Rumores y noticias recientes parecen indicar que Henry Cavill podría encontrar el camino de su futuro en las galaxias de Warhammer 40.000 al cine o televisión, pero el audiovisual no está preparado para entrar en las tormentas de la Disformidad.
El pasado 16 de diciembre la página Warhammer Community anunciaba que Games Workshop y Amazon Studios van a colaborar para llevar el universo Warhammer 40.000 al audiovisual, tanto en serie como en películas.
Muchos seguidores del universo Warhammer en general y el 40.000 en particular piensan que es el mejor regalo de navidad que han recibido en mucho tiempo. Pero otros adictos a Warhammer 40k empezamos a temer que puede convertirse en nuestra peor pesadilla.
Que Amazon Studios, como es el caso, aunque lo que aquí voy a decir es válido para cualquier otra gran empresa del mundo audiovisual, se asegure los derechos en todo el mundo de Warhammer 40.000 puede ser un caramelo envenenado. Creo que la franquicia sí está preparada para el cine y la televisión, pero el cine y la televisión de nuestros días no están preparados para la franquicia.
Lo cual me lleva a pensar aquello que decía Laocoonte: “Desconfío de los griegos incluso cuando traen regalos”. Imposible no pensar en el caballo de Troya leyendo esta noticia y me parece que es un poco pronto para gritar ¡Gloria Imperatus!
Cierto es que el cine y la televisión sí están preparados tecnológicamente y en sus herramientas narrativas para recibir un desembarco de Adeptus Astartes para mayor gloria del Emperador y enfrentarse al Caos una vez más. Lo ha demostrado el cine recientemente con los abrumadores avances visuales presentados por James Cameron en Avatar: El sentido del agua, y la televisión con series como Juego de tronos y su spin-off La casa del dragón, o con el despliegue visual, que no de contenido, de El señor de los anillos. Los anillos de poder, precisamente en Amazon Prime Video.
Pero para alcanzar esas cotas es necesario realizar importantes inversiones en tiempo y dinero, que a su vez condicionan el contenido del producto en lo que se refiere a su explotación en la mayor población posible. Y Warhammer 40.000 no es una franquicia para público familiar, sino una maravillosa exposición de atrocidades y brutalidad en un universo en guerra constante donde no hay “buenos” y “malos” al uso, ni tampoco grandes historias de amor y desamor y, en un momento u otro los héroes y los villanos se saltan las reglas de lo políticamente correcto, evaden el maniqueo tablero de ajedrez de blancas y negras para mezclarse en batalla en un mar de siniestras incógnitas de la Disformidad, y los que fueron ayer Marines del Emperador pueden convertirse hoy en Marines del Caos, y el hijo predilecto del Emperador, Horus, Señor de la Guerra, puede convertirse, sin dejar de ser una figura épica protagonista, en un nuevo ángel caído que a la manera de Satán dirige las hordas del Caos junto con otros Primarcas. El Caos de Warhammer 40k no es el Lado Oscuro de Star Wars.
No me imagino a los Marines Espaciales protagonizando un dibujo animado para todos los públicos. O lo que es peor: sí me los imagino, y entonces dejarán de ser Marines Espaciales de Warhammer 40.000 para convertirse en clones de Star Wars que se han dejado sus órganos de Larraman en el perchero para poder entrar en el laberinto de franquicias sobreexplotadas del audiovisual de nuestros días.
Hay otro asunto a tener en cuenta, el tema de derechos. ¿Hablamos de una adaptación del juego y sus múltiples posibilidades? Porque el juego es la base, pero pensando en adaptar al cine hay ya todo un universo de ficción construido a su alrededor en las novelas, la mejor opción para dar el salto del juego al cine y la televisión.
Así que sí, efectivamente, es interesante que un aficionado al juego como Henry Cavill forme parte de este viaje como productor y protagonista, porque él sí sabe de qué estamos hablando. Pero le espera una ardua cruzada contra el terror de los ejecutivos de un audiovisual que quiere ser políticamente correcto, y posiblemente no sepa lo que significa el Ojo del Terror.
Miguel Juan Payán
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