Buena recreación histórica a la que le falla la producción al final. El tema racial sigue siendo imprescindible para entender no solo el pasado de una nación joven como Estados Unidos, sino también su presente y las luchas que continúan a día de hoy en muchos lugares del país. Por eso una película como El Nacimiento de una Nación, que adapta momentos de la vida real de Nat Turner, un esclavo que lideró una rebelión contra sus amos, sigue siendo tan vigente como hace 150 años. Y sin duda la película dirigida, escrita y protagonizada por Nate Parker, tiene elementos más que interesantes, ideas claras sobre el sufrimiento humano, pero le falla el presupuesto, la producción, ante la ambiciosa propuesta que plantea al espectador.
La historia de un esclavo que mantiene una peculiar relación con sus dueños. Aceptado dentro de la mansión de la familia, es educado y le enseñan a leer y escribir, lo que le permite convertirse en pastor. Algo que vendrá muy bien a su dueño cuando otras plantaciones deseen contratar a su esclavo para dar un sermón a sus esclavos que les mantenga calmados. Nat verá el sufrimiento más terrible, y cuando su mujer sea asaltada, acabará liderando una rebelión violenta. Hay momentos tan perturbadores que nos perseguirán durante mucho, mucho tiempo, como ese momento en el que un esclavo encadenado se niega a comer. Cuesta mantener la vista en la pantalla, de verdad, y pone la película en la línea de obras como 12 Años de Esclavitud.
El guion mantiene el tipo continuamente, quizá con un par de bajones de ritmo puntuales, cuando reitera temas, lo que hace que el momento principal, la rebelión, tarde en llegar. Se apoya en un excelente reparto, aunque cojea en sus dos protagonistas. Nate Parker es un correcto actor, pero no a la altura de otros como Chiwetel Ejiofor, y Armie Hammer tampoco es Michael Fassbender. O Benedict Cumberbatch. Pero nombres como Penelope Anne Miller, Jackie Earle Haley, Mark Boone Junior o Colman Domingo son motivos de sobra para ver la película, que está muy bien dirigida y tiene garra. Tiene rabia contenida, tiene nervio y lo transmite al espectador que está deseando que el protagonista se alce en armas.
Esa pasión en la narración, ese espíritu combativo, es lo que eleva la película por encima de la media. Es lo que la hace especial, junto al buen guion y reparto. Pero el problema, su único problema real, es que al final se nota que solo costó 8,5 millones de dólares, y que la revolución final a veces parece más una escaramuza entre pandillas rivales, que un alzamiento real con el ejército de por medio y todo. Es uno de los momentos, hay más, en los que la humildad de la producción se antepone a lo que realmente quiere y pretende el director. Y es una pena. Pero para nada es algo insalvable. Lo que queda es una buena película, un terrible viaje por lo peor de la condición humana y una mirada descarnadora a la esclavitud y sus consecuencias.
Jesús Usero
COMENTA CON TU CUENTA DE FACEBOOK