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jueves, mayo 16, 2024
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Los tres mosqueteros 3D **

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Los primeros treinta minutos son prometedores y entretenidos, pero luego tiene un importante bajón en lo referido a acción (concretamente tras el primer enfrentamiento de los mosqueteros con la guardia de Richelieu) y al final nos da menos de lo esperado. Poner dirigibles en el aire no solventa la falta de desarrollo de los personajes ni de la propia historia, independientemente de que además han pasado la novela de Alejandro Dumas por una batidora de la que sale un inexplicable relato. No supera ni desbanca a ninguna de las adaptaciones anteriores sobre el mismo tema.

No seamos puristas ni pijoteros con la fidelidad a la novela. Lo que menos me preocupa a estas alturas es que no siga fielmente el texto de Alejandro Dumas. Es más: ya contaba con ello. De hecho, su primera media hora me gusta precisamente por su descaro a la hora de tomar prestado el relato original, entrando a saco en el mismo para convertirlo en pretexto destinado al lucimiento de Milla Jovovich. Es por eso la mejor parte. De hecho, adelanto ya ahora que con un poco más de agallas o imaginación, podrían haber dejado a mosqueteros propiamente dichos en segundo plano y hacer de la Milady De Winter interpretada por Milla la verdadera protagonista, una especie de Catwoman o Viuda Negra de cómic metida en todo tipo de arriesgados enredos. Ella, junto con el Rochefort interpretado por Mads Mikkelsen son con diferencia lo mejor de la película. De haber centrado en ellos la historia habrían dado mucho de sí como relato alternativa a lo tradicional, pero lo malo es que pretenden que la película siga teniendo a Los tres mosqueteros como protagonistas, y ahí es donde se equivocan, primero porque se ven abocados a contar “algo nuevo” o como mínimo introducir cosas diferentes, y eso les lleva por un mal camino, imponiendo cambios al relato original que son peores que los recursos aplicados en la novela por Dumas y su “negro” (¿cómo que qué “negro”? ¿no leen ustedes la revista Acción? Pues en la misma explico cómo ya de partida la novela de Dumas no era sólo de Dumas…).

De manera que, como digo, en la primera media hora, con Milla haciendo lo que mejor sabe hacer, lucir palmito y sonrisa demoledora al tiempo que reparte cera (menos cera de la prevista, para mi gusto), la cosa no va mal. La película incluso desdobla su personaje en clave de elemento de acción estilo cómic y elemento humorístico, autoparodiándose e incluso acudiendo a la autocita, con esa cámara de Leonardo Da Vinci que tanto nos recuerda las trampas de Resident Evil… Hasta ahí, la cosa bien.

El tema flojea cuando empiezan a presentar al resto de los personajes. Logan Lerman puede colar como D´Artagnan, pero le dan poco para lucirse, casi le tratan como a un protagonista forzoso, y lo mismo puede aplicarse al resto de los mosqueteros. Un pista de lo bien que lo plantean al principio y lo mal equilibrado que está luego el protagonismo coral en esta película es que los mosqueteros son menos protagonistas que Milla, y dentro de ellos, el que resulta más cercano e interesante para el público no es el torturado Athos, tradicionalmente el líder del trío, sino Porthos, que siempre ha sido considerado el músculo, contrapunto graciosete. Aquí está servido por un gran actor que, en serio, necesita con urgencia que le tomen más en serio y le ofrezcan mejores oportunidades de lucir su talento, Ray Stevenson.

Luego está el tema de desperdicio de los villanos. El Richelieu de Christoph Waltz está bien servido por el actor… pero sólo por el actor. El guión no le da mucho margen de movimiento ni demasiado a qué agarrarse, así que todo queda en una traducción simplona del personaje que, fallo muy frecuente en el cine de hoy, vuelca supuesto desarrollo más en el entorno que le rodea (el mapa en el suelo, una especie de ajedrez a gran escala de Europa), que en el diálogo. Así las cosas, Waltz no puede hacer milagros, pero sostiene bien el reto y mantiene el tipo. Desperdiciado.

El otro villano, en un giro extremo del relato original que personalmente esperaba nos llevara a mejor puerto de lo que nos ha llevado, es el Duque de Buckingham interpretado por un Orlando Bloom al que ejercer de villano le viene grande, y además no le ayudan mucho con el guión (ese grito de “¡Athos!” tras el ataque de los mosqueteros provoca la risa, por tópico y por folletinesco). A Bloom le han dado un personaje falso, flojo, mal desarrollado, que no se sostiene en diálogo y guión, en definitiva algo que sólo los muy grandes como Basil Rathbone y James Mason eran capaces de defender en el cine clásico.

Del criado Planchet y sus gracietas, simplemente no tienen gracia.

Otro tema que no funciona es la dosis de acción. Visto que iban a pasar olímpicamente de la novela original y rodar su propia versión “para el público actual”, esperaba, ¡qué menos!, algo parecido al ritmo de Resident Evil, cambiando zombis por guardias de Richelieu, más o menos. Podría haber sido un espectáculo trepidante, incluso gamberro pero dinámico. En mi opinión, no es el caso. Me explico: después del enfrentamiento con la guardia de Richelieu, pasan muchos minutos dedicados a desarrollar con cierta presión de minutaje, toda la trama de conspiración contra la reina, además de la entrada de D´Artagnan en la corte, casi como si el gascón fuera coleguita de toda la vida del Rey. Pero dejemos de lado que no nos podemos creer ese cachondeo de protocolo. Estoy dispuesto a tragarme eso como licencia “poética”, sobre todo después de que me haya tenido que tragar en la primera frase del relato que nos presenten la Francia de la época como “un país pacífico”, lo cual, como mínimo, es una gran ligereza a la hora de interpretar la Historia o simplemente una estúpida simplificación que falsea la realidad y menosprecia al espectador, quizá temiendo que sea demasiado bobo para meterse en otra cosa que no consista en convertirlo todo en blanco y negro, buenos y malos, héroes y villanos… Lo que me resulta más difícil de tragar es que me hurten las múltiples peleas a espada, persecuciones y momentos de acción que salpican el relato de Dumas y aquí no aparecen por ningún lado, empobreciendo la parte de acción trepidante de la fábula, en lugar de enriquecerla.

¿Dónde están esas persecuciones por los guardias y espías de Richelieu, los cazarrecompensas de media Europa, los matones varios, etcétera? Pues, amigos, no están en la pantalla, están en una frase de diálogo que le dice D´Artagnan a su chica, Constanza. En pantalla  vemos la llegada al puerto de Calais y cómo nuestros intrépidos héroes sortean la tupida red de control de Richelieu… haciendo que la chica en cuestión se disfrace de D´Artagnan y los despiste.

Adiós a las cabalgadas. Adiós a los amigos que quedan por el camino. Adiós a los duelos a espada. Adiós a lo que había esperado que, visto lo visto en la primera media hora, fuera algo así como el tonillo trepidante de La momia 2

Resultado: entre la trifulca con los guardias de Richelieu del principio y el ataque contra la fortaleza inexpugnable de Buckingham, no hay casi nada de acción… exceptuando un nuevo numerito de exhibición de Milla, muy maja ella, por cierto, haciendo algo así como de Tom Cruise en Misión imposible, pero con menos metraje y menos dificultad…

Es una lástima, porque al principio había pensado que tenía gracia ese acercamiento descarado al texto de Dumas, ese cambiar cosas y darle una aire de tebeo cachondo presentando a los mosqueteros y Milady… Incluso en la utilización de mapas y maquetas al principio, unida a la entrada de D´Artagnan en París, me recordaba la sencillez tejida en imágenes de gran espectacularidad visual pero con decorados de cartón piedra de las producciones de capa y espada del Hollywood clásico, un guiño cinéfilo entrañable. Pero cuando apareció el dirigible el fantasma de Wild Wild West empezó a manifestarse, me acordé de Kenneth Branagh en aquella araña gigante de metal… ya pueden ustedes figurarse el resto.

Por cierto, la batalla en el aire era buena idea, pero si no vas a poder hacer algo tipo Master and Commander entre las nubes… mejor ahórratelo y busca otra solución de guión…

Lo dicho: mejor haberlo enfocado todo con Milla/Milady como protagonista. Así, después de la primera media hora empieza a perderse.

Miguel Juan Payán

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