Interesante drama francés sobre el mundo de la prostitución. Protagonizado por la siempre impresionante Juliette Binoche, la temática de la película y cómo se desarrolla parece perfecta para el cine francés, para una película artística, de corte profundo e intereses emocionales e intelectuales. Otra cosa es lo que consiga según pasan los minutos, pero es evidente que el aire de cine artístico y la libertad narrativa, sobre todo a la hora del sexo, es algo que hemos visto a menudo asociado al cine galo, con este tipo de historias y otras similares. Claro que, libertad narrativa y aire de cine artístico no siempre son sinónimos de calidad. Una cosa es aspirar a ser arte y otra serlo.
Y el verdadero arte de Elles está en sus actrices. La historia nos presenta a una mujer madura, periodista de la revista Elle, que investiga la prostitución entre jóvenes universitarias para un artículo. Ello le lleva a entablar relación con dos jóvenes estudiantes que hacen tambalearse todo lo que sabía o creía saber sobre el tema en cuestión, sobre el sexo y sobre sí misma, lo que la lleva a replantearse su vida de arriba abajo. Y a nosotros a acompañarla en ese camino.
Cuando el viaje se hace en compañía de Juliette Binoche, la verdad es que es un viaje en grata compañía. La actriz aprovecha los huecos que le permite el guión para llenar de expresividad un personaje que nos describen más bien poco, aunque a veces con grandes detalles como el de contar los cigarrillos. La obsesión que empieza a desarrollar escribiendo su artículo, es lo que nos mueve a lo largo de la película, siguiéndola a ella y las dos jóvenes prostitutas con las que contacta, excelentes también Anaïs Demoustier y Joanna Kulig, sobre todo la segunda, que aporta una fuerza y una provocación al conjunto realmente interesante. La joven actriz tiene algunos de los momentos más poderosos de la película.
Momentos que, al final, escasean entre la vacuidad de la historia y lo explícito del sexo. Hay cosas brillantes, como el cliente que se echa a llorar, el beso difuminado entre dos de las protagonistas… pero son escasas. El resto es contemplativo, cuando no rodea el ridículo, lo que le resta muchos puntos a la película, lo mismo que las escenas de sexo explícito, cuando lo que realmente choca es otra cosa, no el sexo. Por ejemplo la escena cantando de Kulig y su cliente es… rara, pese a la belleza de la canción y de la voz de la joven. Digamos que intenta ser artística con demasiadas fuerzas, en lugar de trabajar el guión para dar mayor profundidad y realismo a los personajes, como con el asunto del alcohol y el personaje de Binoche.
A veces se le va la mano con lo explícito, pero eso es lo que menos importa. Lo que queda, el poso que deja, es el de una película que podía haber sido mucho más. Interesante, poderosa en sus interpretaciones, pero plana y vacía al final por culpa del guión.
Jesús Usero.