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lunes, octubre 14, 2024
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Las dos caras de enero ****

Las dos caras de enero ****Las dos caras de enero. Recomendable intriga tras las huellas de Hitchcock y homenaje al cine clรกsico. Al iranรญ Hossein Amini le debemos como guionista ejercicios muy interesantes en el territorio de la adaptaciรณn en el que con frecuencia homenajea el cine clรกsico. En Jude adaptรณ la novela de Thomas Hardy. En Las alas de la paloma hizo lo propio con la novela de Henry James. En Tiro Mortal llevรณ al guiรณn la novela de un clรกsico de la novela negra moderna como Elmore Leonard. Finalmente en Drive bordรณ una visita a otro grande del relato policial, James Sallis. ย Es muy significativo que los trabajos menos interesantes de su filmografรญa como guionista se den cuando trabaja en solitario pero sin adaptar obra ajena, caso de la mรกs endeble Shangai, que no obstante era una reediciรณn de claves tomadas del cine negro clรกsico norteamericano al estilo de Casablanca, o cuando comparte crรฉdito en el guiรณn creando esa especie de monstruos de Frankenstein escritos en plan puzle y con piezas que se contradicen entre sรญ como son Blancanieves y la leyenda del cazador, La leyenda del samurรกi: 47 ronin o, para mi gusto, la mรกs digna de sus participaciones en colaboraciรณn, La cuatro plumas, donde ademรกs actualizรณ con bastante dignidad la novela de aventuras colonialistas de A.E.W. Mason. Estos antecedentes han despertado mi curiosidad cinรฉfila por ver su debut como director adaptando en solitario una novela de Patricia Highsmith.

El resultado es un sรณlido ejercicio de intriga que actualiza las claves de las novelas policรญacas de Patricia Highsmith encontrando su propio hueco y personalidad dentro de la colecciรณn de pelรญculas que han tomado la obra de esta autora como punto de partida, entre las cuales se cuentan algunos clรกsicos como Extraรฑos en un tren, A pleno sol o El amigo americano, y otras interesantes si bien de inferiores resultados, como El grito de la lechuza, El talento d Mr. Ripley o El juego de Ripley.




Las dos caras de enero se sitรบa a medio camino entre esos clรกsicos y esas obras menos conseguidas, pero maneja suficientes elementos como para ser una de las mรกs interesantes muestras del gรฉnero policรญaco que ha llegado en los รบltimos tiempos a la cartelera, con un aroma de cine clรกsico que mantiene esa caracterรญstica clave en la filmografรญa de Hossein Amini como guionista. Ya he mencionado lo mucho que le debe su guiรณn de Shangai a Casablanca pero podrรญa extenderme tambiรฉn sobre lo mucho que le deben Las alas de la paloma al cine de James Ivory o Drive al western Raรญces profundas de George Stevens o a la visiรณn de los clรกsicos del cine negro como โ€œexploraciones sombrรญas de la ansiedad masculinaโ€, segรบn definiciรณn de Deborah Thomas en su libro Reading Hollywood, Spaces and Meanings in American Films.

Es precisamente en este รบltimo territorio de retorno a las claves del cine negro centrado en la vulnerabilidad masculina donde mejor se mueve Hossein Amini en Las dos caras de enero, que es algo asรญ como una especie de road movie que adapta el argumento universal de Teseo y el Minotauro junto a otros referentes de mitologรญa griega como punto de partida y meta final de ese viaje entre laberintos de dos hombres y una mujer, ellos convertidos en el hรฉroe Teseo (Rydal, el vagabundo oportunista y pรญcaro interpretado por Oscar Isaac) y el Minotauro (Chester MacFarland, el estafador al que da vida Viggo Mortensen). Aunque precisamente una de las aportaciones mรกs interesantes de la pelรญcula es cรณmo se intercambian papeles de hรฉroe y villano entre ambos personajes, manteniendo el interรฉs del espectador en base a la posibilidad de simpatizar con ambos en distintas fases de la trama. Kirsten Dunst en el papel de la mujer entre los dos hombres y Viggo Mortensen son lo mejor de la pelรญcula, y aunque Oscar Isaac no estรก al nivel de un Alain Delon de A pleno sol, por ejemplo, mantiene bien el tipo junto a sus dos compaรฑeros de reparto, claramente superiores.

Los laberintos que he mencionado son las ruinas del principio del relato con el encuentro de estos tres personajes, los pasillos del hotel en el que Rydal y Chester establecen el vรญnculo definitivo con el cuerpo del detective como nexo de uniรณn, el rocoso paisaje de la isla de Creta por el que se desplaza el autobรบs, el laberinto de ruinas donde se produce la entrada en el tercer acto a travรฉs de la resoluciรณn del personaje de Kirsten Dunst, el barco en el que viajan de vuelta al continente los protagonistas, el aeropuerto, la ciudad de Estambul en la que se produce la persecuciรณn final y el final del camino en el laberรญntico cementerio con el que se cierra un cรญrculo como el que forma la pulsera con la serpiente que se muerde la cola en una clave de eterno retorno, sin principio ni final. Dos detalles marcan el estilo clรกsico de esta pelรญcula: la atenciรณn y protagonismo de los objetos y los paisajes. Ejemplo de lo primero es la pulsera que define el cรญrculo como clave argumental aludida incluso en el diรกlogo de Chester cuando le dice a Rydal que algรบn dรญa se mirarรก al espejo y descubrirรก que se ha convertido en alguien como รฉl, potenciando junto con el desenlace la idea de Chester como una figura paterna frente a Rydal, lo cual hace que la atracciรณn que รฉste รบltimo siente por la esposa del primero se convierta en una especie de incesto. Otro ejemplo es la maleta donde Chester guarda sus fondos y que vigila con tanto o mรกs celo que a su propia esposa. Tambiรฉn la carta que la familia le envรญa a Rydal para reprocharle que no asistiera al entierro de su padre. Y las gafas de sol de la protagonista que le pide la niรฑa en el autobรบs, una de las escenas mรกs hitchcockianas de la pelรญcula, junto con ese otro momento de los protagonistas en las colas del control del puerto, una secuencia que se abre con majestuosa elegancia visual con esas dos escaleras opuestas y la puerta en contrapicado baรฑada por la luz del sol, un sol que alcanza las cualidades de abrasador castigo contra los personajes en la parte central de su periplo.

Esos laberintos representan el intento de escapar del pasado que acometen, como todo protagonista del cine negro, esta especie de fusiรณn Teseo-Minotauro que son los Rydal y Chester. El pasado regresa como en el mejor cine negro clรกsico para perseguir a Chester, materializรกndose en la figura del detective. El pasado persigue tambiรฉn a Rydal materializรกndose en esa carta de reproche de su familia y en la foto de la infancia en la playa, junto a su padre. El pasado estรก tambiรฉn en las referencias a la mitologรญa y la literatura que se dan cita en la pelรญcula desde el primer diรกlogo de Rydal, luego en los libros del mercadillo, en la alusiรณn durante la cena a la figura de Asteriรณn, del que Chester afirma que es el abuelo del Minotauro, una pincelada que alude al tema del legado y las relaciones entre padres e hijos tan esencial en el relato. Dicho sea de paso el mismo Asteriรณn al que Jorge Luis Borges dedicรณ uno de sus mejores cuentos en El Aleph, La casa de Asteriรณn, cuyo monรณlogo define a la perfecciรณn la figura del perseguido en los laberintos del cine negro clรกsico, cuando afirma: โ€œSemejante al carnero que va a embestir, corro por las galerรญas de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarmeโ€ฆโ€).

Una definiciรณn que es tambiรฉn perfecta para los protagonistas de esta interesante pelรญcula.

Miguel Juan Payรกn

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