Crítica Mamá o papá
Crítica de la película Mamá o papá
Sorprendente comedia navideña con una gran pareja protagonista.
En realidad todo el reparto está brillante y eleva el elemento primordial de esta historia, la comedia sin frenos, sin topes y sin cortes. Un festival salvaje de mala uva y momentos intolerables que consiguen hacer reír al espectador a carcajadas sin problemas, pero además jugando a sorprender con la idea que propone y cómo la propone, basada en la película francesa de 2015 con el mismo título, pero acercándolo todo a lo nuestro, a nuestra forma de pensar, de entender el mundo y la familia. Por eso funciona incluso mejor que la película francesa, y por eso es tan recomendable en el panorama actual. Porque desde el punto de partida la película es bastante gamberra y no echa el freno…
Un matrimonio que parece la pareja perfecta, con carreras de cierto éxito y tres hijos maravillosos, deciden divorciarse. Lo que en inicio es un divorcio amistoso con custodia compartida y muchos buenos deseos dentro de tan peculiar familia, empieza a torcerse cuando ambos deseen aceptar un trabajo fuera del país y dejar la custodia de los niños temporalmente al otro progenitor, comenzando una guerra entre ambos por hacer sufrir a los hijos para que no se queden con ellos. Una escalada que lleva a situaciones absolutamente demenciales con los papeles cambiados. Aquí no se pelea por la custodia de los niños, sino por conseguir que el otro se quede con ellos. Slapstick, diálogos acerados, sarcasmo, ironía y hasta momentos surrealistas, todo se da la mano en la película.
Una película que no sería capaz sin la habilidad para el género de sus dos protagonistas, Miren Ibarguren y Paco León, que demuestran una enorme química en equipo y que además saben lidiar con el trío de niños que les acompañan en la aventura, y que están maravillosos los tres, aunque hay que empezar a señalar que Sofía Oria es cada día mejor actriz y que lo de Gigantes no fue casualidad. Las presencias eventuales de Julián Villagrán o Ester Expósito ayudan aún más, sin olvidarnos del memorable papel de Berto Romero, quien hace suyo a ese paciente obsesionado con Ibarguren y que tiene los momentos más surrealistas de la película, que no son pocos. Lo del bosque ya es de traca…
Hay que destacar también la labor de Dani de la Orden, un director que conoce el género a la perfección y que aquí le imprime algunos detalles visuales muy, muy interesantes, que cambian el concepto de comedia visualmente, desde la propia concepción de algunos planos. En apenas algo más de 90 minutos la película vence y convence, nos muestra lo mejor de la comedia española sin hacerse pesada o cargante, e incluso sorprende en su final, aunque recordemos qué tipo de película es. Quizá no sea novedosa, ni revolucionaria, y es un producto con alma de crowd pleaser que no quiere engañar a nadie. Pero en esos términos es rematadamente buena y divertida, y seguro que nos hará reflexionar un poco sobre nuestra propia familia.
Jesús Usero
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