Director Stanley Kubrick; Interpretes: Jack Nicholson, Shelley Duval; Guion: Stanley Kubrick y Dianne Johnson, basado en la novela homรณnima de Stephen King; Aรฑo de producciรณn: 1980; Nacionalidad: Inglaterra / USA; Director de fotografรญa: John Alcott; Banda sonora: Wendy Carlos (a.k.a. Walter Carlos), Rachel Ellkind; Color; Duraciรณn: 114 minutos.
A finales de los aรฑos 70 el cine americano, al igual que la sociedad occidental en su conjunto, atravesaba un profundo periodo de crisis en el que a la conciencia de los malos tiempos se sumaba una no siempre expresada necesidad de reformular lo viejos esquemas geo-polรญticos y los valores culturales surgidos durante el largo periodo de la Guerra Frรญa. Era la รฉpoca de la prolongada crisis energรฉtica, de la desertizaciรณn industrial (el inicio de la deslocalizaciรณn que desde entonces ha dejado en paro a millones de trabajadores fabriles de Norteamรฉrica y Europa trasladando esos empleos a esa tierra sin ley que es el Tercer Mundo) y del principio del fin de la hegemonรญa econรณmica, polรญtica y cultural que desde 1945 habรญan ejercido los Estados Unidos de Amรฉrica sobre un mundo supuestamente libre. En el plano de la cultura de masas era el tiempo de la eclosiรณn de los best sellers de lectura rรกpida y nula entidad literaria, del punk como revulsivo al anquilosamiento de un pop y un rock definitivamente domesticados (aunque para advertir la futilidad de tan estridente y vacuo gรฉnero musical basta con remitirse al extraordinario documental The great rock and roll swindle, que reduce a la nada su supuesta rebeldรญa anarquizante) y de una industria del cine otrora sublime, cautivadora y cruel y entonces ahogada en las deudas en las que la sumiรณ su propia ineptitud y su pertinaz falta de ideas. Como en todo periodo de crisis, el fin del mundo conocido parecรญa esperar a la vuelta de la esquina, y los cambios que muchos creรญan percibir como inminentes tardarรญan en producirse, lo harรญan de manera casi siempre sutil y su resultado no serรญa un futuro precisamente mejorโฆ
Es en ese entorno pesimista donde encaja la revitalizaciรณn del cine de terror que desde mediados de los 70, y desde los parรกmetros de la serie B, abandona sus puntos de referencia clรกsicos para adaptarse a los nuevos tiempos mediante un puรฑado de historias que reflejan la angustia vital del mundo contemporรกneo y que ambientan precisamente en esa Norteamรฉrica cansada y confusa las aventuras trรกgicas y truculentas de sus protagonistas. Atrรกs quedan los ambientes recargados de inspiraciรณn romรกntica, los personajes aterradores y a la vez apasionados y entraรฑables, los orรญgenes literarios anclados en el siglo XIX; ha llegado el momento de actualizar el miedo que surge desde el interior del ciudadano normal y corriente, que no es sino una nueva versiรณn del eterno pรกnico ante lo desconocido. John Carpenter, que dirige en 1978 La noche de Halloween, parece el encargado de sentar las bases de esa visiรณn del terror que irรก evolucionando a travรฉs de las dรฉcadas posteriores pero que entonces sorprende por igual a una estructura industrial descreรญda y a un pรบblico que acude en masa a los cines para enfrentarse de manera vicaria a sus temores cotidianos, aunque hay quienes apuntan a El exorcista, de William Friedkin, y a Tiburรณn, de Spielberg, como verdaderos iniciadores, tal vez de manera inconsciente, de esa nueva interpretaciรณn del desasosiego.
Atento como siempre a la evoluciรณn de esa sociedad que le atrae y le repele, el autoexiliado Stanley Kubrick, genio precoz consciente de su grandeza, perfeccionista, incansable, maniรกtico y engreรญdo pero al mismo tiempo tan brillante que desde que abandonara Hollywood ha sido capaz de trazar una acertada e inigualable serie de metรกforas del mundo en el que le ha tocado vivir a travรฉs de pelรญculas como 2001, una odisea en el espacio, La naranja mecรกnica y Barry Lyndon, en la que ha trazado un magistral paralelo entre las aventuras de un arribista amoral de finales del siglo XVIII y el modo de vida actual basado en la urgente necesidad de alcanzar el รฉxito a cualquier precio, imprime a su carrera un nuevo giro de 180 grados cuando compra los derechos de adaptaciรณn de El resplandor, una de las primeras novelas de Stephen King, prolรญfico escritor norteamericano que en poco tiempo se convertirรก en el referente literario por antonomasia del terror y el misterio hasta el punto de quemar su potencial en menos de una dรฉcada marcada por una incansable y a menudo mediocre producciรณn (sotto voce, un grupo de crรญticos madrileรฑos llego a referirse a รฉl como El churrero del terror). Claro que se trata del maestro Kubrick, y por flojo que pueda parecer el material en el que se inspira siempre se puede contar con su capacidad para darle la vuelta, para llevarlo a su terreno y convertir una simple historia de alcoholismo y locura en un icono de la naciente dรฉcada de los 80.
Ambientada en un hotel de montaรฑa que permanece aislado del mundo exterior durante los largos meses de invierno, El resplandor hace alusiรณn en su tรญtulo al extraordinario pero desconocido poder de evocaciรณn del pasado que convierte en alguien muy especial a Danny, el hijo de ocho aรฑos del matrimonio compuesto por Jack y Wendy Torrance. En un intento de disponer del tiempo y la tranquilidad que le permitan avanzar en su empeรฑo de convertirse en novelista, Jack ha aceptado el empleo de encargado de mantenimiento del hotel aunque desde el principio varias seรฑales mรกs o menos discretas les avisan a รฉl y a su familia de que no todo en el lugar es tan idรญlico como parece y que el recuerdo de la tragedia habita entre sus lujosas y espaciosas estancias. De hecho se suceden apariciones que poco a poco siembran la inquietud y que con el tiempo abandonan el terreno de lo soรฑado o lo intuido para entrar de lleno en la vida real, manifestรกndose en una serie de extraรฑos comportamientos por parte de Jack, quien se verรก cautivado por su propia agresividad producto de los problemas con el alcohol que tanto รฉl como su esposa creรญan superados y por la violencia que encuentra por doquier en ese conjunto de habitaciones y largos pasillos que no es sino el laberinto en el que una y otra vez se re-encuentra con su locura. Atenta a esa evoluciรณn y al peligro que supone para su vida y para la vida de su hijo, Wendy lucha por encontrar la salida, y aunque su afรกn es mucho mรกs real, pues es el รบnico personaje al que no afectan las visiones de los crรญmenes cometidos en el hotel, su fracaso es igualmente sobrecogedor, puesto que Jack ha logrado hacer aรบn mรกs grande su aislamiento al cortar todas las lรญneas de comunicaciรณn telefรณnica y por radio, lo que les conduce a un aterrador enfrentamiento en cuyo transcurso Jack acabara por sucumbir al odio y una inusitada sed de sangre.
Han pasado mรกs de treinta aรฑos desde que el estreno de El resplandor la convirtiera en la pelรญcula mรกs taquillera de la filmografรญa de Stanley Kubrick, lo que no deja de resultar irรณnico si se tienen en cuenta su carรกcter netamente coyuntural y los mรบltiples aspectos que hacen de ella un tรญtulo por completo a contracorriente del resto de su obra. En realidad, pese a su enorme popularidad y pese a haber sido imitada hasta la saciedad, compartiendo el destino de las historias urdidas por Stephen King, se trata de su peor pelรญcula o de su รบnica pelรญcula decidida e irremediablemente mal, lo que en este caso implica reconocer que lo que en otras ocasiones habรญan sido pruebas de un inmenso conocimiento y dominio del arte de contar historias se convierten en una casi ilimitada serie de defectos que van desde la repeticiรณn carente de sentido (ยฟacaso pensaba Kubrick que el pรบblico del cine de terror es intelectualmente infradotado) hasta un montaje confuso y poco coherente, pasando por cierta pedanterรญa intelectual y por una nefasta labor de reparto y una preocupante sobreactuaciรณn que irรณnicamente sirviรณ para revestir con un manto de calidad interpretativa al casi siempre mediocre Jack Nicholson. ยฟDรณnde hay que buscar entonces las razones de tan perdurable รฉxito? Precisamente en el contexto temporal en que fue producida y en su condiciรณn de espejo de una realidad que entonces, como ahora, muy pocos querรญan ver. Los buenos o los malos tiempos son en el fondo una cuestiรณn subjetiva que depende de la percepciรณn de cada uno. Cuando esa percepciรณn se generaliza los malos tiempos son una realidad incรณmoda de la que mรกs tarde o mรกs temprano el cine acabarรก por dar cuenta.
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