Las redes sociales están que arden desde que hace unas horas se anunciase que Jesse Eisenberg será Lex Luthor en la secuela de El hombre de Acero que se estrenará en 2016. Como con el fichaje de Ben Affleck y el de Gal Gadot, como Batman y Wonder Woman respectivamente, la gente parece haber encajado mal la noticia y no son pocos los que consideran errónea la llegada del actor. Hasta el punto de que ha tapado la llegada de otro gran actor a la franquicia, con Jeremy Irons presentado como el nuevo Alfred, el mayordomo y confidente de Bruce Wayne. Lo que parece una interesante y curiosa elección. Del nuevo Luthor sólo sabemos lo que ha declarado Snyder, su idea de presentarnos un Lex como un Bill Gates con miles de millones para gastar y un enfrentamiento con Superman que le llevará en una dirección totalmente inesperada y desconocida para el personaje.
Y ante las muchas protestas que ha habido, y las que quedan, digo lo mismo que con Ben Affleck. Hasta que no lo vea no voy a decir que es una mala decisión. Sí, prefería a Joquin Phoenix que negoció su participación hace no mucho. O al favorito de los fans, Bryan Cranston. Pero no por eso voy a lanzarme a la yugular, porque conociendo a estos tipos (Snyder, Nolan, Goyer…) sé que son capaces de sacar petróleo del asunto. Han hecho un Luthor de la edad de Superman. Un Luthor inesperado. Nada obvio, pero algo habrán visto. Lo que nadie les puede negar a los responsables son los arrestos que tienen para no dar el papel a la opción más obvia o a lo más fácil. O a lo que los fans aplaudirían. Que no sé si es lo más inteligente o incluso acertado, pero sí lo más arriesgado. Sobre todo porque algunos han aprovechado para darle palos a Snyder ya. O a Man of Steel. Otros, bastante inteligentes, han recordado que odiaron a Bale y Ledger cuando fueron elegidos como Batman y El Joker. Por poner dos ejemplos. Paciencia. Lo mismo nos asombra a todos.
Jesús Usero
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