Interesante juego de actores a tres bandas entre Colin Firth, Jude Law y Nicole Kidman.
Más que biopic del editor que interpreta Colin Firth, esta película es un buen pretexto para ver en acción a tres máquinas de la interpretación en un curioso juego de triángulo de afectos retorcidos que es lo mejor de la propuesta. Nicole Kidman, está bien interpretando hasta llegar casi al exceso a esa mujer despechada de afecto y celo desatado ante el editor de libros del título, Max Perkins, al que da vida su compañero de otras peripecias sentimentales, Colin Firth. Entre ambos, haciendo de eje, encontramos a un Jude Law enérgico, que intenta meterse en la piel de Thomas Wolfe, pero en realidad saca adelante más bien una caricatura del complejo escritor que no llega a estar a la altura de la construcción del personaje de F. Scott Fitzgerald que hace brillar en un segundo plano y esporádicamente ganándole un protagonismo que no le corresponde por el desarrollo de la trama, a Guy Pearce. Es llamativo que lleguen a resultar más interesantes los breves encuentros entre Fitzgerald y Perkins y Fitzgerald y Wolfe que toda la relación de afectos y desafectos entre Perkins y Wolfe que se despliega como epicentro del relato. Diré más: incluso me interesa más el duelo que sostienen las dos féminas del reparto, Kidman y Laura Linney (una mujer con magia ante la cámara), por breve y puntual que sea.
Esas pinceladas de carácter secundario, originalmente llamadas a crear un telón de fondo en el que desarrollar la relación profesional y afectiva de Perkins con Wolfe, se me antojan más estimulantes y prometedoras que casi todas las secuencias narradas con el tono más reverencialmente anodinamente mortecinamente divulgativo y poco imaginativo con el que se resuelve la trama central.
Lo cierto es que la película aporta poco, lo mínimo, para que podamos conocer a un personaje que está desarrollado sólo en boceto, y a pesar de lo cual defiende bien Colin Firth. A Jude Law le falta esa misma solvencia para ponerle entidad real más allá del dibujo rápido y en algunos momentos incluso caricaturesco que hace de Thomas Wolfe.
En cuanto a la aportación de Dominic West como Ernest Hemingway, es breve, episódica, incluso puede que hasta innecesaria, y ciertamente pienso que la contribución de este personaje a la trama podría haber sido mucho más amplia e interesante.
Tener en la misma película, en el mismo argumento, a unos personajes como Thomas Wolfe, F. Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway, y no llegar a sacarles partido es uno de los mayores pecados de este largometraje que no obstante funciona bien como intriga dramática bajo la fórmula de la biografía. Después de verla, y en contra del objetivo marcado por la sinopsis argumental, he dado en pensar que la película realmente interesante estaba en la relaciones del editor Perkins con Scott Fitzgerald y en la etapa de ocaso de éste último, y que para hacerla ni siquiera habrían tenido que cambiar de director o reparto. Simplemente habría bastado con invertir la clave de protagonismo de la trama y poner a Thomas Wolfe en una clave más secundaria y a Fitzgerald como co-protagonista. Pero, claro, esa sería ya otra historia en la que si de paso le dieran más papel a Laura Linney ya se habrían coronado totalmente.
Miguel Juan Payán
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