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viernes, diciembre 13, 2024
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El enigma del Cuervo ***

El enigma del Cuervo ***

El enigma del cuervo, intriga entretenida, mezcla elementos de Seven y el Sherlock Holmes de Guy Ritchie sin llegar a desarrollarlos plenamente.

El doble asesinato de la Calle Morgue abre esta trama de intriga con asesino en serie imitando los asesinatos reflejados en las obras de uno de los padres del relato policíaco, Edgar Allan Poe, que han sido adaptadas en reiteradas ocasiones dando casi siempre buen juego en el cine incluso cuando fueron presa de los experimentos visuales del cine de vanguardia, dando lugar a obras maestras como La caída de la casa Usher (Jean Epstein, 1928), o El corazón delator (Charles Klein, Leon Shamroy, 1928). Adaptadas en numerosas ocasiones al cine, incluyendo el brillante ciclo en color dirigido en los años sesenta por Roger Corman, las novelas de Edgar Allan Poe reunían algunas de las características esenciales de los éxitos del relato de intriga mezclado con toques siniestros, cuando no claramente terroríficos, que hace furor en el besteller de nuestros días, del cual es un ilustre antecedente. Era por tanto cuestión de tiempo que tanto las propias novelas como el singular autor de las mismas sirviera como tema central de una trama de intriga con toques siniestros como la que nos ofrece El enigma del Cuervo. No es la primera ocasión en que eso ocurre, ni en el campo del bestseller ni en el del cine, lo cual es lógico dado que a Poe le reverencian muchos autores de novelas de intriga como el gran padre del relato policial, el primero que puso en funcionamiento con sus características más completas a un icono del mismo, el detective que analiza pistas (Auguste Dupin en El doble asesinato de la calle Morgue, inspirado en un personaje real que también ha contado con su versión cinematográfica, Vidocq). Sin embargo esta revisión de personaje e historias era a priori particularmente interesante por la mezcla que presenta entre el cine dedicado a los asesinos en serie tipo Seven (David Fincher, 1995) y el intento de replicación de la fórmula de actualización de las claves del relato policial más clásico en su vena whodunit (¿Quién lo hizo?) que ha explotado Guy Rithchie con sus versiones de Sherlock Holmes.

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Estos podrían ser los dos puertos de referencia entre los que navega con desigual fortuna El enigma del Cuervo, derivando finalmente hacia aguas más pantanosas que acaban por conducir la película hacia otros intentos menos logrados de hacer este tipo de combinaciones, como son Asesinato por decreto (Bob Clark, 1979) y Desde el infierno (Albert y Allen Hughes, 2001), fallida adaptación del cómic de Alan Moore protagonizada por Johnny Depp. Esa podría ser la mala noticia. La buena noticia es que cualquiera de éstas dos últimas es moderadamente entretenida, lo mismo que El enigma del Cuervo, sobre todo al principio.

El enigma del Cuervo funciona como intriga en sus primeros compases y en general hasta el ecuador de su arco narrativo se gana cierto interés del espectador en base esencialmente a un buen trabajo de su reparto, encabezado con la solvencia que acostumbra por John Cusack. Pero a partir del momento en el que debería empezar a solventar su argumento con nuevos puntos de interés cae en una especie de modorra argumental que se limita a repetir tópicos y desaprovecha los mejores elementos de que dispone para construir una película mucho más trepidante e interesante.

¿Cuáles son esos puntos? Repasemos. Tiene a ser tristona. ¿Cómo una obra de Poe? ¿Por coherencia con el material que adapta? No debería, porque para empezar no se trata de la adaptación de una obra de Poe, sino de una trama que toma las obras de Poe como punto de partida para construir su rompecabezas argumental de intriga. Si han intentado rendirle un homenaje a Poe y el tono poético de sus historias, debo decir que no lo han conseguido. Lo consiguió mucho mejor Roger Corman con sus adaptaciones de los años sesenta, en las que había cierto aire de farsa del que carece ésta otra. Es claro que Poe debe ser un personaje trágico, pero ello no implica que haya tan poca opción de desarrollar una mirada más sardónica sobre esas tragedias, cierto cinismo que siempre le viene muy bien a este tipo de personajes. Trágicos son muchos detectives del relato policial sin ser tristones. Hay diferencias. Cusack es lo más parecido a Robert Downey Jr. que podían encontrar para jugar la baza de seguir el camino del Sherlock Holmes de Guy Ritchie, de probada eficacia comercial y atractivo para el público, pero no le sacan todo el partido que deberían, principalmente por falta de un diálogo que realmente nos haga empatizar con ese personaje. La veneración o intento de replicación del literato real entra aquí en conflicto con la construcción de ficción, y cuando la realidad entra en conflicto con la fábula, siempre que no estés rodando un documental, siempre he creído que debe primar la fabulación y las licencias dramáticas sobre el intento de poner en pantalla al personaje real. Se tratará de respetar su espíritu, sin que por ello lastremos el necesario dinamismo que el público exige a este tipo de historias que además pertenecen principalmente al cine de evasión.

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Otro tema que se desaprovecha es la buena química que exhiben inicialmente Alice Eve y Cusack. La separación argumental de esos personajes parece ser inevitable, pero deberían haber reforzado ese aspecto buscando un factor de equilibrio para mantener esa química poniendo a Poe en relación con otro personaje, y tenían dos posibilidades muy claras. El primero y más lógico es el detective Fields interpretado por Luke Evans. La relación entre éste y Poe está apenas desarrollada de forma muy esquemática, le falta fuerza. Pero habría sido un factor de compensación interesante para equilibrar la separación de Eve y Cusack. La otra opción era desarrollar una relación más interesante y menos esquemática con el padre de la chica, interpretado por el gran Brendan Gleeson. Creo que tanto los actores, Evans y Gleeson, como sus personajes, han sido lamentablemente desperdiciados y están por debajo de sus posibilidades en esta historia que en su fase final entra en una sucesión de tópicos y además se saca un tanto de la chistera al culpable, casi como con prisas.

Hay que reconocerle sin embargo que tiene agallas para terminar la trama como propuso en su principio, sin hacer falsas componendas de última hora, si bien es una lástima que ese desenlace tenga tan poco gancho.

Dicho todo lo anterior, creo que se queda por debajo de las expectativas creadas y saca menos partido a alguno de sus elementos del que debería. A los personajes les falta esgrima verbal en los diálogos y finalmente todo se traduce en otra trama de intriga, asesinatos y persecución que queda un tanto indefinida entre el territorio del cine de misterio, el terror y las aventuras de época.

Con todo ello, la primera parte me ha parecido entretenida y es en su segunda parte y desenlace cuando se me ha empezado a mostrar como algo más del montón, concretamente a partir de la escena del teatro, que debería haber sido el pistoletazo de salida para levantar el vuelo en el relato, que cae ya definitivamente en las escenas del cementerio y el tiroteo en el bosque.

Miguel Juan Payán

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