Jack Ryan: operación sombra, sólida propuesta de acción, mejor que la película de Ryan/Affleck.
Aunque sigue sin superar la mejor versión cinematográfica de las aventuras de Jack Ryan, que como ocurre en las propias novelas de Tom Clancy es La caza del Octubre Rojo, este reboot del personaje de Jack Ryan es mejor que el fallido intento de rejuvenecer el personaje que protagonizara Ben Affleck en su momento, si bien es cierto que también es menos espectacular. Se inclina más por la intriga y no tira de armas nucleares para volar una ciudad completa para darle tonillo catastrófico apocalíptico que tuvo la no obstante entretenida Pánico nuclear. Kenneth Branagh se las ingenia para volver a recuperar el tono de suspense que tuvieron las dos películas protagonizadas por Harrison Ford, Juego de patriotas y Peligro inminente, que sospecho son el modelo que ha tomado como referencia para construir su propia revisión de las peripecias de Ryan. Eso sí, con un metraje algo más reducido que reduce también la trama en cuanto a número de personajes y enredos internacionales. Me atrevo a decir que es como si hubieran podado la fórmula para fabricar novelas espionaje tamaño best-seller de Tom Clancy, acomodándola a un metraje más manejable para la explotación cinematográfica a base de quitarle elementos que sin embargo contribuían a darles cierta personalidad que está menos presente en esta especie de versión resumida de las mismas. Lo que quiero decir con esto es que la película contiene todos los momentos de acción, persecución y tiroteo de las novelas de Clancy, pero tiende a resumir todo el resto de argumentación relacionada con los procedimientos del espionaje, alta tecnología, etcétera. Pongo un ejemplo, como siempre, para respaldar más claramente mi razonamiento. Tal y como ocurre en toda novela de Clancy, nos encontramos con el momento en el que el “chico maravilla”, Ryan, se pone en plan Sherlock Holmes y deduce la clave de la trama identificando y concretando la amenaza. De hecho, para eso es analista de la CIA. Pues bien, este momento está incluido, como no podía ser menos, en Jack Ryan, operación sombra, pero casi como una pincelada, vertiginosamente, en el avión de vuelta de Rusia, pisando el acelerador, como si tuvieran prisa por contar la historia en un metraje que no sobrepase las dos horas de duración. Ocurre algo parecido con la forma en la que resuelven la incorporación del personaje de Keira Knightley en la misión.
Lo que ocurre es que este es el primer guión original para la saga cinematográfica de Ryan que no parte de una novela de Tom Clancy, y se echa en falta el toque del maestro cocinero de este tipo de historias, cuyo estilo de contar historias está en mi opinión mejor replicado en la serie Navy: investigación criminal (NCIS en el original), que en el guión de esta película. A Branagh le habría convenido fichar a Donald P. Bellisario y Don McGill, creadores de esa serie, para darle un tono más cercano y fiel al estilo Clancy a esta película. Me lo sugirió lo que mejor funciona en Jack Ryan: operación sombra: Kevin Costner y por extensión su combinación con el protagonista interpretado por Chris Pine. Quienes hayan visto algún capítulo o sigan la serie Navy entenderán por qué lo digo. Para el resto, me explico: en Navy el argumento gira en torno a un equipo de investigación especial de la armada norteamericana liderado por un marine veterano, Leroy Jethro Gibbs, que interpreta Mark Harmon, cuya mano derecha o segundo de a bordo jovenzuelo es Athony DiNozzo, personaje interpretado por Michael Weatherly. Pues bien: en Jack Ryan: operación sombra, el dúo Costner/Pine recuerda un montón el dúo Harmon/Weatherly. Lo malo es que el guión de la película, en su aceleración, apenas tiene tiempo de sacarle partido a su mejor pieza, que sin duda ese personaje de veterano agente de la CIA que interpreta Costner, y que tiene lo que podríamos llamar un “momento Gibbs” perfecto en el encuentro con Pine en el parque de Rusia, y en ese plano de Pine y el perro al final de dicha secuencia.
Jack Ryan: operación sombra asienta lo mejor de su propuesta sobre tres puntales fundamentales, que corresponden a tres actores. Costner representa la parte de intriga, Kenneth Branagh defiende con solvencia toda la parte de antagonista, villano y amenaza y Keira Knightley compone la mejor versión para el cine del personaje de Cathy Muller, la compañera sentimental del protagonista, un papel en el que hemos visto en películas anteriores a actrices tan solventes como Gates McFadden (en La caza del octubre rojo, donde a decir verdad apenas aparecía), Anne Archer (perfecta consorte en las dos películas protagonizadas por Harrison Ford) y Bridget Moynahan (que es la más floja de todas, en Pánico nuclear). Lo que ocurre es que estos personajes no están bien respaldados ni explotados por el guión. Costner y Branagh defienden sus personajes sin problemas porque son unos veteranos todoterreno que pueden venderte lo que sea disfrazados de pitufos con birrete y todo, y te los vas a creer. Pero Knightley, que es una gran actriz, queda sometida a pelear contra el tópico y además protagoniza el momento en el que el guión de la película se desfonda y pierde credibilidad, que no es otro que el momento de la revelación y el careo con Ryan en el hotel ruso. La frase de diálogo que pronuncia ella, sentada en la cama, no voy a reproducirla aquí para no hacer spoiler, pero cuando vean la película, podrán identificarla sin problema por la falta de credibilidad que impone al resto del relato. Digamos que su implicación en la misión de Ryan queda comprometida porque el guión no sabe manejar esa situación y ese personaje, y a partir de ese momento, al meterse en faena en serio con la misión propiamente dicha, echamos de menos propuestas con más recursos narrativos del cine de espionaje y aventuras más recientes, desde las últimas intrigas protagonizadas por Daniel Craig como 007 hasta la saga de Jason Bourne y su spinoff, las Misiones Imposibles de Tom Cruise e incluso algunos episodios de la serie Alias de J.J. Abrams. El nivel de argumentación y desarrollo de la misión me parece más cercano a algunos capítulos de la nueva serie, ya cancelada, de Nikita. Resulta poco creíble que un plan tan elaborado como el de la conspiración del villano quede conculcado por una estrategia tan peregrina como la que aplica el equipo de la CIA. En eso es en lo que más echo de menos el toque de Tom Clancy en la historia, que nos convencía para creernos lo que resulta francamente poco creíble.
Dicho todo lo anterior, insisto: Jack Ryan, operación sombra, es un producto de acción sólido y entretenido, con algunos aciertos y poniendo de manifiesto que Kevin Costner y Kenneth Branagh todavía tienen mucho que decir como actores. Su reparto es su mejor defensa. Pero en lo referido al guión, creo que le falta un hervor para alcanzar al sus precedentes en la saga.
Nota final: Costner iba a ser el primer Jack Ryan del cine, pero cedió su puesto a Alec Baldwin… Creo que el mejor movimiento para traer a Ryan de vuelta no habría sido rejuvenecerle en clave de reboot, sino continuar el camino donde lo dejaron las dos películas de Harriso Ford, con Costner en el papel de un Ryan maduro que acaba alcanzando la vicepresidencia de los Estados Unidos y finalmente en la Casa Blanca, o lo que es lo mismo: dejarse de renovaciones y revisiones y seguir adaptando las novelas de Tom Clancy.
En un intento por atraer al público más joven parece imponerse un rejuvenecimiento del personaje que requiere un trabajo más elaborado de guión que el que propone esta película, que habría estado mejor servida con una clave al estilo de la aplicada en la renovación de la saga cinematográfica de Star Trek por el equipo de J.J.Abrams, o como ya he propuesto, por los artífices y fórmulas aplicadas en la serie Navy, que es lo más cercano a las novelas de Tom Clancy que se puede ver hoy en día.
Miguel Juan Payán
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