desde el principio hacernos sentir sucios por su actitud con la vida y, sobre todo, porque en gran medida es un ser despreciable, violento, criminal, engreído, que se cree listo sin serlo y que, pese a todo, despierta nuestra simpatía y el apoyo del público, quien pronto se encuentra apoyando a Dom para que consiga lo que busca en la vida.

Una vida que se vio muy perjudicada con una condena a 12 años de prisión que ha cumplido por no delatar a su jefe, algo que le granjea una deuda con éste, pero que le hizo perderse la infancia de su hija o la desaparición de su mujer. Cuando sale de la cárcel, Dom buscará ajustar cuentas y recuperar lo que es suyo, aunque siendo algo incompetente en ciertas cosas como es, puede que no sea un camino fácil precisamente. Porque siendo como es Dom, conseguir que su antiguo jefe le pague lo que le debe, sin que le asesine por bocazas, o buscar redención con su hija, se convierten en auténticas odiseas, mientras le pega una paliza al que fue marido de su mujer o intenta conseguir un nuevo trabajo en su línea (es el mejor reventando cajas fuertes, o eso dice él) con una antigua banda rival.




Jude Law se convierte en epicentro de la historia a través del personaje y sus particularidades. Un tipo nada agradable como decíamos, que parece una mezcla entre un personaje de Guy Ritchie y uno de una novela de Ken Bruen (agradezco a mi compañero Payán que me descubriese a este autor). Sólo el inicio de la película ya es una declaración de intenciones, en la ducha de la cárcel, aunque no sabemos muy bien si el discurso es para quien acompaña a Dom o para el espectador. Ofensivo, directo y brutal. La sensación es que estamos acompañando a un tipo que va de listo sin serlo, divertido por su forma de encarar la vida, que lo ha perdido todo y no sabe recuperarlo. Un perdedor con clase.

La película es una locura en muchos sentidos (de nuevo recuerda al cine de Ritchie), pero pierde el pulso durante un tiempo cuando el personaje de la hija, interpretado por Emilia Clarke, aparece en pantalla. Esa búsqueda de una segunda oportunidad casi parece ajena a la película, una especie de bajada de pantalones que no le pega al personaje que nos han presentado, que le resta humor y honestidad a la historia. Cuando vuelve el Dom insoportable y a la vez hipnótico, cuesta recuperar el ritmo, aunque lo hace. Quizá solucionando demasiadas tramas con la casualidad (el final de la película, Melody y su moto… demasiadas casualidades), pero dejándonos la sensación de haber visto una película distinta, muy divertida y entretenida, y con un enorme Jude Law.

Jesús Usero

©accioncine

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Jesús Usero

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