Crítica de la película La purga infinita
Imaginativa y eficaz entrega de una de las franquicias de terror más taquilleras de la última década.
En 2013, La Purga: La noche de las bestias alumbró el camino a una saga marcada por el trasfondo social, y una peculiar utilización de la violencia generalizada. La idea de James DeMonaco, consistente en presentar el dantesco espectáculo como el de la celebración de doce horas en las que cualquier crimen está avalado por las autoridades judiciales y gubernamentales de USA, entró de lleno a ironizar sobre problemas tan candentes en la nación de las barras y estrellas como el de la emigración ilegal, el de las desigualdades entre pobres y ricos, y el del racismo enraizado en los comportamientos extremistas de los seguidores de grupos supremacistas. Unos asuntos que cobraron triste relevancia con los discursos de Donald Trump, y que el director Everardo Valerio Gout se encarga de potenciar, en esta imaginativa y eficaz entrega de la exitosa franquicia.
La Purga Infinita utiliza de manera ingeniosa los roces poblacionales entre las diferentes etnias ubicadas en Texas, para ensamblar un mensaje potente y agresivo, con el que recupera el espíritu genuino de La noche de las bestias, Election y Anarchy.
El argumento de esta última entrega comienza con una pareja mexicana, que escapa de manera ilegal de su país de origen. Adela (Ana de la Reguera) y Juan (Tenoch Huerta) llegan al Estado de la Rosa Amarilla, con la esperanza de dejar atrás las secuelas de su lucha contra las redes del narcotráfico, y formar una familia sin miedo a perder la vida en cualquier tiroteo fortuito. Y las cosas parecen irles bien. Adela consigue trabajo en una empresa cárnica, y Juan se pone a colaborar en un rancho de la zona. Sin embargo, La Purga trastoca los planes de los protagonistas. Las doce horas, en que los matarifes salen para colmar sus anhelos de eliminar a todo humano que se les pone por delante, hacen que Adela y Juan se vean introducidos en un infierno de sangre y fuego, del que les resulta difícil salir indemnes.
Everardo Valerio Gout entiende a la perfección de qué va una película de La Purga, y somete la historia a cada uno de los componentes narrativos habituales en los títulos anteriores. Con semejante propósito, el cineasta nacido en Ciudad de México se apoya en el ingrediente de los prolegómenos de la temida Purga, con primeros planos sobre las caretas y rasgos de los que dentro de poco se convertirán en asesinos indiscriminados y salvajes. Un tiempo de terrorífica anticipación, que despliega las mejores sensaciones de terror psicológico que sugiere el film.
Sin embargo, Gout modifica un poco la hoja de ruta con respecto a los episodios precedentes, y pasa como de puntillas por las horas de Purga “legal”, para centrar la trama sobre la posibilidad de que los homicidas se revelen contra los poderes establecidos, y prolonguen La Purga hasta la aniquilación definitiva.
Tales mimbres argumentales, pergeñados por el libreto de James DeMonaco, dotan a la saga de una nueva perspectiva, que revierte sobre la tesis del final de la sociedad estadounidense, como el marco ideal del denominado “sueño americano”; y el alumbramiento de un mundo diferente y desconocido. Ahí es donde residen las mayores virtudes de esta entretenida película. Una obra en la que impera la acción desenfrenada, y donde los personajes se encuentran esquematizados al máximo.
Jesús Martín
★
{spoiler spoilerID , haga clic en mí para abrirlo , cierre la etiqueta tanto en la parte superior como en la parte inferior , ambos} texto dentro del spoiler {/spoiler}.