Excelente comedia francesa sobre la servidumbre española en los años 60. Las Chicas de la 6ª Planta juega de forma muy inteligente con los tópicos y las costumbres presupuestas a los españoles (españolas en este caso) y lo hace con un humor arrebatador que deja claro desde el inicio de la película que para ser realmente feliz y convertirse en mejor persona hay que acercarse al carácter español en lugar de al francés. En ese sentido la película parece más hecha por nosotros que por los franceses, que en lugar de aportar un tono condescendiente a los personajes de las sirvientas españolas, las convierte en heroínas, en personajes llenos de vitalidad, inteligencia y ternura.
La vida de un adinerado inversor, dueño de un edificio en París, cambia radicalmente cuando su criada de toda la vida se marcha y contrata a una joven española para el trabajo, una de las que vive en la sexta planta de su lujoso edificio, lo que hará que su vida y la de su familia se ponga patas arriba y le convierta, el final, en un hombre mejor, lejos de los encorsetados esquemas de la alta sociedad francesa. Y todo a través de la frescura y naturalidad que aporta en su vida la llegada de María.
Aunque el protagonista, en principio, sea Fabrice Luchini, excelente dando vida al desconcertado pero con ganas de vivir Jean-Louis, es a través de los ojos de las criadas españolas donde se desarrolla realmente la película, con un reparto que incluye a Natalia Verbeke, la verdadera protagonista de la historia, Carmen Maura, Lola Dueñas o Berta Ojea, lo que hace que gran parte de la película sea en castellano. Todas ellas están sensacionales, incluso Dueñas, que debe lidiar con la más fea con un personaje demasiado tópico por el tema de la Guerra Civil. Pero la clase y el talento de la actriz lo sacan adelante sin problemas. Verbeke está sensacional en un papel que mezcla un halo de inocencia con un pasado terrible y algo de manipulación para convertirla en una interpretación sensacional. Y aunque parece que el director se empeña en rebajar la belleza de la actriz, con la sobriedad del maquillaje, etc, en este caso resulta algo imposible.
La historia maneja los tópicos, españoles y franceses, con un buen humor envidiable, haciendo de ellos una virtud, un momento para la sonora carcajada, sea en torno a una paella o a una fiesta de alto copete dada por los señores. Hace reír con inteligencia, haciendo de su mayor defecto una virtud, consiguiendo que las españolas no sólo pasen por juerguistas y cantantes, sino también por trabajadoras duras e inteligentes, y que los franceses, además de estirados y reprimidos, nos parezcan interesantes.
Todo ello deja una comedia vitalista, luminosa y llena de encanto, de esas que el cine francés maneja como nadie, que es capaz de encandilar a la audiencia y de atraparnos desde sus primeros compases, pese al deje romántico, quizá prescindible, se convierte en una película que nos recuerda tiempos peores, quizá, pero también más puros, más inocentes. Muy recomendable.
Jesús Usero.
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