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Entrevista Ray Harryhausen

Entrevista Ray Harryhausen


En el número 806 hicimos una entrevista Ray Harryhausen que os transcribimos a continuación

Es una de las leyendas vivientes de Hollywood. Un pionero, un genio de los efectos especiales más tradicionales que decidió a qué quería dedicarse cuando era un adolescente y vio en un cine King Kong (1933), la película que le marcó y le fascinó como para determinar su destino. Desde sus inicios en el mundo del cine ha pasado una vida dedicada a la fantasía, a traer mundos imaginarios ante nosotros, hasta su última película, Furia de titanes (1981), marcando a varias generaciones de aficionados y cineastas. Hasta Barcelona, a sus 88 años de edad, se trasladó para asistir al Saló del Cómic y en su hotel nos atendió. Cansado por los años que le han debilitado físicamente, algo que se toma con buen humor, con su imponente figura y un enorme puñado de recuerdos para compartir. Y aún sigue en activo con diversos proyectos. Un ejemplo que seguir.

Entrevista Ray Harryhausen


Es una de las leyendas vivientes de Hollywood. Un pionero, un genio de los efectos especiales más tradicionales que decidió a qué quería dedicarse cuando era un adolescente y vio en un cine King Kong (1933), la película que le marcó y le fascinó como para determinar su destino. Desde sus inicios en el mundo del cine ha pasado una vida dedicada a la fantasía, a traer mundos imaginarios ante nosotros, hasta su última película, Furia de titanes (1981), marcando a varias generaciones de aficionados y cineastas. Hasta Barcelona, a sus 88 años de edad, se trasladó para asistir al Saló del Cómic y en su hotel nos atendió. Cansado por los años que le han debilitado físicamente, algo que se toma con buen humor, con su imponente figura y un enorme puñado de recuerdos para compartir. Y aún sigue en activo con diversos proyectos. Un ejemplo que seguir.

Son ya más de cincuenta años dedicados al mundo del cine, trabajando en Hollywood. Toda una vida. ¿Cómo se siente al respecto?
Ray Harryhausen: ¿Tantos? (risas). La verdad es que es una sensación única, haber pasado todo este tiempo dedicado a lo que más amo en el mundo, a hacer películas, a la fantasía. Es un largo camino y el cuerpo no responde como antes (señala el bastón que se apoya junto a la mesa). Pero ha sido divertido, y creo que por el camino hemos hecho algunas películas bastante buenas, ¿verdad?

Muchas de sus películas han emocionado a varias generaciones de aficionados al cine. Desde Jasón y los argonautas a Furia de titanes. Incluso hoy día, casi treinta años después de su última película, la gente joven sigue descubriendo de nuevo sus films.
R. H.: ¿Sabes? Hoy en día nuestras películas están mucho mejor consideradas que cuando las creamos. Mucho mejor. Hoy en día la fantasía está mejor vista. Les dan premios, como a El señor de los anillos, ¿verdad? En nuestros tiempos nos miraban como a los hermanos pobres, los niños pequeños. Nuestras películas eran entretenimiento para niños… Y mira ahora. La gente aún las adora. A veces pienso que no, que quizá han sido olvidadas. Pero estos años, en las ediciones nuevas en DVD de mis viejas películas, cuando las hemos coloreado y demás, la gente se mostraba apasionada por ellas. Hemos coloreado La Tierra contra los platillos volantes (1956), Surgió del fondo del mar (1955) y A 20 millones de millas de la Tierra. Sentir que la gente aún adora esas películas es algo maravilloso, porque cuando las hicimos no pensábamos que fuese a suceder algo así. Pero han quedado un par de buenas historias que la gente aún recuerda, como Jasón y los argonautas (1953)… probablemente sea la más recordada y, a decir verdad, la que más redonda nos quedó de todas nuestras películas.

También muchos cineastas han decidido homenajearle en su obra o han sido notablemente influidos por su trabajo, gente como Sam Raimi, Robert Rodríguez…
R. H.: Sí, es cierto, y lo agradezco enormemente, porque es un reconocimiento de la gente que hace cine hoy en día a la gente que hacíamos cine hace mucho tiempo. Es un honor que nos recuerden así. Aunque las cosas han cambiado mucho respecto a como eran antes. Ya casi nos se emplean nuestros métodos y cuando se hace, suele ser en forma de películas animadas. ¿Cuál fue la última? ¿Chicken Run? (Alguien le indica que Wallace y Groomit.) Sí, eso es. Hacen un trabajo excelente, espléndido, pero nosotros nos dedicábamos a integrar elementos animados en películas de carne y hueso, ellos hacen animación. Cuando yo empecé, lo hice trabajando para George Pal, en su empresa Pal’s Pupetoon. Y tampoco queríamos que nos confundiesen con la animación tradicional, porque al usar esa palabra la gente siempre imaginaba dibujos animados, así que creamos un nuevo término para describirla, dynamation… Pero, bueno, todo eso puede encontrarse en mi libro… (sonríe).

¿Cuánto tiempo se necesita para animar una de sus secuencias?
R. H.: Depende mucho de la secuencia, la verdad. Hay secuencias que llevan más tiempo que otras. Por ejemplo para animar la pelea de los esqueletos de El viaje fantástico de Simbad (1974) en realidad no pasamos mucho tiempo, no era especialmente complicado. Pero disponerlo todo y rodar la secuencia real para que todo coordinase bien y estuviese en su sitio… Eso nos llevó casi cuatro meses de trabajo. Ensayos, pruebas… Tuvimos a un grupo de especialistas ensayando con nosotros para poder tomar como referencia sus sombras e igualarlas luego con el movimiento de los actores y los combates… No fue algo fácil, pero el resultado aún merece la pena.

Supongo que también conllevará un montón de trabajo de investigación…
R. H.: Por supuesto. Todos los libros, dibujos y similares que caían en nuestras manos. No teníamos dinero para contratar a expertos, así que el trabajo teníamos que realizarlo nosotros mismos. Y no era fácil, pero sí bastante divertido. Aprendíamos cosas que de otro modo ni nos hubiésemos planteado. Así que la investigación era mucha para artistas y dibujantes, pero también muy satisfactoria.

¿Qué monstruo recuerda con más cariño y cuál fue el más difícil de hacer?
R. H.: No puedo decirte que tenga uno favorito, pero sí que hubo algunos que nos dieron auténticos quebraderos de cabeza. Quizá la secuencia más complicada de rodar haya sido la de los esqueletos en Simbad… pero no puedo olvidarme de otros como la diosa Shiva, en esa misma película. El movimiento de todos aquellos brazos a la vez, de forma coordinada y que resultara realista, creíble… aquello si que fue una odisea. Pero, de nuevo, el resultado valió la pena.

Hay noticias de que prepara un nuevo proyecto de aquí a pocos años, ¿qué puede contarnos al respecto?
R. H.: Bueno, no hemos estado ociosos todo este tiempo. Como bien sabes, Furia de titanes fue mi última película. Luego hubo un par de proyectos que no acabaron de cuajar… Ahora andamos con algo entre manos. Por un lado está War Eagles, un viejo proyecto de Merian C. Cooper (Kin Kong) que hemos decidido resucitar. Y luego están las historias de Edgar Allan Poe, como El pozo y el péndulo (corto que animó en 2006), que queremos poner en marcha y andamos trabajando en ello. Si estáis atentos, pronto tendréis noticias de ellos.

¿Qué opina de la evolución de los efectos especiales, desde la época dorada de la stop-motion a nuestros días, plagados de ordenadores e infografía?
R. H.: Creo que es curioso que cuando mejores efectos especiales se hacen, es cuando más flojean las historias, ¿no te parece? La evolución ha sido impresionante, cada día se hacen mejores efectos, cada vez hay mejores profesionales, pero aún así… nosotros trabajábamos desde un guión. Nadie se planteaba una película si no tenía una historia que contar primero. Y nuestras historias eran muy sencillas, pero funcionaban, eran historias al fin y al cabo, fantásticas pero con sentido. La historia, el guión es lo primero sobre lo que hay que trabajar. Y a partir de ahí viene el resto. Hoy día parecen sólo interesados en mostrarnos la explosión más impactante y ruidosa que puedan hacer. Eso me aburre y en parte me decepciona… No hay carisma en esas historias y el director parece interesado sólo en las explosiones. Nosotros éramos tres. Y el director sólo se encargaba de los actores, el guionista de la historia y yo de las secuencias de acción. Así de simple.

Ustedes tenían que trabajar con presupuestos mínimos y eso agudiza la imaginación, si no me equivoco…
R. H.: ¡Por supuesto! Nosotros teníamos un presupuesto mínimo, incluso para nuestra época. Pero la fantasía… la fantasía es lo que hace que la imaginación funcione. Por eso ha sido un privilegio poder trabajar en este campo. Nosotros teníamos unos presupuestos ajustadísimos, quizá de 200.000 dólares al principio. Entonces había que ingeniar algo para poder realizar algunas cosas… Si no, no lo podíamos hacer. Si te lo dan hecho, si tienes todo el dinero del mundo, no inventas nada nuevo, te quedas con lo que hay. Y nosotros teníamos que inventar nuevas técnicas en cada película para salir al paso… Pero claro, de nuevo, la fantasía no estaba tan bien vista como a día de hoy, entonces hacíamos sólo filmes de serie B, éramos artesanos… Hoy en día es un orgullo ver cómo nuestras películas han sobrevivido mientras otras llamadas de serie A han desaparecido con el paso del tiempo.

Mucha gente aún prefiere los viejos efectos especiales a los de última generación, que a veces no resultan tan impactantes como se espera. Que a veces incluso parecen un dibujo animado…
R. H.: A mí también me sucede. Eso es porque estamos tratando de mundos fantásticos, irreales… No quiero ver monstruos totalmente reales, quiero que se note que es todo una ilusión, no encontrarme un monstruo en mi salón, ¡por Dios! A veces hay que dejar algo para la imaginación del espectador o si no se aburre. Prefiero que parezcan un dibujo animado a que resulten demasiado reales.

¿Y qué me dice del viejo King Kong en comparación con la nueva adaptación que recientemente ha aparecido?
R.H. King Kong… (se le iluminan los ojos al recordar esa película). Aún me emociono y asusto al verla. Aún me conmueve esa película. ¿Sabías que hace unos años subimos a lo alto del Empire State con Fay Wray, la protagonista de la original? Ella ya había estado allí, claro… (risas). Evidentemente no era de verdad, pero fue una sensación única, increíble… No, no me gustó demasiado la última adaptación. Ya te he dicho que prefiero que no parezca todo tan real. Además, ¿por qué hacer un viaje en barco tan largo? No lo entiendo…

¿Qué película cree que cambió para siempre los efectos especiales, que dejó atrás la antigua escuela?
R. H.: Parque Jurásico, sin lugar a dudas. Empezaron trabajando con stop-motion, pero Spielberg no quedó muy contento y enseguida se pasaron a la infografía. Y hay que reconocer que el resultado es espectacular. Esa película fue la que, a mi parecer, lo cambió todo.

¿Y hay alguna de sus películas que destaque como su favorita?
R. H.: ¿Mi favorita’ No, no, no puedo elegir entre ellas. Si eligiese una las demás se pondrían celosas.

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