Crítica de la serie El Cid
La serie es un prometedor arranque al que hay que dejar crecer.
Pese a muchas dudas sobre lo que podía ofrecer una de las series más importantes que se han hecho en Europa este año, las buenas ideas se anteponen a sus deslices y nos permiten soñar con el crecimiento de un producto muy bien empaquetado, con un magnífico reparto y unos medios de producción que son la envidia de casi todo el mundo. La vida de El Cid, interpretado por Jaime Lorente, merecía un producto de altura. Y aunque la serie no es perfecta, promete mucho. Con una segunda temporada ya en marcha, sirve para disfrutar y esperar a que lleguen más episodios para ver si es capaz de despegar, o si se queda en tierra de nadie. Hay que ser pacientes.
Por supuesto la serie habla de la historia de Rodrigo Díaz de Vivar, un infantón hijo de un padre que falleció en batalla por su rey, y que es llevado a la corte de León por su abuelo para educarse allí y servir a uno de los hijos del rey, Sancho. Joven, aún lejos de ser la figura legendaria de El Cantar del Mío Cid, Rodrigo irá creciendo en la ciudad de León y será parte, voluntaria o involuntariamente, de los juegos de poder de la corte, aprendiendo de todos mientras se convierte en el guerrero, estratega, soldado y héroe que conocemos. Pero hay un largo camino hasta llegar a ese punto, uno del que conocemos el final, y algunos elementos más que recordados, pero no sabemos cómo fue el viaje. La serie pretende descubrírnoslo.
No se puede negar que Jaime Lorente lo pone todo para encarnar a Rodrigo. Su intensidad y pasión, su picardía, pero también la incapacidad para ver el gran tapiz que se coloca ante él. Marcado por el honor, la lealtad y el deber. Es un personaje que debe crecer. Debemos dejar que crezca. Pero está rodeado de otros realmente sensacionales. Aquí, señalo el papel femenino de Elia Galera, como la reina Sancha, y Alicia Sanz como Urraca. También Ginés García Millán, Carlos Bardem, José Luis García Pérez… son nombres a tener en cuenta. Pero ellas dos no sólo disfrutan mucho con sus personajes, sino que aportan un contrapunto más que interesante a la serie.
Una serie que visualmente tiene un empaque magnífico. Las batallas, los duelos, las justas… todo tiene un acabado y un despliegue de medios sensacional. La gran batalla de la temporada uno es memorable. El rodaje en exteriores, la música, la fotografía… todo funciona muy bien. Pero a veces el guión, no está a la altura. Los diálogos están demasiado encorsetados muchas veces y necesitan una vuelta de tuerca, entre el castellano antiguo y el moderno… No funcionan como deberían, están acartonados. Y el guión más allá de los diálogos afecta al ritmo. La serie tiene un problema con la velocidad de la historia. Hay cosas que suceden demasiado deprisa, y otras demasiado despacio. Debe encontrar su ritmo. Compensar lo visual con el guión. Equilibrarlo. Y darle más miga a los actores. Si consigue eso pasará de ser una serie buena a ser una memorable, como El Cid.
Jesús Usero
★
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