Pelรญcula experimental que bordea la ciencia ficciรณn, con momentos de grandeza. Cine francรฉs experimental, en una pelรญcula que bien podrรญa haber sido rodada por un David Lynch reciรฉn salido de Mullholland Drive. Eso sรญ, avisamos, no es cine para todo el mundo ni para todos los paladares. Es para cinรฉfilos que sepan muy bien lo que van a ver, una experiencia distinta, conceptual, hipnรณtica y a veces un pelรญn presuntuosa (es cine francรฉs, quรฉ le vamos a hacer), pero con instantes de una fuerza, sobre todo merced a los actores, que son arrebatadores, sorprendentes. Avisado queda todo el mundo antes de entrar en una sala de cine para ver Holy Motors. Incluso la pelรญcula te avisa con su escena inicial, que nos muestra un cine en el que se proyecta una pelรญculaโฆ rara, y toda la platea duerme plรกcidamente.
La trama no es fรกcil de describir, pero en base sigue la vida de un tipo, el seรฑor Oscar, que del amanecer al anochecer recorre la ciudad en limusina dando vida a muchos y diversos personajes para deleite de una supuesta audiencia, unos clientes que pagan para verle en determinadas situaciones, pese al desgaste emocional y personal que eso pueda suponer. Y a lo largo de ese dรญa le veremos ser un banquero, un monstruo, un asesino, un padre preocupado, un mรบsicoโฆ Curiosamente los pocos momentos en los que es รฉl mismo es cuando estรก dentro de la limusina y se transforma en otro personaje. Excepto por el momento que comparte con Kylie Minogue.
A veces pasamos del drama a la comedia, de lo conceptual mรกs extremo, al realismo cercano, de comprender al personaje, como cuando se enfrenta a su contacto con los clientes en la limusina, a no entender nada. La escena de la Bella y la Bestia, con Eva Mendes, es perfecto ejemplo de esa mezcla de gรฉneros, en una escena que es a la vez hilarante, hipnรณtica, fantรกstica y perturbadora, sin tener un rumbo fijo, sin un sentido completo. Como toda la pelรญcula, el sentido se lo tenemos que dar nosotros.
La pelรญcula de Leos Carax juega a no presuponer nada del espectador, a dejar a su libre entendimiento e inteligencia lo que quiera obtener de la pelรญcula. Un viaje a las entraรฑas de lo que supone ser actor, un paseo por nuestra propia vida, por los miles de deseos y personas que nos habitan, un camino hacia la muerte y el olvido. Un sueรฑo dentro de un sueรฑo, que siempre acaba con una nota triste. La mรกs triste posible. Y no serรญa posible tanta complejidad sin la presencia camaleรณnica en todos los sentidos de Denis Lavant, que cambia de piel como quien cambia de chaqueta. Escoltado siempre por Edith Scob, su fiel conductora de limusina.
A veces vaga demasiado sin rumbo, a veces cuesta seguirle el ritmo a una pelรญcula pausada y sin rumbo fijo. A muchos les resultarรก pedante y aburrida. Pero quien la pueda y sepa paladear, se encontrarรก con una obra compleja y profunda, enigmรกtica y de una enorme belleza. Cine extraรฑo, para tiempos extraรฑos.
Jesรบs Usero
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