Una de las pelĆculas mĆ”s mediocres del aƱo, por desgracia. Y aƱado el por desgracia porque la oportunidad era buena. HabĆa un buen reparto, con sĆ³lidos nombres como Sam Worthington, Octavia Spencer, Alice Braga, Graham Greene o Radha Mitchell, y habĆa una historia con un punto interesante, que podĆa ofrecer una curiosa aventura que mucha gente seguro que se ha planteado en la vida real, ĀæquĆ© decirle a Dios si pudiĆ©semos hablar cara a cara con Ć©l? ĀæY si ademĆ”s acabĆ”semos de sufrir una terrible tragedia personal? Ese punto de partida y ese reparto es lo poco destacable en la mediocridad de una pelĆcula dirigida a un tipo de pĆŗblico Ćŗnica y exclusivamente, las comunidades religiosas del cinturĆ³n de la Biblia americano, donde este tipo de cine funciona muy bien en taquilla.
Son pelĆculas con un fuerte componente religioso (cristiano, por supuesto) que tratan de engrandecer los valores de la religiĆ³n y la fe, hablando de problemas cercanos donde un pequeƱo milagro cambia las cosas, y que tienen tĆtulos de lo mĆ”s variado que ya repasamos recientemente en la revista AcciĆ³n. En este caso la historia es la de un padre que pierde a su hija, secuestrada y asesinada, y no es capaz de recuperar la esperanza, pese a los intentos de su mujer y sus otros dos hijos. Es entonces cuando recibe una casa que le invita a acudir a la cabaƱa donde su hija muriĆ³, y que parece escrita por Dios. De vuelta a la cabaƱa deberĆ” decidir si lo que va a vivir es real o no, pero seguramente sea algo que cambie su vida para siempreā¦
A partir de ahĆ, todo es cuesta abajo. La pelĆcula cae continuamente en la reiteraciĆ³n de temas, repitiendo el mismo diĆ”logo entre Dios y ese padre, hasta desesperar al espectador. No, no tiene que ver con tener o no fe, tiene que ver con tratar al espectador con condescendencia y como si fuese memo. Cada vez que la pelĆcula llega a un punto de inflexiĆ³n en el que pueden hincarle el diente a algo mĆ”s profundo, vuelve al tema edulcorado y de panfleto, a la fe como adoctrinamiento y no como creencia real, y a la sensaciĆ³n de que al espectador le estĆ”n tomando el pelo.
La presencia de Cristo y el EspĆritu Santo (en serio, no es broma) en la cabaƱa, no ayudan, y dan lugar a momentos que pueden sonrojar al mĆ”s pintado, como el momento en la cueva o caminar sobre las aguas. Todo ello salpicado con una direcciĆ³n plana y gris, televisiva y sin ninguna garra. DejĆ”ndonos con la sensaciĆ³n de que estamos ante algo realmente ingenuo y hasta ofensivo, por esa condescendencia con la que nos tratan. Si llegase a ser tan mala que provocase la risa, serĆa disfrutable, pero sus casi dos horas y cuarto son siempre mediocres, simples, ridĆculas hasta la desesperaciĆ³n. Olvidable, pese a las posibilidades y el esfuerzo de todo su reparto por salvar lo insalvable.
JesĆŗs Usero
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