Crítica de la película Fragmentos de una mujer
Una sensacional Vanessa Kirby levanta un guión demasiado errático.
La propuesta de la guionista Kata Wéber y el director Kornél Mundruczó (el título figura como una película de ambos, aunque se repartan las labores) es una mirada a lo que es, tal y como indica el título, una mujer rota y fragmentada tras un evento traumático, y cómo poco a poco podemos, o puede, reconstruir su propia existencia o quizá no hacerlo en absoluto. La película también es una mirada a la maternidad, las relaciones familiares y románticas, el entorno laboral y ciertas decisiones realmente cuestionables, como dar a luz en casa. Y, dentro del cine independiente o con un menor presupuesto, tiene un acabado visual realmente impresionante que propone unas imágenes de una belleza perturbadora, o con una sensación más desasosegante que la mejor película de terror.
Una joven pareja va a dar la bienvenida a su primera hija. Pese a la oposición de la familia, van a celebrar el nacimiento de la niña en casa, con la ayuda de una comadrona y con las medidas posibles para sacar adelante la situación. Pero las cosas no salen como esperaban y la situación se tuerce acabando en una inexplicable tragedia. En los días, semanas y meses posteriores, seguiremos a la pareja, pero especialmente a ella, para analizar cómo sobrellevar la pena y la pérdida, la tragedia y la soledad. La necesidad de seguir adelante y la incapacidad de hacerlo por mucho que piensa que todo ha quedado atrás. Hay un viaje deshumanizador y de recuperación de la propia humanidad que define lo que somos o lo que es ella.
Fragmentos de una mujer se apoya para todo ello en quien será una de las más firmes candidatas al Oscar del año. No ganará, porque todo apunta a Viola Davis o Frances McDormand, pero de verdad que merece todos los premios habidos y por haber. Su sobriedad, su aparente frialdad, cómo define al personaje ante una situación con un par de miradas. Podía haber llevado el personaje al exceso y la sobreactuación, pero hace justo lo contrario. Menos es más. Por supuesto Ellen Burstyn podría estar nominada a mejor secundaria y Shia LaBeouf se marca un trabajo estupendo, justo en ese rango opuesto. Y ellos, sobre todo Kirby, elevan la película por encima de la media.
Porque la película tiene un acabado visual magnífico. El plano secuencia (más o menos) del parto, de casi media hora y una de las escenas más aterradoras, tensas y sobrecogedoras del año. La salida de la casa con la nieve flotando. O ese momento en el coche en el que la luz se refleja a través de los ojos de Kirby. Brillante. Pero el guión no acompaña. Es frío, alargado hasta el exceso (esa reunión familiar que no aporta nada), y cuando quiere emocionar finalmente, cae en el sentimentalismo más simplón. No acaba de criticar ciertas prácticas, no se moja emocionalmente con algunos personajes, e incluso a la protagonista no termina de dejarla, por momentos, mostrar lo que es. Es bueno, no se confundan, pero necesitaba al menos una reescritura para brillar más, y cortar al menos 15 minutos de película. Es una buena película, muy buena, que pudo ser de las mejores del año.
Jesús Usero
★
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