Entretenida con brillantes actores.
Julianne Moore nos guía a través de este irregular thriller sobrenatural. Otra película que llega con un retraso considerable pese a lo atractivo que pueda parecer el tema original y pese a contar con Moore y Jonathan rhys Meyers en los papeles protagonistas. Pero su carrera comercial en todo el mundo ha sido… digamos que discreta, así que lo que realmente sorprende es que la película dirigida por el dúo sueco formado por Måns Mårlind y Björn Stein, responsables también de la última entrega de Underworld, se estrene finalmente en cines en nuestro país. Pese a los dos años del retraso.
La trama nos sitúa en la vida de una psiquiatra muy atareada y centrada en su trabajo, lo que la hace tener poco tiempo para su hija, que se queda muchas veces al cargo de su tío. Esta mujer, algo estirada y encorsetada en las normas que conoce, se niega a creer que el nuevo paciente que le presenta su padre sea en realidad un paciente con personalidad múltiple. Pero algo se esconde tras los ojos de ese paciente (Rhys Meyers), cuando poco a poco la psiquiatra descubre que las personalidades dentro de su paciente son, en realidad, las de personas que fueron asesinadas. Lo curioso de todo es que la película también padece de personalidad múltiple…
Más allá del excelente trabajo de Julianne Moore, que se echa la película encima sin despeinarse con un personaje cargado de todos los tópicos habidos y por haber, y de un Jonathan Rhys Meyers que juega con sus múltiples personalidades demostrando al espectador que se lo pasó pipa durante el rodaje interpretando a múltiples personajes, la película hace aguas porque su guión y su tono nunca llegan a definirse. Porque salta de personalidad a personalidad como el personaje de Rhys Meyers creando un poco de confusión al espectador y terminando por quitarle interés a la trama.
De inicio la película podría haber sido un buen thriller sobrenatural, pero no es capaz de centrarse en esa historia, porque a veces la trama de suspense con gotas de Seven le puede. Y no es mala combinación en principio, cuando uno pasa del suspense a lo sobrenatural, si se juega bien con ello puede funcionar. Pero la película no termina de arrancar en ninguno de los dos géneros hasta casi el tercer acto, y mientras deja gotas de otros géneros, como el melodrama, que le restan interés a la trama, como las reuniones del enfermo mental con la madre de una de sus personalidades.
Cuando llega el desenlace no todas las piezas encajan. Ni nos ha hecho pasar miedo con su historia ni nos ha intrigado lo suficiente. Cosas como la anciana bruja o la verdadera identidad del villano, parecen decisiones de última hora, una para poder hacer avanzar la historia y la otra para resolverla de un modo previsible. No llega a aburrir pero tampoco llega a entusiasmar, y toda la atmósfera y el prometedor inicio se pierden por tanto salto entre géneros y sus tópicos. Por tanta falta de personalidad. .
Jesús Usero
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