Diversión para toda la familia, de paseo por la Historia Universal. Algo que posiblemente no consigan ni padres, ni maestros, ni pedagogos de todo el mundo, podría hacerlo una película de animación como ésta, hacer que los más pequeños de la casa se interesen por la Historia Universal a base de aventuras, humor y unas gotas de drama familiar de la mano de uno de los directores más importantes del género, Rob Minkoff, que es ni más ni menos que el director de El Rey León. Aunque esta película tenga más en común quizá con Stuart Little, otra dirigida por Minkoff, por el tema de niño adoptado por una especie diferente a la suya. Ese drama de incomprensión y prejuicios por parte del resto del mundo está tan presente en esta película como en aquella del ratoncito al que Emilio Aragón puso voz en España.
Pero el drama es sólo una pequeña nota dentro de una sinfonía llena de aventuras y humor. Un no parar de viajes en el tiempo que comienza con la Revolución Francesa (pese a ser un perro, el señor Peabody es un genio que ha inventado la máquina del tiempo… entre muchas otras cosas), pero que se complica cuando Sherman acude a la escuela por primera vez y se topa con una niña antipática y sabihonda que le hace la vida imposible. Sherman se defiende, y al intentar arreglarlo las dos familias, los niños se meten en el mayor de los líos, dando pie a un viaje a través de la Historia que les lleva al Egipto de los faraones, a Troya o al Renacimiento con Leonardo da Vinci.
Normalmente en este tipo de películas se suele tirar de grandes estrellas para poner voz a los personajes, pero aquí han preferido lanzarse a por actores más o menos conocidos. Y, curiosamente, aunque al señor Peabody le ponga voz Ty Burrell, de Modern Family, resulta que el personaje de Paul Peterson (interpretado por Stephen Colbert), es clavado a la versión humana de Burrell… Curiosidades de la animación. Pero es lo de menos, porque la mayor parte del público, como nosotros, verá la película doblada, y simplemente disfrutará junto a sus hijos de un viaje trepidante.
La película tiene claro que su trama es de lo más sencilla, que el drama padre/hijo está muy explotado, que el mensaje es muy claro, y que no puede andar enredándose en esas cosas, por lo que prefiere lanzar una aventura que no se detiene nunca, que nos lleva de un lado a otro, siempre con peligros, siempre con ritmo y siempre con un gran sentido del humor. Desde los chistes que Sherman nunca pilla, a salvajadas como la de Bill Clinton. Humor para padres y para niños, aventuras para todos. Y aunque los hechos históricos no sean precisamente exactos a los libros, seguro que muchos se interesarán por la Historia real que visitan los protagonistas. Y eso es un logro que no se ve muy a menudo en cine. Ni en ningún otro lugar. Así que, bravo por ellos.
Jesús Usero
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