Crítica de Elvis
Crítica de la película Elvis
La mejor película sobre Elvis hasta el momento y la mejor de Luhrmann.
Luhrmann deja aparcado lo más superficial y explosivo de Luhrmann para ponerse el traje de faena en serio y rendirle homenaje a Elvis Presley al mismo tiempo que nos informa con eficacia sobre el microcosmos que rodeaba a la estrella, con sus luces y sus sombras, pero no se conforma con eso.
Cuando digo que Luhrmann deja aparcado al Luhrman de los fuegos de artificio visuales quiero subrayar que encuentro aquí su trabajo más sólido como director, el más contenido, el más maduro, el más serio. Solo en algún destello a modo de guiño puntual deja que el Luhrmann de siempre se asome brevemente, por ejemplo en las secuencias de Tom Hanks con su gotero paseando entre mesas de juego rodeado de lucecitas, pero la manera en la que dosifica y controla las mismas, es el mejor ejemplo del giro de pulido a su propuesta visual que presenta en esta su mejor película.
Por otra parte no es fácil, nunca lo ha sido, y son varios los directores que lo han intentado en cine y televisión, abordar la figura, la biografía, los aportes esenciales a la música y la cultura en general, y los luces y las sombras de una estrella como Elvis Presley. Pero Luhrmann consigue en esta película darnos la dosis más adecuada de todo ello, aportando con gran habilidad y ritmo la información esencial para dejar bien dibujado al personaje y su problema, en una película que dura algo más de dos horas media pero que se consume como una película de hora y media, muy sólida en el trabajo de montaje, algo habitual en la filmografía del director, pero también muy bien planteada en la puesta en escena y la composición de los planos, con un uso de los primeros planos que le otorga lo verdaderamente interesante que aporta Elvis a toda la filmografía sobre el astro estrenada hasta el momento.
Esta película rompe las barreras de la típica y tópica biografía de Elvis Presley por dos caminos. El primero, respaldado por las propias declaraciones y biografía de Elvis Presley, se hace eco de la moda dominante de las fábulas de superhéroes, tomando como punto de partida para ello la obsesión del protagonista por un célebre superhéroe del comic estadounidense. Desde esa base, Luhrmann nos propone una fábula de superhéroe y supervillano, con Austin Butler haciendo oposiciones a nominación al Oscar como mejor actor por su espectacular trabajo de personificación de Elvis, y Tom Hanks consiguiendo salir adelante a base de talento en su pelea con el talón de Aquiles de la película y el único punto realmente criticable que quiero sacar a colación: un maquillaje para dar vida a la figura del Coronel que en lo visual caricaturiza mientras desde la mirada y la voz Hanks aporta una solidez al personaje superior a lo que la prótesis nos transmite.
Los actores están brillantes. Pero respecto al tema del maquillaje, y en relación a esa fábula de superhéroe y supervillano que mencionaba más arriba, me atrevo a especular que ese juego de caricatura en el aspecto exterior del Coronel Tom Parker al que da vida Hanks, es voluntario en el planteamiento del director y el personaje según la visión de la historia que quiere transmitirnos Luhrmann. Su Coronel caricaturesco es un guiño al reparto de papeles de villano o antagonista, al que además, no por casualidad, otorga todo el peso de ser el narrador de la película, y es también un guiño a las versiones simplistas de los temas muy complejos que preside el cine de superhéroes de nuestros días. Elvis es el héroe, y todo héroe, para brillar más y mejor, necesita un buen villano, pero Luhrmann busca un villano caricaturizado, dejando al final unas imágenes de pantalla compartida por ambos personajes que dejan muy clara su idea de que en el fondo son dos caras de la misma moneda.
Y la moneda en cuestión es la del segundo tema por el que el director rompe las fronteras de las tópicas biografías de Elvis: la fama. Su película habla sobre Elvis, pero es más ambiciosa en su tema y se convierte en una fábula sobre el precio del éxito, las luces y las sombras de la fama, el estrellato, convirtiéndose así en relato modélico del argumento de éxito y descenso a los infiernos en cuyo epicentro habita otro argumento universal de pacto con el diablo, la inmortal historia de Fausto, materializada en la secuencia del Coronel y Elvis en la noria.
Sobre todo en su primera parte, el coronel es un personaje pícaro y oportunista que Hanks y el maquillaje interpretan en tono caricaturesco, y no es casualidad que en el punto de inflexión clave de historia y de sus dos personajes principales, aparezca ataviado con un jersey hortera de navidad que le convierte ya totalmente en una caricatura cuando graban el programa de televisión, antes de echar el telón sobre esa fase del personaje y de la historia para entrar en la parte más oscura del Coronel, la más siniestra, la de sus deudas de juego, la de sus pactos en las tinieblas mientras Elvis está en el escenario, justo en el momento en que Elvis quería despegar el vuelo y arrancar un ciclo de actuaciones en estadios a nivel internacional.
Luhrmann consigue así cruzar los datos reales de la biografía y la carrera de Elvis, así como los momentos claves de su época, a la que contribuyó ejerciendo de pionero de cambios cruciales en el rock estadounidense, heredero del blues, el soul y el jazz afroamericano, con la construcción de su metáfora sobre la fama y el éxito, el ascenso y la caída, los juguetes rotos del negocio del espectáculo y los ídolos con pies de barro. Un tema universal que refleja en la pantalla una visión de pesadilla del mundo del espectáculo como un espejo en el que se mira el capitalismo en su naturaleza más turbia.
Miguel Juan Payán
Entérate de las últimas noticias en nuestro canal de Telegram
COMPRA TU ENTRADA
★
{spoiler spoilerID , haga clic en mí para abrirlo , cierre la etiqueta tanto en la parte superior como en la parte inferior , ambos} texto dentro del spoiler {/spoiler}.